@David Ventura/ Evidentmente, cada uno puede hacer con su tiempo libre lo que le de la gana. Pero si están ustedes paseando por el centro de Vila y tienen un rato a su disposición, entren en la Sala de Cultura de Sa Nostra en la calle Aragó. No se arrepentirán y, además, conocerán la obra de un artista extraordinario. Es decir: verán ARTE. Así, con mayúsculas. Y si no lo tienen claro, aquí les ofrezco cinco motivos para intentar convencerles.
1. Porque es posible hacer un arte moderno completamente ligado a la tierra
Una de la criticas al arte contemporáneo es que se mantiene alejado de las tradiciones locales y que, ante una pintura abstracta, es imposible saber si su autor trabaja en el Soho de New York o en una casita en Cap Martinet. Y cuando encontramos a artistas que hablan de la influencia ibicenca en su lienzos… bueno, pues es inevitable encontrarnos paredes blancas, homenajes a la casa payesa, y todos los tipicos tópicos que se repiten hasta el infinito. Pero no se preocupen, la obra de Cardona no tiene nada que ver con los ‘ibicenco’ o lo que los tópicos señalan como la ibicenquidad, pero es completa y rabiosamente ibicenca.
La integración de los huesos y restos de animales como esa quijada con dientes de ‘Figura amb maixella’, o los huesos de pollo de ‘Verge’, o ese cartón de la radial de ‘Ascensió’, las mallas de alambre de gallinero de ‘Meitat’ o esas máscaras zombis elaboradas con madera de algarrobo y romero… todos estos materiales transmiten una verdad y una intensidad que nos remiten a la Eivissa más rural y auténtica, a los objetos (o restos de objetos) que encuentran en un corral, a los huesos de animales mal enterrados en el campo, a los utensilios y la basura que quedan tras unas chapuzas de carpintería. Texturas, materiales, superficies, hallazgos que le serán familiares a todo aquel que haya tenido contacto con el campo de aquí. Algo muy muy ibicenco, pero que se desmarca del ibicenquismo al uso. Algo muy personal y, a la vez, colectivo.
2. Por las crucifixiones
Resulta que tenemos a un Francis Bacon en Eivissa y no nos habíamos enterado. Échenle un vistazo a las cuatro crucifixiones de la exposición. La crucifixión es un tema clásico y recurrente de la pintura occidental y supone un reto para el artista: implica representar la esencia pura del dolor físico y, a la vez, la humillación de ver convertido tu dolor en un espectáculo público. Un reto que pareció zanjado por Velázquez con su insuperable crucifixión.
Francis Bacon volvió a este tema, asumiendo el órdago de retomar la representación del dolor en el siglo XX, en la era de la muerte televisada. Una tradición que continua Cardona con muy buena nota. La ‘Crucifixió 5’ es impresionante, con esos percheros a modo de costillas, las pantuflas sustituyendo a los pies, los alambres como la melena desmanejada de Jesús… o la oscura ‘Crucifixió 4’, que más parece el cadáver de un hombre emparedado o enterrado vivo en un sarcófago, o como esos cadáveres de víctimas de la mafia que aparecían metidos dentro de un bidón en el fondo del río Hudson. Las crucifixiones modernas. Impresionante.
3. Por su profundidad poética
El centro de la sala de exposiciones está ocupado por una obra hermosísima. Una escultura-collage, un poema visual formado por una barca partida en el que la armadura de la embarcación es sustituida por un tronco con ramas, evocando a una espina de pescado. La barca varada, en el suelo, convirtiéndo la sala de Sa Nostra en una playa invernal desierta, la barca transmutada en un objeto mixto, mitad árbol mitad creación humana, una criatura mutante, bellísima.
4. Por su apropiación desacomplejada del arte contemporáneo
Porque viendo sus ‘Parets’ pensamos en Rotchko o en Tàpies, y el pintor catalán reaparece cuando advertimos el uso de materiales humildes y cómo objetos como una caja de cartón o el bordado de un sillón viejuno se convierten en elementos con una fuerza incontenible. En las ‘Incisions’ uno ve las telas rasgadas de Lucio Fontana, y en las ‘Tires verdes’ i el ‘Trenat’ al Op-art de los años sesenta. Y ya hemos hablado de los homenajes a Bacon… Y todo este viaje por el arte contemporáneo, Cardona lo hace a su manera, sin mimetismos, adaptando todo este vagaje a su universo personal, manteniendo su personalidad y su mirada propia, única, distintiva.
5. Por su sentido del humor
Si después de leer estas lineas alguien piensa que Adrián Cardona es un tipo serio, pretencioso, que se toma el arte como un sacerdocio y que se dedica a repartir bufidos hacia todos los que se acercan a su Obra… pues, evidentemente, se equivocan. A Cardona lo conocemos principalmente por sus trabajos cinematográficos llenos de sangre, vísceras y humor, como ‘Morid hijos de puta’, ‘Relax brutal’ o ‘Fist of Jesus’. Cardona no se toma demasiado en serio a si mismo, lo que -en mi opinión- lo convierte en más artista todavía.
En este país no nos tomamos en serio a los artistas con sentido del humor, lo que es una prueba más de nuestro enorme atraso cultural. En los países anglosajones y otros lugares civilizados sucede justo lo contrario: el exceso de solemnidad es objeto de burla y el humor, en cambio, es el complemento inseparable del talento y el arte. Y Adrián Cardona es de estos últimos, sin duda.
Y, para terminar, les regalaré un motivo de propina para que acudan a la sala de cultura de Sa Nostra antes del 17 de enero y vean esta exposición organizada conjuntamente con el Consell Insular d’Eivissa. Y el motivo es que Adrián Cardona es un genio, un puto genio. Y punto.