Joan Miquel Perpinyà / Los precios de los billetes de avión y también los de barco han experimentado un notable incremento desde que concluyó el estado de alarma y desaparecieron las restricciones a la movilidad. Es cierto que se han adoptado medidas de seguridad en los vuelos y en los trayectos marítimos, pero no se ha reducido el número de asientos. En los barcos de Baleària se han instalado mamparas de protección en las butacas y también en algunas zonas del salón-cafetería, lo cual da una mayor sensación de seguridad; y hay que destacar el esfuerzo de la tripulación al exigir a los pasajeros el uso de mascarillas en todo momento durante la travesía, como ellos mismos hacen. Además, se toma la temperatura antes del embarque.
Todas las medidas adoptadas son razonables y no son gravosas para los usuarios. Todo lo contrario. Son de agradecer en las actuales circunstancias. Pero los precios son muy altos, incluso con el descuento de residente. Un trayecto Ibiza-Palma con motocicleta puede salir por 75 euros, lo que significa pagar la moto como si fuera un coche. Y encima hay que leer anuncios en la prensa donde se dice que un trayecto interinsular puede conseguirse desde 21 euros por persona y coche. Claro. De ahí en adelante. Se trata de publicidad más que engañosa.
A menudo los desplazamientos entre las islas del archipiélago balear no son por capricho o gusto, sino una necesidad.
Está claro que las aerolíneas atraviesan una situación crítica, al igual que las navieras, colocadas en una posición financiera límite. Que el Grupo Globalia, al que pertenece Air Europa, negocie un rescate con el Gobierno es un hecho suficientemente explícito. Pero la situación de los ciudadanos y de las familias no es mucho mejor. A menudo los desplazamientos entre las islas del archipiélago balear no son por capricho o gusto, sino una necesidad. Además, en un momento donde las administraciones animan al turismo interior para reactivar nuestra maltrecha economía, una política de incremento indiscriminado de tarifas es altamente pernicioso y desincentivador.
El Govern debería mover ficha y actuar con contundencia para que las compañías que se benefician de ingentes cantidades de dinero público provenientes de la bonificación del descuento de residente, dejen de distorsionar el mercado con incrementos injustificados y desproporcionados de los precios.
El Govern debería mover ficha y actuar con contundencia para que las compañías que se benefician de ingentes cantidades de dinero público provenientes de la bonificación del descuento de residente, dejen de distorsionar el mercado con incrementos injustificados y desproporcionados de los precios. No hablo de las acostumbradas letanías del conseller balear de Movilidad y Vivienda, Marc Pons, que tantos titulares acaparan sin aportar solución alguna. Me refiero a acabar con el expolio que sufren los ciudadanos de Balears de la mano de aerolíneas y navieras.