@Raül Medrano / Conocer en persona al director de tu película favorita, y que éste te hable de ella durante casi 45 minutos ante un número limitado de personas, son cosas que sólo pueden pasar en el festival de Sitges. O al menos, eso me gusta pensar, porque el sentimiento de privilegio le otorga más magia al momento. Eso es lo que hemos vivido esta misma tarde los afortunados que hemos asistido a la proyección de El Exorcista en el cine Retiro de la Blanca Subur.
Sólo por eso, por poder disfrutar de la joya de terror por antonomasia en pantalla grande, ya valdría la pena volar desde la isla. Pero esta vez, lo mejor del menú estaba en el postre. Un “Questions and answers” con su director, un William Friedkin que pasea a cada minuto una cercanía impropia de uno de los directores más importantes de los últimos 50 años.
Friedkin ha regalado sonrisas, respuestas y bromas al centenar de espectadores que, previamente, nos habíamos escalofriado por enésima vez con los ejercicios “gimnásticos” y de ventrílocuo de Regan MacNeil. El director de Chicago muestra a sus 83 años una vitalidad que ya quisiera para si el mismísimo diablo, y se ha mostrado abierto a responder cualquier pregunta de los asistentes.
Ha regalado anécdotas por doquier sobre el rodaje de la película allá por 1973. Por ejemplo, el momento del cásting de Linda Blair, en el que mostró una madurez increíble para una niña de su edad. En un inglés pausado, inteligible al máximo, que prácticamente no necesitaba del traductor, ha asegurado también que ni ha visto ni piensa ver la serie actual basada en la película, y ha dado jugosos detalles sobre el rodaje reciente de su documental en el Vaticano dónde ha filmado un exorcismo real. Escalofríos recorrieron la sala.
Aunque al que le entró verdadero pavor fue al encargado de prensa que le comunicó que su tiempo de respuestas había acabado. Friedkin, con ganas de rock and roll, preguntó, en tono irónico: “Qué película tan importante va ahora para echarme a mi?” Genio y figura, de un genio eterno.