@Vicent Torres / Santi Vila Vicente (Granollers, 1973) ha sido una de las figuras más relevantes del gobierno de la Generalitat de Catalunya que convocó el referéndum del 1-0 y que fue el detonante del mayor terremoto de la política española de las últimas décadas. El exconseller trató de evitar el «choque» de trenes, pasó una noche en prisión y es uno de los tres políticos de aquel Govern que está en libertad con medidas cautelares. Pese a que ha dejado su impoluto traje en el armario, apura sus últimos días de vacaciones en Eivissa junto a su marido con la elegancia que le caracteriza. Ha sido denostado tanto por los del sector independentista, ya que muchos le consideran un traidor, como por los llamados constitucionalistas. Se define como un político moderado y todos los charcos que pisa lo hace de manera deliberada.
P: Pese a que ha dejado la primera línea de la política, durante estos últimos días un medio de comunicación publicó una información claramente homófoba para meterle un ‘palo’. ¿Sigue sufriendo igual que durante los meses más candentes del procés?
R: Seguramente es inevitable. Han sido muchos años en los que he estado activo en la política y con un nivel de notoriedad muy alto en Catalunya y en cierto modo también en el resto de España. Es algo que se tiene que llevar con deportividad.
Recibe desde los dos bandos.
Sí, fanáticos hay en todos los lados. Afortunadamente, también hay gente centrada y moderada. Durante estas vacaciones en Eivissa me he encontrado con mucha gente que me saluda y nos reconoce que intentamos que no llegara el choque: «Usted es una persona centrada». En Sant Antoni nos pasó, es algo que se agradece. Estas difamaciones y especulaciones pseudoperiodísticas se deben enmarcar dentro del terreno del ruido. En cambio, se debe valorar a todos los medios de comunicación rigurosos y a los ciudadanos que ya ven los que intentan sumar y los que buscan complicar más el asunto.
¿Por dónde pasa la solución?
Más allá de los procesos judiciales, vendrá por el lado de la política. Conservadores y progresistas tendrán que comprometerse a volver a encarrilar el conflicto político. Es posible; hay mucha más gente moderada de la que pensamos.
¿Cómo ve actualmente al Partido Popular? Soraya Sáenz de Santamaría jugó en la sombra un perfil como el suyo, pero ha ganado Pablo Casado.
Si no potencian perfiles moderados no ganarán. Ahora, el PSOE tiene una gran ventana de oportunidad porque el PP tendrá muchas dificultades para volver a un discurso potente. Si lo único que pueden ofrecer es palos a Catalunya… Tiene el recorrido que tiene. Si los partidos saben reconocer esto en el marco de una situación extremadamente difícil y buscar una solución, estoy convencido de que será un premio para los ciudadanos, sean más conservadores o más progresista.
Casado, de momento, no ha apostado por la moderación.
Lo único que ha hecho es hacer gestos hacia la derecha, lo acostumbran a hacer los candidatos cuando empiezan. Buscan contentar a su electorado más duro y después, a medida que ven que progresan adecuadamente, van viajando al centro. Veremos si esto es tacticismo político o sólo es un hombre al servicio de las posiciones más ultraconservadoras.
¿Volverá a la primera línea de la política?
El futuro no está escrito. Tengo vocación de servicio público y el trabajo ha salido notablemente bien. No es menos cierto que tengo por delante un proceso judicial como el resto de compañeros que estábamos en la Generalitat en la legislatura anterior y esto puede tener consecuencias e impacto en nuestras carreras políticas. De momento, estoy en el ámbito privado y pendiente de juicio.
¿Tiene más futuro en el PSC o en el bando de Junts per Catalunya?
No me he planteado el futuro. Siempre he creído que el proyecto español puede funcionar si reconoce su diversidad nacional; si se habla de España como una gran nación de naciones. Si esto lo sabemos explicar, yo puedo participar de un proyecto así, aunque vete a saber cómo se llama. Si se niega que Catalunya es una nación y, por lo tanto, tengo que renunciar a mis convicciones, es evidente que tendremos que crear un partido nuevo o quedarnos en casa.
