Hace dos años y medio que vive en Osaka y pronto se trasladará a Tokio con un nuevo trabajo. Daniel Marí, de 31 años y natural de Santa Eulària, ha cumplido el sueño de muchos creadores de videojuegos: desarrollar su carrera en Japón.
Su especialidad es la creación de personajes 3D, aunque en la empresa en la que ha trabajado hasta ahora, DANGEN Entertainment (que forma parte de la industria de videojuegos independientes o indies) ha hecho prácticamente de todo.
“Con Dangen he trabajado en el videojuego Tactical Galactical donde he diseñado personajes pero también naves espaciales, planetas o volcanes de lava en 3D. Este proyecto ya ha terminado y, a partir de ahora y en mi nueva empresa, me podré centrar más en el diseño de personajes”, relata a Noudiari desde Osaka.
Tras terminar Tactical Galactical emprende una nueva aventura profesional con Upsurge Studios East, un estudio de diseñadores 3D que tiene su matriz en Australia y donde será character artist. Upsurge ha trabajado para juegos como Elden ring, Dark souls 3 y Magic the Gathering: Arena
“Llegué a Osaka en noviembre de 2019 después de trabajar el verano anterior de manera remota con la misma empresa. Me ofrecieron trasladarme a sus oficinas en Japón y acepté”, explica. Pero solo unos meses después de aterrizar en Japón, a principios de 2020, llegó la pandemia y con ella los confinamientos y el teletrabajo obligado.
“Fue bastante brusco. En Japón se lo tomaron muy en serio. A principios de 2020 no se sabía ni cómo se llamaba el virus pero casi el cien por cien de la gente ya llevaba mascarilla por la calle las 24 horas al día. El gobierno no tuvo que decir nada. Simplemente la gente empezó a llevar mascarilla y ya está”, recuerda.
Su vida cambió por completo. Había comenzado su andadura en Japón con una vida social activa, acudiendo a eventos casi cada fin de semana para conocer a otros desarrolladores de videojuegos. “Gente que se había mudado a Japón procedente de todas partes del mundo y, de pronto, todo eso desapareció en el mes de febrero de 2020 que fue cuando se paró completamente el país”, recuerda.
“Por suerte, para el sector de los videojuegos no ha habido crisis porque, más bien al contrario, ha aumentado la demanda al quedarse la gente más tiempo en casa. Pero dejar de ir a la oficina significó para mí volver a trabajar remotamente y eso fue un poco frustrante porque precisamente el traslado a Japón había sido para poder trabajar directamente con los compañeros”, explica Marí.
Marí subraya que el gobierno nunca se ha metido demasiado en las decisiones de los ciudadanos durante lo peor de la pandemia. “Se podía ir a la oficina aunque no estuviese recomendado y la gente optó por no ir. La mascarilla es algo habitual en Japón. Ya se veían desde antes de la pandemia y la gente, cuando está enferma, se las pone o se queda en casa. En el metro, del mismo modo que te ofrecen la predicción del tiempo en pantallas, también hay una predicción de los virus que hay o se esperan y si deberías llevar mascarilla. Y eso ocurre desde mucho antes del covid, no es algo raro”, describe el ibicenco que da un dato muy llamativo al respecto: “Ha sido tal la cantidad de gente que usó mascarilla las 24 horas durante el primer año de covid que incluso bajó la mortalidad en términos generales por otras enfermedades, es decir, que se salvaron incluso más vidas en proporción a las que murieron por covid”, explica.
Antes de ir a Japón, Daniel Marí trabajaba como freelance haciendo 3D tanto en España como en Estados Unidos. “Justo estaba en España trabajando cuando me llegó la oferta de Japón y, aunque mi japonés no era precisamente el mejor (había estudiado un poco con una profesora de Ibiza que es japonesa y vive en Santa Eulària) me dije, venga, va, vamos a probar. Por suerte la comunicación en la empresa ha sido 100 por 100 en inglés y tenía un buen nivel por haber estado viviendo en Estados Unidos donde estudié en la Gnomon School of Visual Effects (Escuela situada en Los Ángeles donde los profesores trabajan o han trabajado dentro de la industria del cine/videojuegos en empresas de la talla de Pixar)», apunta.
“Después de un año en Japón estudiando el idioma por mi cuenta fui consciente de que necesitaba ir a una escuela. El Covid ha sido un gran problema en este sentido, porque he salido mucho menos y con ello ha habido menos posibilidad de practicar el idioma y socializar. Gracias a la escuela ya lo chapurreo un poco”, dice con modestia.
Pero ¿cómo se encaminó a esta carrera profesional? “De pequeño lo que me gustaba era dibujar y hacer cómics, aunque no era muy bueno haciéndolo. También jugaba a videojuegos pero nada demasiado fuera de lo normal. Mi interés fue más allá al descubrir, a través de un amigo, que era posible hacer mods o modificaciones de juegos. Enseguida me llamó la atención el tema 3D y empecé a comprar revistas, programas y, poco a poco, a investigar un poco en internet y vi que era una opción y un trabajo factible”.
«Al acabar la ESO me fui directo al Bachillerato de artes en la Escola d’Arts mientras que, poco a poco, me fui informando más con tutoriales en internet», relata. De allí saltó a la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología– ESNE (donde dan titulaciones certificadas por la Universidad Camilo José Cela), después a la Escuela trazos (Diseño 2D de personajes y Concept Art 3D) y de ahí a la ya citada Gnomon School of Visual Effects de Estados Unidos.
“Contar con un grado no es necesario para trabajar en esto pero no está de más porque te ayuda a formarte en todos los aspectos”, valora.
Su trayectoria por el momento ha sido dentro de la esfera independiente de los videojuegos pero le interesa trabajar también en un gran estudio. “El mundo de los juegos indie tiene sus ventajas y desventajas. Tienes muchísima más libertad de creación, trabajas en equipo y hay feedback directo pero me gustaría probar un gran estudio de aquí a unos años; ver cómo se trabaja dentro de un equipo con muchos diseñadores”, admite.
Como creador de personajes 3D su trabajo consiste en “hacer una escultura digital que se cubre, por decirlo así, con una malla que es menos densa para que pueda funcionar bien en cualquier dispositivo, desde una Nintendo Switch a el ordenador más potente que puedas tener”.
“Crear personajes es lo que más me gusta y me llena. Me encanta coger un diseño muy bueno en 2D y traducirlo a 3D. Últimamente también me he lanzado a imprimir personajes 3D. Es un proceso fascinante y muy entretenido que es un hobby que completa la faceta virtual”, concluye.