Walter Benjamin, uno de los filósofos más reconocidos y populares de la historia, residió en Ibiza durante los años 1932 y 1933. Aunque la isla era entonces un paraíso virgen, el intelectual fue perfectamente consciente de que se encontraba en un momento crítico, con la modernidad y el turismo llamando a sus puertas y amenazando con terminar con esa virginidad y con las tradiciones de una isla casi medieval por entonces.
La estancia de Benjamin en Ibiza se produjo, además, justo antes del ascenso del nazismo en Alemania. Este contexto añade un trasfondo significativo a su visita y a sus escritos. Todo ello está recogido en el libro La destrucció del paradís? Eivissa, Walter Benjamin i el primer desevolupament turístic de los historiadores Lluís Costa y Bruno Ferrer, editado por Punt i apart. Un libro que no puede estar de mayor vigencia, en mitad de las protestas contra el turismo masivo y sus impactos en la falta de vivienda y otros problemas en lugares como Ibiza, Mallorca o Canarias.
Lluís Costa, doctor en Historia y profesor de la Universitat de Girona, llevaba años intercambiando información sobre este tema y otros con Bruno Ferrer, también doctor en Historia y profesor en la Universidad de Puerto Rico. Admiten que, sin haberlo pensado, la salida del libro ha sido completamente oportuna al momento social. “Ha llegado en un momento en el que se ha generado toda una corriente de hartazgo y de necesidad de repensar el modelo turístico imperante”, reflexiona Costa, que destaca que, como historiador, le produce un cierto placer el hecho de demostrar con este libro que “la historia sirve para alguna cosa”. Lo cierto es que “fijarnos en lo que decía Benjamin en los años 30 y profundizar en ello permite entender lo que sucede en la actualidad”, remarca.
“A Bruno y a mí nos agrada pensar en la vigencia de Benjamin y del libro, que sirve para entender el presente a partir del pasado”, relata, y recupera, en este sentido, las imágenes de la reciente manifestación contra la masificación turística en Ibiza, con mujeres vestidas de pagesa —como irían ataviadas en la época en la que Benjamin estuvo en Ibiza— y con eslóganes como Somos extranjeros en nuestra propia isla. “Si Benjamin lo viera ahora, diría que era eso precisamente de lo que hablaba en los años 30. Visto desde los ojos del siglo XXI hay que reconocer que sus peores previsiones se cumplieron”, admite el historiador.
Durante su estancia, Benjamin escribió varios ensayos y cartas marcadas por su interés en la interacción con la cultura de la isla y el entorno (la idea de experiencia, tan importante para él y que tan bien refleja el libro Experiencia y pobreza de Vicente Valero, editado por Periférica). A través de ese cambio social y cultural que pudo ver de primera mano en la isla, Benjamin fue capaz de hacer un análisis crítico transferible a cualquier otra sociedad a punto de ser impactada por el turismo, convirtiéndose así en una especie de visionario que está de plena actualidad hoy en día.
Un tema muy interesante que planea en el libro es la diferencia entre un turista y un viajero. Mientras que un turista viaja con un objetivo específico, que hoy en día pasa a veces por cazar la foto que ha de subir a sus redes sociales; el viajero está abierto a cambiar de planes y a dejarse llevar por las emociones del momento. Benjamin o el artista Raoul Hausmann no son turistas sino viajeros que descubrieron en Ibiza “un lugar que les provoca una sensación de espacio virgen con una naturaleza privilegiada y no contaminada”.
