El director de la Escuela de Vela del Club Náutico de Ibiza, Sebastián Vidal (Eivissa, 26 de noviembre de 1969), lleva tres décadas al frente de la formación de regatistas en el municipio. Ha entrenado a muchos de los mejores regatistas que ha dado la isla, algunos de los cuales han llegado a lo más alto del podio en campeonatos de carácter internacional, europeos y mundiales. En esta entrevista repasa su trayectoria como técnico, recuerda sus inicios y lo que ha mejorado este deporte con el paso de los años gracias a la inversión permanente que el CNI ha realizado en la escuela de vela. También habla, cómo no, del concurso por la concesión de las instalaciones, que debe resolverse en breve y que podría poner fin a cerca de un siglo de tradición marinera en la capital insular.
¿Cómo fueron sus inicios en la Escuela de Vela del CNI?
Aprendí a navegar de la mano de los profesores de este club cuando tenía 10 años. Jamás pensé que algún día sería el responsable de la escuela en la que me había formado; pero empecé a combinar trabajos de marinería y de entrenador y al final acabé dirigiéndola. Lo cierto es que el CNI ha democratizado el deporte de la vela. Siempre ha contado con el material necesario y lo ha puesto a disposición de quienes han querido aprender a navegar. En un momento dado se apostó fuerte por la formación de regatistas, y desde la época de Julián Vilás como presidente, y también con la ayuda de padres, como, por ejemplo, Bartolomé Marí Mayans o Toni Fita, quienes, desgraciadamente, ya no están tampoco entre nosotros, y de los propios monitores, se hizo un gran trabajo para que todo quien quisiera pudiera navegar.
¿Cuáles han sido sus mayores recompensas como técnico?
La vedad es que la satisfacción es tan grande cuando se consigue un título importante como cuando un niño al que le gusta el mar aprende a navegar. Ganar regatas siempre ha sido uno de nuestros objetivos, pero nunca ha sido el único. Las recompensas han resultado infinitas, sobre todo con el paso de los años, y no necesariamente han tenido que ver siempre con la consecución de títulos. Disfrutamos mucho con las victorias de nuestros regatistas, que nadie entienda otra cosa, y estamos muy orgullosos de los que hemos conseguido y los hitos alcanzados. Lo que ocurre es que la labor que realiza el club en cuanto a la formación es más genérica y amplia y tiene que ver con que la gente del municipio y de Eivissa en general viva de cara al mar, que no le dé la espalda, algo que no deberíamos permitir por el hecho de vivir en una isla.
Si las instalaciones de la marina y el edificio del club y de la escuela cambiaran de manos en el concurso por la concesión, ¿seguiría existiendo la misma facilidad para practicar el deporte de la vela en la ciudad de Eivissa?
Un club náutico es imprescindible en todos los puertos, y el de Eivissa, en concreto, irremplazable. No lo puede suplir un opositor que no está afiliado siquiera a la Federación Balear de Vela ni a la Española. Una empresa con afán mercantilista -como todas-, no es lo mismo que una entidad sin ánimo de lucro, como es el caso del Club Náutico de Ibiza. Los socios y los ingresos que generan los amarres de la marina se reinvierten y sostienen la Escuela de Vela y la formación de navegantes. Cómo organizaría una empresa de estas características un campeonato de España, como ha venido haciendo el CN Ibiza de forma regular: simplemente, no podría. La directiva del club es altruista, nadie cobra. Es más, a muchos de sus componentes incluso les cuesta dinero, invierten y han invertido desde siempre en este deporte a fondo perdido. Esto no lo haría nadie que no fuera un apasionado de la vela y el deporte, y menos una empresa que pretende lucrarse donde hoy se hace deporte.
¿Sería viable que el club deportivo del Náutico de Ibiza, todas sus licencias federativas y los cursos de formación que impulsa anualmente tuvieran cabida en otra ubicación, en otro espacio dentro del municipio?
Es francamente complicado. En primer lugar hay que decir que los estatutos del club no van ligados al concurso por la concesión, es algo que va totalmente al margen, que no está ligado a ninguna transacción. Por otra parte, en el municipio ahora mismo no existe alternativa, no hay instalación alguna capaz de albergar el volumen que ha adquirido la Escuela de Vela. Su supervivencia y su futuro están ahora mismo en serio peligro. Y lo peor de todo es que no hay un plan B.
¿Es duro estar siempre en contacto con el mar con la responsabilidad que conlleva trabajar con niños?
Son muchas horas contra viento y marea, como se suele decir, al sol en verano y bajo la lluvia de invierno, pero si haces algo que te gusta y te apasiona, como es el caso, resulta reconfortante. Además, de un tiempo a esta parte los medios con los que contamos han mejorado mucho y eso hace el trabajo mucho más llevadero. Con el paso del tiempo también vas viendo cómo algunos de los niños y niñas que comenzaron de pequeños en la escuela de vela han encontrado en el mar una salida profesional, como capitán de la Marina Mercante, mecánico de barcos, marinero… Y creo que nosotros, que el club, contribuimos a que, en un momento de su vida, aprendieran a querer y a respetar el mar y que después hayan querido seguir ligados a él de una manera u otra.
¿Cuántos alumnos pasan al año por la Escuela de Vela del Club Náutico de Ibiza?
Alrededor de unos 350 en los cursos de verano de vela, más un centenar en los de windsurf y otros tantos en los de kayak. Lo cierto es que si no existiera este club, rara vez todos estos chicos podrían practicar estos deportes durante el año en el municipio de Ibiza. Por otro lado, hemos solicitado a la Federación Española la organización del campeonato de España de Ilca 7, clase olímpica, y en este momento no sabemos si podremos llevarlo a cabo porque estamos pendientes de que se conceda la concesión o no. Estas regatas de nivel también corren peligro, y eso es malo para la isla y para la promoción del deporte.
Como entrenador, ¿es capaz de detectar desde un primer momento qué regatista puede llegar a la élite?
Sí, es fácil de detectar. Igual que un ojeador de fútbol ve el talento en un primer momento. Se observa en la posición en la que sitúa en el barco, el respeto que le tiene al mar, la rapidez con la que ejecuta las maniobras y sobre todo la inteligencia y la estrategia que se debe de aplicar en una regata. Y a partir de ahí, a navegar muchas millas hasta llegar a lo más alto para seguir engrosando la extensa nómina de grandes regatistas que ha formado el Club Náutico de Ibiza y que al poner fin a su carrera como deportista siguen vinculados a la entidad.