Ha tenido tiempo para reflexionar. Si pudiera volver atrás, ¿dimitiría todavía antes de su cargo en la Generalitat?
Aguanté hasta el final porque estaba convencido de que podríamos evitar el choque. Había políticos en los dos bandos que estábamos trabajando en esa dirección. De hecho, estuvimos a punto de lograrlo. Dimití cuando constatamos que no estábamos en condiciones de explicar a la opinión pública que no se haría la DUI [Declaración Unilateral de Independencia]. Pensé que no era coherente que hubiera negociado una solución, la hubiéramos conseguido y que no se aplicara por no explicarla a ciertos sectores. A partir de aquí, hay que asumir las cosas con responsabilidad. Es evidente que, a toro pasado, tenemos que ser todos autocríticos. Muchas cosas de las que pasaron, sobre todo el último tramo de la legislatura, requerirán una disculpa por parte de muchos de nosotros.
Hace unos días se organizó en Eivissa un ‘Sopar Groc’. En las inmediaciones del restaurante se llevó a cabo una manifestación en favor de la unidad de España. ¿Esperaban que el procés despertara también un sentimiento patriótico que hasta el momento parecía dormido?
Quiero pensar que no es representativo; que los sectores más extremistas no representan ni a la sociedad española ni a la catalana. Afortunadamente, como se puede ver en Eivissa, es un país moderno que ha visto transformar sus empresas, sus valores y su sociedad. Nos tenemos que conjurar para proteger el progreso y la convivencia.
¿Ha hablado con Carles Puigdemont?
La verdad es que no. He hablado con su entorno familiar, pero desde que se fue a Bruselas no hemos hablado.
¿Siguen siendo amigos?
En el terreno de lo estrictamente personal, le he hecho llegar a su entorno que puede contar conmigo siempre que les sea necesario. Le tengo un gran aprecio personal. Políticamente creo que quedó desbordado por las circunstancias.
¿Presos políticos o políticos presos?
Creo que, en estos momentos, la judicialización de la política en Catalunya no ayuda a encontrar soluciones. Hay una profunda desproporción entre lo que pasó y cómo se está tratando esta cuestión. Los que están en la prisión lo están injustificadamente. Ahora, son políticos presos.
Usted aseguró en el programa de Risto Mejide que la diferencia con el resto era que se prestó a declarar desde el primer momento. ¿Lo mantiene?
Yo fui el único que declaró aquella primera noche. Ahora, después han pasado muchas más cosas. Somos tres exconsellers los que estamos fuera de la cárcel con medidas cautelares. Las razones por las cuales hay un trato diferente hay que preguntárselas a la Fiscalía.
¿Qué relación tiene con Eivissa?
Vengo desde hace muchos años, desde que era adolescente. Aquí le pedí matrimonio a mi marido, el año pasado durante la noche de Sant Joan.
Todo muy bucólico.
Estaba todo premeditado [Ríe] Nos gusta mucho la isla y tenemos muy buenos amigos. Nos gusta mucho ir a Amnesia, pero también disfrutar de buenos restaurantes, las playas increíbles. También nos encanta Formentera.
Recomiéndeme un lugar para comer o cenar.
Esto me incomoda un poco [Ríe]. Todo el mundo intenta hacerlo lo mejor que puede… Pero ya que estamos en Vara de Rey, que ha vivido una transformación urbanística deliciosa, nos gusta mucho Ca n’Alfredo, por ejemplo. Es evidente que aquí hay muy buenos restaurantes.
Ahora se discute el modelo turístico. Han salido también partidarios de un sector llamado ‘turismofóbico’.
El turismo tiene externalidades negativas, pero la turismofobia es un error rotundo. Es muy importante que las administraciones públicas de Balears ayuden y refuercen el papel de liderazgo de los emprendedores y empresarios de las islas, y en concreto de Eivissa, para actualizar el modelo turístico vinculado a la excelencia. En Eivissa existen las mejores cartas y si la administración acompaña a los empresarios es imparable.