“En el poco tiempo que discurre entre sus estancias de 1932 y 1933 Benjamin ya detecta la problemática y esa tendencia de desvirtualización del paraíso porque comienzan a construirse hoteles, por ejemplo, o porque se transforman las infraestructuras”, explica Costa. De modo que Benjamin, una referencia intelectual de gran peso en Europa, fue testigo de un momento crucial en la historia de Ibiza, que transitaba de la Edad Media hacia la modernidad. “Benjamin se ha convertido casi en una marca, y poder asociarlo a Ibiza es una oportunidad extraordinaria. Haciendo una comparación con su figura mediática en Portbou, vemos cómo una breve estancia se ha transformado en una marca potente. Allí solo estuvo un día pero en Portbou todo transpira Benjamin: la biblioteca, el monumento, su tumba en el cementerio… No sé si en Ibiza sucede lo mismo, pero es un tesoro haber tenido a Benjamin durante dos años, donde, en su proceso creativo, narró Ibiza. Es una suerte que debería aprovecharse”, reflexiona el autor, que cree que sería beneficioso plantear una asociación de Benjamin con Ibiza y apostar por el turismo cultural a través de una figura de la dimensión del filósofo. “Si yo fuera concejal en la isla, no lo dudaría”, añade el historiador.
Benjamin viene a Ibiza huyendo del ascenso nazi, de una separación sentimental y de su pobreza. Busca un lugar barato donde vivir y le ayudan sus amigos. “Benjamin tiene una personalidad muy castigada. Psicológicamente ha padecido mucho. Cuando llega a Ibiza por primera vez, acaba de separarse y se encuentra sin recursos económicos, dependiendo en gran medida de la ayuda de conocidos y amigos. Llega de la mano de una familia de alemanes amigos, que tienen un hijo que viene a Ibiza para estudiar elementos antropológicos en la isla. En un contexto político de ascenso del nazismo en toda Europa, Benjamin es un hombre atormentado, con la idea del suicidio rondándole la mente”, explica Lluís Costa.
La estancia en Ibiza influyó muchísimo en Benjamin, ya que buscaba en la isla un contexto y unas características que le permitieran pensar. En medio del bosque, se alejaba de la vida cotidiana para reflexionar. Se levantaba temprano para darse un baño y valoraba el silencio y la soledad. El entorno y sus características naturales y humanas le influyeron profundamente. “Como buen narrador, trabajaba con el concepto de la experiencia, y acreditaba la autenticidad de lo que escribía a través de la experiencia vivida, la cual se captura auténticamente a través de la oralidad y el diálogo con la gente. Sin embargo, tenía un problema con el idioma: no conocía el catalán y apenas dominaba el castellano, por lo que dependía de sus amigos para relacionarse con la gente y los pageses de la isla. Le gustaba escuchar y valoraba esta metodología para escribir”, añade el historiador sobre cómo el filósofo se relacionó con la isla y los ibicencos..
Ibiza se convirtió en un espacio de acogida notable para intelectuales. “Aunque las relaciones podían ser más o menos intensas, compartían muchas cosas en común”.
El debate ya estaba en la prensa de la época
Lluís Costa, que es experto en historia de la comunicación, ha dado un papel fundamental en el libro a la prensa de la época, donde se observa que el debate sobre la llegada del turismo ya era un tema de primer nivel. Una parte de la prensa apostaba por el progreso y otra parte, como el periódico Excelsior, que tenía una posición más conservadora, ya escribía: «El turista, atraído por la singularidad, acaba por destruirla». No estaban en contra del progreso, pero les preocupaban las intenciones de la gente que llegaba, así como la relajación de las costumbres, visible, por ejemplo, en las turistas y sus vestimentas. «Hemos trabajado mucho con la voz de la prensa para contextualizar todo esto”, relata el experto.
Un apartado muy interesante del libro explica cómo se construye la percepción de un lugar turístico a través de las postales, lo que en la actualidad podríamos trasladar al Instagram. Los autores reflexionan sobre la experiencia del viaje sin dejarse influenciar por las imágenes turísticas, que obligan a visitar determinados lugares, como si no haberlos visitado significara no haber aprovechado el viaje. Ahora, aquellas postales han encontrado su reflejo en las redes sociales, presentando una imagen que no representa una experiencia real de un viaje a Ibiza, con la gente y los acontecimientos de la isla, fuera de lo que aparece en las redes. «No es una verdadera experiencia, sino una búsqueda de lugares”, asevera.
