EFE / Investigadores del Sistema de Observación y Predicción Costero de Baleares (ICTS SOCIB) han descubierto que, en el otoño de 2017, se produjo un remolino anticiclónico de unos 60 kilómetros de radio entre las islas y la costa catalana, de mayor duración e intensidad que lo habitual. Los científicos han comprobado que la entrada de aguas atlánticas a través del Canal de Ibiza fue mayor que otros años, coincidiendo con la presencia del remolino.
La mayor duración e intensidad de este remolino podría ser la causa de una alteración en el flujo de las corrientes marinas en el mar balear, según el estudio de investigadores del ICTS SOCIB, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imeda CSIC-UIB) y la Universidad de Liège, publicado en la revista «Journal of Operational Oceanography».
La investigación se ha centrado en conocer las dimensiones y la evolución de este remolino -una masa de agua que gira sobre sí misma- y sus efectos sobre la circulación del Mediterráneo occidental.
“Nuestra hipótesis es que el remolino actuó como una barrera, desviando la corriente del norte, que normalmente fluye hacia el sur pegada a la costa catalana hasta llegar a este canal. En ausencia de la corriente del norte, las aguas atlánticas procedentes del sur no habrían encontrado ningún impedimento para fluir libremente hacia el norte”, señala Eva Aguiar.
Según el estudio, este fenómeno ya había ocurrido con anterioridad en esta misma zona durante los otoños de 1998 y de 2010, siendo los remolinos del 1998 y el del 2017 más intensos y duraderos que el del 2010.
Las conclusiones del estudio han quedado recogidas en el informe anual «Copernicus Marine Service Ocean State Report», elaborado por más de 100 científicos de más de 30 instituciones europeas, que constituye un análisis exhaustivo del estado del océano global y los mares regionales europeos.
El informe está destinado a contribuir en la toma de decisiones y desarrollo de políticas sobre el medio marino y pretende ser una herramienta de concienciación sobre el estado de los océanos.
Los investigadores han recordado que el océano está en constante movimiento, con movimientos verticales, de norte a sur, de este a oeste, transportando calor y frío e influyendo en el clima. Desde el ecuador hacia los polos, las corrientes marinas transportan agua cálida, mientras que el agua fría se transporta desde los polos hacia a los trópicos. Estas corrientes, en ocasiones, pueden crear remolinos.
El Mediterráneo se caracteriza por tener un gran número de remolinos de diferente tamaño y duración. Los más habituales son los remolinos denominados “de mesoescala”, con escalas de 10 a 100 kilómetros de radio y que pueden durar días o incluso meses.
Al final del verano, en el área comprendida entre la costa catalana y balear, a menudo se forman remolinos de mesoescala anticiclónicos —que giran en el sentido de las agujas del reloj—.
Estos remolinos pueden producir velocidades verticales hacia el océano profundo además de zonas de acumulación a su alrededor, lo cual tiene importantes implicaciones en el ciclo biogeoquímico del propio ecosistema y en la acumulación de plásticos. Su presencia, además, puede afectar a la circulación global del Mediterráneo, ya que pueden llegar a bloquear el paso de otras corrientes.
El Mediterráneo es un escenario ideal para su estudio, ya que es como “un océano a pequeña escala» que facilita la investigación de «fenómenos complejos que ocurren también a una escala mayor en todos los océanos y que tienen un impacto directo en el clima y en los ecosistemas marinos” señala Joaquín Tintoré, director de la ICTS SOCIB y coautor del estudio.
Muy interesante.