Por Soldat: «Ya hemos bautizado al conejo», vocifera un niño tras pasar junto al Obispo, Vicente Juan Segura. Junto a él, seis amigos con otras mascotas de la misma camada mostraban exultantes sus pequeños de sólo dos meses. Una rareza en una jornada de bendición de animales protagonizada mayoritariamente por los perros, con mucha presencia de bulldog francés, y menor exotismo y participación que otros años.
El tiempo y el fuerte viento invitaban a refugiarse y hasta el mediodía no ha empezado a disiparse la amenaza de lluvia. Antes de las doce, el Passeig de ses Fonts y el centro de Sant Antoni era un auténtico páramo. Sólo se atisbaba actividad en los alrededores de la iglesia, donde iba a comenzar la misa de fiesta en honor al patrón del pueblo. Luego, turno de la procesión y el ball pagès. Ha habido que esperar hasta la una y media para que el paseo marítimo comenzara a animarse con el desfile de mascotas y carros, entre los que ha triunfado el que tiraba Pocholo, un diminuto poni que aparentaba menor peso que el conductor.
Mientras las autoridades iban llegando frente al Ayuntamiento, donde se realizarían las bendiciones, un cura ayudante del obispo sostenía el hisopo y una garrafa de agua mineral. Tras pasar los aparejos, Vicente Juan Segura ha iniciado el ritual. Centenares de animales con sus dueños desfilando ordenadamente para recibir una bendición, salvo una alemana con su perro que ha repetido hasta tres veces porque no estaba satisfecha con la foto de su hija, obligando al prelado a blandir estático el hisopo durante largo tiempo.
Y entre perros, gatos y algunos periquitos o conejos, empiezan las extravagancias: un señor con dos serpientes, Naga, una boa constrictor americana de cola roja y cinco años, y Boli («porque cuando se siente amenazada se hace bola»), una pitón regius africana de cuatro. Sólo un hurón, lejos de la efímera moda de años atrás, e incluso un erizo. Y el momento emotivo del día: Daniel, un belga que bendice la foto de su gato Scoopy que perdió dos años atrás. «Tiene doce años, lo perdimos nada más venir a Eivissa de vacaciones», lamenta en un español básico, «pero yo sé que está vivo, lo presiento».
Com potser que el senor bisbe no tenga ni per una gerra d’aigua i hagi d’anar amb una trista garrafa d’aigua!
Que cutres xD!
La Fontvella está buena, pero de ahí a llamarla bendita…
Por un momento me he confundido con lo de Pocholo. Si fuera el Pocholo que se me vino a la cabeza en un primer momento no creo que se hubiera conformado con agua, por muy bendita que fuera.
Veo que comentáis lo de la garrafa pero no el aspecto del cura, con flequillo caracolero, raybans, chupa de cuero y evidentes pectorales de gimnasio. Le van a fichar los de la comparsa del Supermartxé que tanto criticó monseñor.