Cartas a NouDiari / Mientras estoy delante del ordenador poniendo las notas de este final de curso me vienen mil y una dudas, como supongo que a muchos de mis compañeros. Sinceramente, hemos puesto mucho esfuerzo y tiempo en este extraño final de 2º y 3er trimestre pero ahora aquí sentada pienso: ¿para qué ha servido? Creo que a los alumnos sí les ha servido. Sí creo que han aprendido muchas cosas, pero no creo que hayan tenido que ver con los contenidos que tanto preocupan, y mucho menos el proceso de evaluación. Para empezar porque aquí no ha sido posible una evaluación, lo que estamos haciendo es calificar. Poner un número que realmente no entiende nadie pero que a lo largo de los años nos han hecho creer que sí. ¿Pero qué significa un 7 en lengua castellana? Que sabes expresarte muy bien, pero tienes muchas faltas, y que no te sabes los tiempos verbales, o que te sabes los tiempos verbales, la morfo sintaxis es perfecta pero no sabes redactar. A mí no me queda muy claro, si alguien lo sabe que me lo explique, por favor. Se ve que en este tema yo saqué un 4. Hoy me siento indignada, porque no creo para nada en esta evaluación. Y las familias han de entender que esto es un puro trámite burocrático que el sistema nos obliga a hacer. Pero no es significativo ni real.
A mí lo que me enfada es que ni frente a una situación como esta despertamos. Que la educación en este país está muy mal. Que se anteponen mil cosas antes que la educación. Que los alumnos son ciudadanos hoy también, y los estamos queriendo proteger como si vivieran en burbujas. Y no me malinterpreten, pero es que me da rabia, mucha rabia cuando no les incluimos. Ver que cuando empezó todo esto nadie se paraba a explicarles lo que pasaba, que estábamos todos de los nervios y preocupados. Había mucha incertidumbre, y qué se creen ¿que si ustedes sienten esto los niños y adolescentes no sienten nada? “Ellos no se dan cuenta”, “se adaptan a todo”. Claro que se adaptan a todo, mejor o peor. Nosotros también, mejor o peor, como todo ser humano. ¡Pero hay que explicarles las cosas! Igual que nosotros necesitamos explicaciones, ellos también. Dependiendo de la explicación o de la no explicación que reciban, gestionarán mejor o peor esas emociones.
Todo esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿Volvemos a la escuela en junio? ¿Y en septiembre? Ahora el gran dilema es este. ¿Qué hacemos? Los maestros, muchos decimos que en la situación que se nos pide volver no es la que ha de ser. Que la escuela no está preparada. Que cómo van a volver a la realidad escolar sin poder compartir, sin poder tocarse, sin poder hacer mil cosas que forman parte del proceso natural de la socialización y educación. Claro, créanme que comparto la misma idea, ahora bien, ¿creen que hoy por hoy la vuelta al cole conlleve más aspectos negativos que positivos? Es verdad. No será como ha de ser. Estoy de acuerdo. ¿Pero creen que la vida que estamos viviendo en este momento es la que creemos que ha der ser? No creo que nadie responda con un sí rotundo. Tal vez haya alguno, pero con matices, porque lo que estamos viviendo no es para nada un momento, como entendemos nosotros, normal.
Entiendo que todos estos docentes y familias que están en contra de la vuelta al colegio es porque tienen miedo y, está bien. Yo también lo he tenido, seguro que la gran mayoría. Todo es lícito. Cada uno tendrá sus argumentos y debemos respetarlos. Sólo que desde mi humilde perspectiva, hoy por hoy, no volver al colegio tiene más aspectos negativos que positivos, por muchos motivos de los cuales os explico algunos. Primero, porque ya ha bajado mucho el índice de contagio. Segundo, porque todos tenemos que adaptarnos a la situación actual por tres razones. Una, porque estamos todos dentro de esta “pesadilla”. Si no, díganle a los médicos, policías, transportistas, trabajadores de los aeropuertos, etc. que no tenemos los recursos necesarios para ejercer nuestra profesión como toca. Muchos dirán, ¡no es comparable! Bueno, os respeto. Yo creo que al principio de la epidemia no lo era, pero hoy sí. Dos, porque hemos de cerrar este ciclo escolar como merece. Y sí, aunque sea por dos semanas. Dos semanas que ayudarán a nuestros pequeños a cerrar esta extraña etapa, cosa que me parece tan importante, aunque pueda parecer que no pase nada si no se cierra. Bueno, yo creo que sí que pasa. Tres, porque partiendo de que todos queremos proteger a nuestros pequeñines, también les hemos de enseñar que la vida a veces te pone delante situaciones de las que hay que aprender y sacar lo mejor de ello, bienvenida resiliencia.
Dentro de esta situación hasta ahora extraordinaria han aprendido que para cuidar su salud han de cuidar su higiene, que por el momento han mantener una distancia, etc. Igual que les explican a niños de países de clima tropical que no pueden dejar nada que haga charcos porque de ahí crecen los mosquitos que te pueden transmitir el dengue, o en Australia, donde desde pequeñitos saben que no se pueden levantar piedras, ni tablas, ni nada porque te puede salir cualquier bicho que te cause la muerte. O en México, cuando hay un terremoto ellos saben que “no corro, no empujo, no grito”, y todo un protocolo de seguridad. También en el norte de México, en zonas de tiroteos enseñan a los niños qué hacer: tirarse al suelo y no moverse hasta que el maestro les diga, etc.
Seguro que muchos pensaréis que me he ido a un extremo un poco duro. Ya, puede ser. Pero que no lo tengamos cerca no significa que no exista. Y, realmente sólo hablo de adaptarse a una nueva normalidad que no sabemos por cuánto tiempo ha venido a quedarse. El mundo va más rápido que nosotros. Con esto no digo que debamos aceptar y resignarnos a lo que viene, no. Creo que los gobiernos han de hacer mucho por la sanidad y la educación del mundo entero, y que si no sucede, el pueblo ha de demostrar su malestar. Pero también creo que hemos de ser inteligentes para no perjudicar a nuestros protagonistas.
Por todo esto, creo que es muy necesario volver a la escuela. Pero una escuela diferente, no la misma idea de escuela. Necesitamos un cambio de paradigma. Una escuela donde educamos, no donde embutimos contenidos sin escuchar a los niños.
“Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. Leo Tolstoy.
Por Sara Marí Menal. Maestra de primaria.