@Noudiari / El problema de la vivienda en Ibiza esconde historias desgarradoras como la que hemos conocido hoy a través de José Nieto, quien invirtió unos 5.000 euros en un piso alquilado junto a su pareja en el número 49 de la avenida de Sant Josep en Vila y lo perdió todo cuando la propietaria le prendió fuego. Previamente había intentado envenenarles al negarse a pagar el triple de mensualidad de lo que habían acordado antes de amueblar y comprar electrodomésticos para el piso. El afectado afirma sentirse decepcionado con el Consell d’Eivissa y las autoridades en general pues no recibió ayuda tras el suceso y tuvo que dejar la isla.
El incendio que sucedió hace un año causó el desalojo de una veintena de vecinos, pero por suerte, no hubo que lamentar víctimas. La autora del incendio se encuentra en prisión preventiva a la espera de juicio por un delito de «incendio con peligro para la vida e integridad física», y tiene antecedentes por otra causa.
Los hechos sucedieron cuando la casera decidió triplicar la cuota mensual y pedirles 1.500 euros. La pareja granadina se negó ya que se habían encargado de acondicionar la vivienda, comprando electrodomésticos y amueblándola por un valor de 5.000 euros y, por eso, habían acordado con ella pagar 500 euros al mes más gastos. Entonces, la propietaria se atrincheró en el piso, sólo dos semanas después de su mudanza, y convirtió su vida en un infierno. Les llegó a poner insecticida en las sartenes y en la nevera. También les iba colocando colillas de la calle en la mesa de comer.
José Nieto, el inquilino explica que «un día fue a casa un procurador, preguntó quién vivía y nos dijo que el piso estaba embargado, que deberían depositar lo que pagásemos mensualmente en el juzgado», relata. Y así lo hicieron.
«Hemos presentado siete u ocho denuncias contra ella, por amenazas de muerte, porque una vez nos quiso envenenar tras rociar la vajilla con insecticida. Por la noche hacía ruidos para que no pudiéramos descansar y aquello era una pesadilla», apunta el denunciante.
La ira de la propietaria al ver que no recibía ingresos por el piso y que la pareja no se marchaba para poder realquilarlo decidió prenderle fuego. Por suerte, ni José ni su pareja estaban dentro cuando inició el fuego. «Nosotros nos temíamos lo peor y por eso dejamos una cámara encendida en la vivienda. La suerte es que gracias a ese vídeo la policía pudo ver como esta mujer generó cinco focos de fuego en el interior de la vivienda», comenta el denunciante.
Denuncia por coacciones
Justo el día de antes del incendio la denunciaron por coacciones y la Policía Local de Ibiza se personó en la vivienda. Delante de los agentes se mostró muy agresiva y lanzó una maleta a otro inquilino al que ya le había alquilado otro dormitorio. El golpe le originó lesiones en la espalda. Los agentes se la llevaron detenida, pasó la noche en los calabozos y al día siguiente quedó libre. Un día después, le prendió fuego a la vivienda.
José, quien llevaba tres años trabajando en Ibiza, se ha tenido que volver a su Granada natal sin dinero ya que perdieron todo invirtiendo en el piso y ahora él vive con sus padres y su novia con los suyos.
Al no haber formalizado el contrato con la propietaria no se le reconoce la pérdida y se queja que ni desde el Consell ni las autoridades locales le han dado ayuda ni soluciones. «Nuestra intención era permanecer en esa casa durante todo el año por el importe de alquiler acordado en un principio, por eso nos llevamos mucha ropa, el ordenador y otras pertenencias», explica la víctima, mientras espera el juicio del 7 de junio.
Al parecer, la casera ya tenía antecedentes pues llevaba años alquilando, extorsionando a sus inquilinos y molestando a los vecinos.
Partiendo de que la casera es una hija de puta, tampoco entiendo muy bien quién «invierte» 5.000 euros en un piso que no es suyo.
La burbuja de los alquileres ha llegado a extremos de locura en las grandes capitales y zonas turísticas.
Uno de sus efectos más evidentes es que cada vez hay menos movilidad laboral, de forma que a la inmensa mayoría de los parados andaluces, extremeños o levantinos les trae más a cuenta quedarse en casa de sus padres sin hacer nada y esperando que les caiga una paguita que irse a Madrid, Barcelona o Ibiza, pagar unos alquileres carísimos y no poder ahorrar o hasta perder dinero trabajando.