Sant Antoni debate cómo arreglar el West

@D.V./ En ‘Conversaciones en la catedral’ Mario Vargas Llosa se preguntaba en qué momento se jodió el Perú. El pasado viernes, empresarios, representantes de asociaciones de vecinos y ciudadanos de Sant Antoni de Portmany se preguntaron en qué momento se jodió el West y, por extensión, Sant Antoni. El encuentro-debate fue propiciado por la Plataforma Renovadora Portmanyina (PROP) y asistieron unas cincuenta personas. “La solución a los problemas de este pueblo pasa por el debate” comentó Pablo Sierra, miembro de PROP y moderador del encuentro, “exponer los problemas, discutir sobre posibles soluciones y debatir cómo queremos que sea Sant Antoni en el futuro. Debati, escuchar las opiniones y tener una ciudadanía implicada: son los elementos indispensables para una gestión democrática del municipio”.

Los participantes en la charla partían de las opiniones más opuestas que se pueda imaginar. “El West es la cloaca de Europa” afirmó Matilde Martínez, enfermera del centro de salud de Sant Antoni. No podía estar más en desacuerdo Joan Pantaleoni, presidente del PP local y empresario con múltiples negocios en el West: “Es el motor económico de Sant Antoni. El West es un problema pero también una oportunidad. Nos guste o no, forma parte consustancial del pueblo. A algunos les gustaría poner una bomba y que el West desapareciera, pero eso sería la desaparición de Sant Antoni”.

«Tenemos el servicio de ambulancias colapsado»
La representante de la Asociación de Vecinos de Sant Antoni, Mari Carmen Muñoa, realizó un diagnóstico sobre cómo repercuten los problemas del West en el conjunto del pueblo: “El West es un caos nocturno y un desierto diurno. Sólo funciona de noche y deja detrás de si un territorio sin tejido comercial, en el que los negocios locales han desaparecido”. Muñoa señaló que hasta finales de la década de los ochenta, el West “incluía a todas las nacionalidades, pero con la crisis de principios de los noventa los hoteles decidieron bajar precios y apostar por un turismo de mala calidad y centrado exclusivamente en el mercado joven británico, que es un turismo muy excluyente”.

Por su parte, Matilde Martínez incidió en los problemas sanitarios que provoca el West: así, denunció que algunos negocios “dan de beber a los turistas hasta que se desploman y luegon llaman al 112”. Martínez explicó que las asistencias a los etílicos por ambulancias del 061 “las pagamos todos” pero es que, además, las ambulancias no están para trasladar borrachos: “Se han dado caso de pacientes de riesgo que han esperado una hora a ser atendidos porque las ambulancias estaban colapsadas por los etílicos”.

Para el economista Martí Garcia Marí, la única solución del West pasa por una reconversión profunda de su planta hotelera: “El centro del pueblo está lleno de hoteles pequeños y de apartamentos modestos que atraen a un turista joven y con pocos recursos. Es imposible atraer a un turismo familiar con esta planta hotelera. Si queremos que el West y Sant Antoni cambie, el plan renove en sus hoteles debe ser profundo, y este proceso no se hace en uno o dos años”.

«Los empresarios somos los primeros interesados en que haya limpieza y seguridad»
Frente a todas estas críticas, tanto Pantaleoni como Pepe Colomar, presidente de la Asociación de Empresarios del West, defendieron el modelo de negocio, aceptaron algunas críticas, y argumentaron que los empresarios son los primeros interesados en resolver los evidentes problemas que sufre el pueblo, problemas que resumieron en dos: seguridad y limpieza.

“El año pasado, los empresarios del West propusimos al Ayuntamiento pagar de nuestro bolsillo seguridad privada para llegar hasta donde la policía no puede llegar y garantizar la seguridad de nuestros clientes. También ofrecimos poner peones de limpieza y contratar a una empresa privada para recoger los etílicos y acordar el coste con un seguro. La respuesta del Ayuntamiento ha sido cerrar los bares una hora antes” denunció Pantaleoni, que fue teniente de alcalde del pueblo durante el mandato de José Sala, y afirmó que “los empresarios somos los primeros interesados en que no hayan peleas ni problemas. Queremos que nuestros clientes estén tranquilos y se diviertan en paz, y no que sean víctimas de robos ni agresiones”.

Colomar denunció también la dejadez y el abandono que sufre la zona por parte de los gobernantes municipales: “La última vez que se cambiaron las baldosas fue en el año 92, y lo pagamos los empresarios. El alcantarilla está fatal, rebosa de suciedad. La limpieza es muy deficiente”. Colomar se quejó de que “los empresarios pagamos religiosamente nuestros impuestos de limpieza, nos comprometemos a tener nuestra terraza limpia a las ocho de la mañana, y los servicios que recibimos no están a la altura”.

Los empresarios también criticaron el incumplimiento sistemático de las ordenanzas municipales por parte de algunos empresarios-pirata: “Incumplen la ordenanza de publicidad dinámica con los tiqueteros. Incumplen todas las ordenanzas y son una competencia desleal hacia los empresarios que sí somos legales” denunció Pantaleoni, que lamentó también la mala fama que tiene el West y que, en su opinión, es innemerecida: “Muchos jóvenes van a una fiesta llamada Zoo, en ses Païsses, se ponen ciegos de todo, y luego cuando salen de la fiesta y vienen al West, la culpa es del West. Y con los party-boats pasa lo mismo”.

La charla y el posterior debate con el público se extendió durante un poco más de dos horas. Entre el público se pudo ver al regidor del PI Joan Torres y a la regidora del PSOE-Pacte María Torres. También asistió el regidor en Vila de EPIC-Eivissa Toni Villalonga. No acudió, sin embargo, ningún representante del equipo de gobierno municipal.