La abuela de Benjamin era una gran viajera y tenía una colección de postales, algo que le interesaba mucho a Benjamin. “Pero él no es un turista típico; puede que le interese la muralla de Ibiza, pero no llega condicionado por ninguna imagen previa. Llegó a Ibiza sin saber qué encontraría”, explica el historiador.
Uno de los anexos del libro contiene unos escritos sobre Ibiza de Irene Polo, una periodista extraordinaria pero de la que pocos han escuchado hablar. “Es una de las viajeras olvidadas, lo cual suele ocurrir con muchas mujeres. Es necesario reivindicar estas figuras, especialmente considerando lo complicado que era en los años 30 para una mujer realizar un viaje así y ser una figura literaria”, valora Lluís Costa.
Un libro no premeditado que todavía no tiene fecha de presentación en Ibiza
El libro nació a partir del intercambio de documentación de la época sobre Benjamin con Bruno Ferrer, que vive en Puerto Rico. “Hace doce o trece años, Bruno me invitó a colaborar juntos, debido a nuestros intereses comunes. Mi línea de investigación se centraba más en la comunicación y los medios, a lo que me he dedicado durante muchos años. Poco a poco, fuimos intercambiando documentación y artículos, acumulando una gran cantidad de información, ¡hasta que el disco duro ya no podía almacenar más! Hace un año y medio decidimos poner en orden toda esa información, lo cual fue un desafío debido a la sobreabundancia de datos. Finalmente, logramos sistematizarla en un libro, utilizando el tema del turismo como hilo conductor para entender no solo el momento de Benjamin, sino también la actualidad”, relata el historiador, que no oculta que este ha sido uno de los libros que más esfuerzo le han requerido, debido a la sobreinformación y la extensa documentación bibliográfica de referencia sobre Ibiza.
Los autores están especialmente contentos del diseño de la portada del libro, obra de Eduard Bigas, un artista catalán afincado en Berlín. “Le explicamos lo que pretendíamos y creó una imagen en forma de collage. La figura principal, de la que cuelga un círculo dorado que representa el oro y el dinero, es una alegoría al turista y a la inevitable invasión y destrucción del paisaje que comenzó en aquellos días y que todavía no se ha detenido. La portada nos ha gustado mucho porque interpreta muy bien la idea del libro y es muy original”, valora Costa.
El libro La destrucció del paradís? Eivissa, Walter Benjamin i el primer desevolupament turístic (que por cierto coincide en su título con La destrucción del paraíso, de Joan Lluis Ferrer, y editado por Balàfia Postals) todavía no tiene fecha de presentación en Ibiza, algo que los autores esperan que se solucione pronto ya que el libro se ha convertido ya por méritos propios en una referencia. Y así lo subrayaron Pilar Parcerisas, presidenta de la fundación Angelus Novus que recoge y valora el legado de Benjamin, y Carles Duarte, poeta, lingüista y político, en la reciente presentación del libro en la Fundació Lluís Coromina de Barcelona, donde lo definieron como una tesis muy bien documentada y escrita con rigor.
El libro se presentará también próximamente en Portbou, Palafrugell y Girona.
He descubierto un filón. Si el 80%de los vehículos son alquilados y estás empresas cobran 40€/por dar(solo eso) los datos del conductor a la DGT además del 20%por adelantar el pago. Opcional.
Salen 85 millones de Euros /año por la 19.000 multas de radar.
Suficiente para dejar las islas con autopistas futuristas , cada año (quitando comisiones políticas y mangoneos existentes).
Tema a estudiar a los que, SEGURO ya lo estudiaron
Dudas corrosivas, pero veraces.
Síndrome del trabajador quemado?.
Esto me recuerda a una doctora de un hospital de Barcelona que acabo con la vida de 5/6 pacientes ingresados y otros muchos heridos.
Al final lo acaban pagando los más indefensos e inocentes.