R. Beltrán/ Ainhoa Rebolledo (Santiago de Compostela, 1987) ha escrito sobre bicis (Mari Klinski), sobre lo que pasa en Madrid cuando los semáforos dejan de funcionar (¡Maldita sea! Antropología de la noche madrileña), sobre cómo hacer punto y deshacer la vida (Tricot), sobre el colaboracionismo de una aldea gallega (con sus familiares dentro) con el ejército nazi (Wolframio) y ahora, como no podía ser de otro modo, ha llevado a las librerías su “Tratado sobre las maravillas de la condición de desempleo” en Gornú, publicado por La Isla de Siltolá.
Maga del lenguaje, Rebolledo ha escogido un título como Gornú por dos razones. La primera, para que la web de la Real Academia Española disfrute de un subidón de visitas. La segunda, porque describe una sociedad en la que el gobierno actúa con muy malas maneras, a la gornú, como se dice en algunos bares de España.
Comenzaste a escribir Gornú cuando te quedaste sin trabajo. ¿Has enviado una tarjeta de agradecimiento a tus anteriores jefes?
El agradecimiento está redactado en 220 páginas envueltas en un “sobre” de color azul con la imagen impresa de un mapa de Barcelona arrugado con una mecha encendida que indica que todo está a punto de volar por los aires y que, por supuesto, vamos a morir todos.
Esta es tu novela con más crítica social y política. Ahora que no tenemos gobierno, ¿crees que deberíamos seguir así o investir, como ponía una papeleta del Congreso de los Diputados, “al niño de Bescansa?
Sí, Gornú pretende ser una distopía sobre el paro pero en realidad es una recopilación ficcionada (que no ficticia) y exagerada de todo lo que me pasó cuando me despidieron del trabajo en Barcelona. Pues eso, unos señores dan un golpe de Estado a través de Twitter y se ponen a gobernar con total impunidad, sin ningún tipo de oposición. Cuando escribí la Gornú, Albert Rivera todavía seguía intentando alcanzar el poder a través de Ciutadans y aún no había redirigido su avaricia hacia Madrid. Me gusta meterme con Albert Rivera porque es un tío orgulloso y fuerte, que por ejemplo promete en campaña que jamás pactará con el PP o el PSOE para gobernar y luego ¡quiso pactar con los dos a la vez! Me parece muy gracioso Albert Rivera, la verdad. Es un poco el Donald Trump de provincias. En cambio no puedo comentar actos feministas que pretenden denunciar situaciones a través de actos simbólicos y que no son entendidos porque, de un tiempo a esta parte, nos hemos acostumbrado al ji-ji-jaja (salvo si se trata de judíos o a ETA), y eso no está bien.
Me parece muy gracioso Albert Rivera, la verdad. Es un poco el Donald Trump de provincias.
Con la guasa que tú tienes, ¿crees que los dramones de la vida hay que contarlos con choteo o eres defensora de aquello de “ponerse seria de vez en cuando”?
Hasta la guasa siempre. Creo que es importantísimo saber reírse de los problemas propios para poder gestionarlos correctamente. Dramatizar está bien, ojo, pero nunca durante más de veinte minutos porque también hay que saber cuándo es momento de dejar de preocuparse por algo y empezar a ocuparse de resolverlo, poniéndose seria. Bueno, debería haber contestado que “Depende”.
Uno de los personajes más intrigantes de Gornú es el Mesías: “Como un fantasma de niebla y luz, la cámara enfoca al Mesías, un hombre de unos cuarenta años con un cabello muy largo y sedoso como el de un samurái recién levantado que saluda con solemnidad”. ¿En quién pensabas cuando te salió este personaje? Si no fuera por lo de “sedoso”, te diría que en Pablo Iglesias…
¿Cómo sabes que Pablo Iglesias no tiene el pelo sedoso? ¿Acaso le has visto con el pelo suelto? ¿Le has tocado? ¿Y qué tal? Quiero saber. No, ahora en serio: siempre escribo sobre las cosas que veo, soy incapaz de inventarme nada y así me va.
A ti del paro te salió una novela. ¿Qué recomendarías a los socios del Club Inem?
Bueno, yo no sé dar consejos. Nadie debería dar consejos, realmente. Como mucho, relatar sus experiencias y que luego el interlocutor filtre la información y decida si está bien o está mal. Estoy, por ejemplo, un poco harta de El País, que antes se dedicaba a informar sobre el caso Gürtel y ahora se dedica a dar “consejos para ser feliz”, “trucos para parecer más listo en una reunión de trabajo” “13 formas para adelgazar” y un largo etc. Si consultas la hemeroteca de El País, no se publican noticias relacionadas con el Caso Gürtel desde el 23 de marzo de 2015. En cuanto a tu pregunta… cuando yo estaba en paro, me recomendaron que buscara trabajo en Loquo, en Milanuncios.com, que buscara en el fango porque en Infojobs o LinkedIn no iba a encontrar nada.
Siempre escribo sobre las cosas que veo, soy incapaz de inventarme nada y así me va.
“El paro es como la cárcel: en teoría sirve para reformarte pero en la práctica te vuelve más salvaje”. ¿En qué aspectos notaste tu regreso a la selva?
