Insiste en en que no es un dato que se pueda tener en cuenta científicamente, pero, en lo que va de año, Dean Gallagher, medio australiano y medio británico, profesor de inglés y destacado voluntario en la lucha contra la proliferación de serpientes en Ibiza, ha capturado un 40% menos de ofidios que en 2023 por estas mismas fechas.
La más grande que ha cazado este ejercicio rondaba el metro y medio de longitud y tenía un diámetro de unos tres centímetros en la parte central. Explica, asimismo, que, según los registros que lleva, la más larga que se ha cogido este año en la isla medía 1,92 centímetros y fue localizada cerca de la carretera de Sant Josep por un vecino de este municipio.
La zona en la que más capturas se están produciendo este año se sitúa en el municipio de Santa Eulària, en Talamanca y la urbanización de Can Pep Simó, exactamente, pero el número ha crecido también en Sant Josep, concretamente en Cala Tarida, es Cubells y Sant Jordi. En el lado opuesto, ha disminuido en el Norte, en el municipio de Sant Joan, donde hace unos años campaban a sus anchas.
De todas formas, Gallagher advierte de que el comportamiento de las serpientes ha cambiado y no se puede bajar la guardia. «Son inteligentes y han aprendido a esconderse, han cambiado de hábitos y de hábitat, y se están desplazando de un lado a otro de la isla, con lo que es probable que hayan aprendido a ocultarse de los peligros», subraya.
No obstante, señala que años atrás era fácil encontrarse con serpientes que habían sido atropelladas en muchas carreteras, algo que sucede mucho menos en la actualidad, lo que da un halo de esperanza y certifica que el hecho de que cada vez haya más gente y colectivos involucrados en la causa está surtiendo los efectos deseados: la disminución de la especie en la isla, que sigue, eso sí, descontrolada y supone un serio riesgo para la supervivencia de otras especies, especialmente la lagartija, cuya población ha disminuido notablemente en los últimos años.
No hay una cifra orientativa del número de serpientes que hay en Ibiza en la actualidad. «Hay quien dice que debe de haber unas 100.000 y otros que apuntan más alto, pero sin ninguna base científica. Lo único que, por mi experiencia particular, puedo asegurar es que no es como antes, como hace varios años atrás, unos tres o cuatro veranos antes, cuando se las había llegado a ver incluso cruzando calles en núcleos urbanos».
Paciencia
Este voluntario, involucrado en la caza de las serpientes invasoras desde el primer momento con el objetivo principal de proteger a las lagartijas, una especie local, ofrece algunos consejos para la gente que es nueva con las trampas. En primer lugar, señala que hay que ser «paciente». «No se puede instalar una trampa e ir a visitarla constantemente. Todo lleva su proceso, y la presencia de personas alrededor de una trampa ahuyenta al animal, por lo que no es recomendable. Lo mejor es ir a verla una vez cada varios días.
Y si hay una serpiente en la trampa, el mejor momento para sacarla y darle muerte es a primera o a última hora del día, ya que son las horas en las que están menos activas y más relajadas, lo que facilita el trabajo, dice. «Hacerlo al mediodía no es una buena idea, porque puede morder. Cuando se realiza este trabajo es importante ir bien equipado y llevar guantes, por lo que pueda pasar y por precaución».
Por otro lado, Gallagher recomienda que las personas que todavía tienen una población importante de lagartijas en sus terrenos tomen medidas para conservarlas, y no solo de las serpientes, sino también de los felinos. «Es importante que las protejan, mediante trampas, zonas valladas o la construcción de refugios naturales donde puedan esconderse y estar protegidas. Es imposible mantenerlas cautivas, pero siempre se pueden hacer cosas para colaborar en su supervivencia», concluye.