Vecinos de una urbanización de Ibiza situada en el barrio de Siesta, en el municipio de Santa Eulària, tienen miedo. Los diferentes sucesos ocurridos esta semana en una de las viviendas de la comunidad les tiene muy preocupados y asustados. Los problemas, afirman, no son nuevos, puesto que empezaron hace casi dos años. Lo peor y más reciente, no obstante, les ha llevado a denunciar públicamente el «infierno» que están pasando.
Creen que en uno de los pisos de la urbanización Los Almendros, en la calle Las Margaritas, presuntamente se ha instalado una casa de citas. El jueves por la noche y el martes por la mañana hubo peleas, gritos, heridos con arma blanca y tuvieron que llevarse a dos mujeres en ambulancia para ser atendidas en el hospital, según relatan. La Guardia Civil, que en ambas ocasiones se ha personado en el lugar de los hechos, ha abierto una investigación sobre lo ocurrido.
Además de estos últimos acontecimientos, anteriormente, hasta el lugar se desplazaron también en varias ocasiones patrullas de la Policía Local de Santa Eulària por sucesos similares, indican los vecinos y confirma también el Ayuntamiento de Santa Eulària, que ha recibido quejas y denuncias de los vecinos por estos hechos. Desde el consistorio manifiestan que son conscientes de este problema, pero que, por el momento, no pueden realizar ninguna intervención debido a que existe una investigación abierta y en curso por parte de los agentes del Instituto Armado.
Los afectados señalan que el jueves, sobre las once de la noche, dos mujeres tuvieron que ser atendidas por los servicios sanitarios y trasladadas posteriormente en ambulancia a un centro hospitalario, una de ellas en camilla y la otra, en silla de ruedas.
Y que el martes por la mañana, entre las ocho y las nueve, se produjo una pelea en el mismo piso con el resultado de un herido por arma blanca y, al igual que el jueves, tuvo que desplazarse hasta allí una ambulancia y varias patrullas de la Guardia Civil.
Estos acontecimientos han causado una gran alarma entre los vecinos de dicha urbanización y las de los alrededores de un barrio residencial que, por norma general, es muy tranquilo. Hasta que hace dos años se alquiló una vivienda en la que se llevó a cabo una importante reforma, siempre según el relato de los residentes. Se trató de insonorizarla, pero el ruido, la música y las fiestas, incluso durante el confinamiento y a lo largo de la pandemia, explican los afectados, se han sucedido una tras otra. Las molestias provocadas e incidentes relacionados con la misma han ido en aumento.
En la urbanización viven niños, y los padres no están tranquilos por el constante tránsito de personas «de apariencia peligrosa» que, en algunos casos, supuestamente, «van drogadas», según denuncian. Sospechan que además de una casa de citas, la vivienda podrían ser un punto en venta de sustancias estupefacientes. Los hechos han sido denunciados ante la administración, la Policía Local y la Guardia Civil, pero no ven resultados y los residentes están inquietos y temerosos.
Comentan que casi ningún inquilino o propietario deja entrar o salir a sus hijos pequeños de la urbanización si estos no van acompañados y que el área de la piscina y de los jardines, donde los más pequeños antes pasaban mañanas y tardes de entretenimiento, apenas se usa por miedo.
Hace prácticamente dos años que viven esta situación, revelan, pero todo lo que ha ocurrido esta semana ha colmado su paciencia y han decidido denunciarlo públicamente para poner en aviso a las autoridades, a las que suplican una solución urgente, porque de esta manera, lamentan, «no se puede vivir».