Lo único bueno que tiene trabajar es que te genera una rutina y reduce en buena medida el número de horas en las que puedes volverte loco. Es decir, cuando estás en paro nadie te pone horarios, reuniones o rutinas. Te puedes levantar a las once y media de la mañana, comer a la una de la tarde, echarte siestas larguísimas que probablemente todo siga igual. En teoría esa vida es genial, pero en la práctica es una absoluta mierda. Es un rollo esto de querer siempre lo que no se tiene. ¡Yo ahora mataría por no tener que levantarme a las 7 de la mañana!
Vamos a hacer amigos… ¿Has acudido a algún curso de escritura? ¿Crees que se puede aprender a escribir o que es mejor hacerlo a borbotones?
Cuando estaba en la Facultad fui a un taller de escritura creativa para aprender a escribir, en la Escuela de Escritores de Madrid. También fui a un taller de Literatura con Ray Loriga en La Casa Encendida: Ray Loriga se pasó una semana fumando y explicando trucos para copiar ideas sobre libros. Me encantó. Yo tenía veinte años y andaba en la búsqueda de héroes. El otro día se casó mi amiga Eli, de la facultad, y en el banquete me recordó cuando yo me pasé un cuatrimestre entero leyendo Anna Karenina en clase porque me había apuntado a un Taller de Lectura de ese libro. Los talleres siempre están bien para encontrar gente con los mismos intereses que tú, gente de la que poder aprender. Pero es que creo que ahora esa función la suple internet. En internet están publicados todos los trucos para escribir que se dan en las clases de escritura creativa: están recopilados en las entrevistas de The Paris Review, bajo la etiqueta Art of Fiction.
Fui a un taller de Literatura con Ray Loriga en La Casa Encendida: Ray Loriga se pasó una semana fumando y explicando trucos para copiar ideas sobre libros. Me encantó.
Cambiando de tercio, has vivido en Galicia, donde naciste, después en Madrid, después en Barcelona, de nuevo en Madrid… ¿Cuándo te mudas a Ibiza o a Formentera? ¿Sabes que te hacen un descuento de residente en los billetes?
Sí, yo cuando compro billetes de Ryanair para volar de Madrid a Santiago de Compostela siempre marco la casilla de “Residente de Islas o Ceuta”. Otra cosa con la que ando bastante confundida ahora mismo es la gentrificación: cuando vivía en Gràcia empezaron a proliferar los hostels para guiris en el barrio (que nunca había sido turístico) y el otro día descubrí el hashtag #Ponzaning para definir el acto de salir a comer o a tomar cañas por mi calle, Ponzano. Ahora tengo que mudarme a otro barrio de Madrid que tenga alquileres más bajos y espero que no se ponga de moda jamás.
En Madrid no se puede diseñar un barco, ni convertirse en cirujano y mucho menos escribir una novela decente pero se lo puede pasar una bien hablando en bares de proyectos que jamás se materializarán
Por si alguien va a Madrid en breve, ¿qué plan les sugerirías? ¿Qué hay en el Apolo de Madrid que valga la pena?
Lo mejor (y peor) de Madrid es que siempre hay cosas que hacer. Hay viernes que, por ejemplo, que llegan a tocar hasta tres grupos que me gustan. El Apolo de Madrid es el antiguo Nasti, que ahora se llama Sala Maravillas. Porque “El Apolo” es el sitio al que va la gente a dejarse ver, ¿no? Ahora, a mí lo que me gusta mucho es salir entresemana porque el fin de semana, los bares se ponen imposibles con tanta gente: salir por Malasaña un sábado por la noche es casi como querer ir al Corte Inglés a las diez de la mañana del día que empiezan las Rebajas.
No sabría qué recomendar de Madrid, viviendo aquí ya no me entero de nada. Normalmente tiene que venir alguien de visita para enseñarme algo que no conozco, como por ejemplo: El Parque de las Siete Tetas de Vallekas. ¿Suena bien, eh?
¿En qué andas metida ahora? ¿Nos das alguna pista de tu próxima novela o tendremos que leerlo en tu blog, Let’s pretend we were drunk?
En Madrid no se puede diseñar un barco, ni convertirse en cirujano y mucho menos escribir una novela decente pero se lo puede pasar una bien hablando en bares de proyectos que jamás se materializarán, descartando a feos en el Tinder, yendo a conciertos, apaciguando las resacas. Algunas cosas las voy contando en mi blog, hace un año creé la etiqueta “Días felices en Chamberí” en homenaje a las memorias de Umbral tituladas “Días felices en Argüelles”. También, que estoy terminando de escribir una novela desde hace meses pero no consigo ponerle el punto final porque me distraigo muchísimo y eso es algo que no se lo perdonaré jamás a Manuela Carmena. Esa novela (que está casi terminada, si la termino) iba a llamar “Todo va a salir bien” pero el poeta Yago Ferreiro, dueño del Bar Belmondo, se dio cuenta de que el título era falsísimo así que lo cambió por un verso maravilloso de tres palabras.
Esta entrevista fue en directo o le pasaron las preguntas por internet?
Sea como sea, estamos ante un genio, pero es que si fue en directo podría dedicarse a los mongólogos.