Ana Belén Ecube, la amiga que acompañó a Jenni Hermoso en el viaje a Ibiza, ha relatado las presiones del exdirector deportivo de la Selección masculina Albert Luque para que la futbolista ayudara a Luis Rubiales frente a las críticas que estaba recibiendo por el beso que le dio en la boca.
«La situación le superaba», ha destacado la testigo sobre el estado anímico en el que vio a su amiga en Ibiza, donde comenzó a sufrir la insistencia del exdirector de marketing de la Federación Rubén Rivera para se comunicase con Luque y el director de Integridad Miguel García Caba.
«Era una montaña rusa de emociones. Intentaba disfrutar del viaje, luego era consciente de lo que había pasado y estaba triste y cabizbaja. No era ella», ha afirmado.
Tras llegar a Ibiza, ha relatado, fueron a comer y Rivera se acercó a la jugadora para decirle que la estaban llamando y que tenía el teléfono apagado, y al responderle que no tenía batería, se ofreció a cargárselo, pero ella le respondió que no hacía falta y que ya lo haría al subir a la habitación.
Sin embargo, él siguió insistiendo y ella finalmente aceptó, tras lo que recibió una llamada, al parecer de Caba, si bien ha dicho que no sabe de qué teléfono, y ella respondió que no quería participar.
«Ella estaba agotada anímicamente y físicamente», ha reiterado la amiga de Hermoso al explicar que, tras subir a la habitación, ella rechazó ir con los familiares a comprar ropa para quedarse a descansar. «Me dijo: ‘no puedo más’. Era agotamiento psicológico».
Rivera le siguió insistiendo entonces a la testigo con que quería hablar con Hermoso y ahí ya se dio cuenta de que sus intenciones no eran las de ayudar en su estancia en Ibiza sino «incomodar a mi amiga».
Al volver, ha proseguido, fueron al hotel y, cuando estaban en las hamacas, volvió a insistir a Hermoso y le pedía que por favor contestara a las llamadas que le estaba haciendo Albert Luque, pero ella le pidió por favor que le dejara descansar y al irse él, se echó a llorar porque, según su amiga, «la situación le superaba».
Aún así, la insistencia de Rivera «no cesó» y, finalmente, Hermoso optó por ponerle un mensaje a Luque advirtiéndole de que «no iba a hablar con nadie, que lo entendiera, que necesitaba su espacio», ha expuesto Ecube.
Hasta entonces Rivera era el único representante de la federación al que habían visto en Ibiza, pero más tarde éste llamó para que Jenni bajase al ‘hall’ del hotel a hablar con Luque.
La jugadora no quiso, pero su amiga se prestó a hacerlo para que dejaran de molestarla.
Y es que, ha lamentado, no la estaban dejando disfrutar. «Estaba cabizbaja, casi no hablaba», ha recordado Ecube, al señalar que Hermoso es una persona alegre, «y no estaba bien».
Bajó ella entonces cuando llegó a donde estaba Luque, éste le preguntó si no iba a bajar Jenni, a lo que le contestó que estaba «cansada».
Luque le dijo que no venía en nombre de la federación, sino como amigo, por lo que ella le dijo que si de verdad lo fuera tenía que entender que «necesitaba su tiempo» y que debía «respetar su espacio».
Le espetó, además, que se encontraba en esa situación por «vuestra culpa» y le recriminó que si Rubiales en el comunicado que hizo hubiese pedido perdón, habría «bajado la intensidad», mientras que, por el contrario, «la estáis presionando».
Él le insistió: «Si nos ayudáis ya sabes que Rubiales devuelve muy bien los favores y no os va a faltar trabajo ni a ti ni a Jenni».
Antes de despedirse, ella aceptó intercambiar con él su teléfono tras proponerle quedar a desayunar al día siguiente y así poder ver a Hermoso en persona, «pero esas no eran sus intenciones», ha observado.
Por su parte, ha asegurado que tampoco tenía intención de hablarle o escribirle, pero que accedió «para ganar tiempo» antes de volver a Madrid porque «en Ibiza el ambiente era bastante hostil».
En ese momento, la fiscal ha pedido que se exhibieran los mensajes que Luque le mandó posteriormente a la amiga de Hermoso.
«Me parece tan injusto, tan injusto lo que se le está haciendo a Luis, me parece de tanta bajez(a) humana la actitud de Jenni…tan poca empatía y humanidad…un simple gesto quitarle a una persona un marrón más grande d su vida», decía en uno de esos WhatsApp.
Unos mensajes «muy duros» que no le mostró a Hermoso hasta cuando Rubiales anunció que no iba a dimitir porque ahí constató que «nadie la iba a defender».
Entendió que Hermoso «estaba sola». Y es que, ha enfatizado, «ni siquiera el psicólogo, el salvaguarda, movió un dedo por la víctima».
EFE