Cientos de argentinos han celebrado en Ibiza la consecución del título de campeones del Mundo de fútbol después de superar a Francia en la tanda de penaltis, a la que ha llegado la final, 3-3. La euforia se ha desatado en el restaurante Can Mario, en el barrio de ses Figueretes, donde una pantalla gigante ha concentrado a la afición albiceleste -del once que domina, de Argentina-.
Cánticos, bengalas y emoción describen la estampa de la comunidad argentina de la isla, que ha vivido el partido, no apto para cardíacos, en familia, entre amigos y compatriotas. De la alegría a la mofa, se ha reído en Ibiza el hat-trick, en vano, de la figura francesa Mbappé, que ha quedado relegada a un segundo plano por el nuevo rey del fútbol mundial, de Messi, que reemplaza, ahora sí, a Maradona como el astro sudamericano.
Messi ha sido el faro que ha iluminado el camino, pero el triunfo de Argentina ha sido coral, del grupo, y ha superado a un rival que no ha cumplido con las expectativas y que solo ha querido jugar al fútbol y mirar a la portería contraria cuando se ha visto por detrás en el marcador.