NouDiari / Si a cambio de dinero entregamos la tierra fértil y generosa, la tierra que luego sustituyeron por asfalto y hormigón, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos el mar de Homero, limpio y lleno de vida, el mar que luego sustituyeron por aguas arrasadas y contaminadas, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos la costa y sus orillas milenarias, la costa que luego sustituyeron por hoteles feos, paseos marítimos, diques colosales y puertos deportivos, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos el silencio y el descanso de la noche mediterránea, el silencio que luego sustituyeron con decibelios exacerbados y gritos, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos las leyes y las ordenanzas, normas y restricciones que luego sustituyeron por multas rentables o gestos de soberbia impune, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos la oportunidad de ser la vanguardia cultural de un país y de un continente, y asistimos impávidos a la paulatina desaparición y exilio de los pintores, de los escultores, de los arquitectos visionarios, de los cineastas, de los escritores, de los traductores, de los pensadores; la vanguardia cultural que luego sustituyeron por DJs millonarios y endiosados que abandonaban la isla en jet privado en cuanto terminaban su set. ¿Cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos la lengua dulce del poeta que habló de esta tierra y de su gente, la lengua que luego sustituyeron por la lingua franca del cash y del buisness: minimum spend, book your VIP table and Bottle Service a Formentera per i nostri VIP. ¿Cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos el derecho a una vivienda digna y adecuada, un derecho que luego sustituyeron por un mercado parasitario y hostil, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Si a cambio de dinero entregamos la ciudad y la idiosincrasia de sus calles y comercios, la ciudad que luego sustituyeron por hoteles y franquicias idénticas a todas las franquicias de todas las ciudades saqueadas, ¿cómo no íbamos a entregarles también la salud?
Afirman que el turismo es la empresa de la que somos accionistas todos los españoles, cuando la realidad es que la única empresa de la que somos accionistas todos —todos— los españoles es la salud.
Así que hoy, si a cambio de dinero nos exigen que lleguen cuanto antes los aviones, los cruceros, si nos exigen que se elimine la cuarentena, si con vídeos engañosos sugieren que aquí no pasa nada, que todo puede volver, que todo debe volver a ser como ha sido siempre, crematístico y veloz, bajo la premisa de que, total, sólo queda una cosa por entregar y esa es la salud —un muerto, tres muertos, doce muertos, cincuenta muertos pequeños— ¿cómo no íbamos a hacerles, una vez más, caso? Afirman que el turismo es la empresa de la que somos accionistas todos los españoles, cuando la realidad es que la única empresa de la que somos accionistas todos —todos— los españoles es la salud. Y a muchos les encantaría que esa empresa no fuera de todos, sino suya.
Hemos hecho tanto, hemos trabajado tanto todos juntos. Hemos sacrificado ya tanto, unidos. Lo hemos hecho bien. Hemos avanzado, hasta hoy, por una vez, con pasos lentos, cautelosos y seguros. Y, sin embargo, en esta recta final a muchos se les ha ocurrido que lo mejor es acelerar a tope para cruzar la meta cuanto antes. De poco servirán después nuestra desesperación y nuestros “¡trata de arrancarlo!”.
Si a cambio de dinero nos exigen, también, la salud, la transacción acabará teniendo lugar, no lo dudo. El poderoso caballero es así. Nos hablan mucho de recuperar el pulso económico cuanto antes, pero seguimos, de momento, sin una respuesta para la pregunta más importante: ¿con qué van a sustituir, luego, la salud? Pero la pregunta no le importará a casi nadie, y los únicos que necesitarán una respuesta ya no podrán escucharla.