@Noudiari / Aunque es un maestro del sueño, su manera de hablar, sus palabras y el contenido de las mismas no hacen bostezar a nadie. Humilde, cercano y resolutivo, Eduard Estivill, pediatra, neurofisiólogo y autor del libro ‘Duérmete, niño’ -éxito de ventas sin precedentes-, ha sentado cátedra en el Palacio de Congresos de Ibiza (Santa Eulària des Riu). Invitado por la asociación de guarderías de Ibiza y Formentera, ha convencido a madres y padres sobre las bondades de su método para alcanzar un descanso sano, natural y reparador para toda la familia.
Una lección que a veces resulta complicada de aplicar en el día a día. Sus consejos invitan a la reflexión para dar respuesta a las necesidades de los más pequeños, aunque también se pueden aplicar a adolescentes y adultos.
En esta entrevista aborda dudas frecuentes de los padres y aclara los aspectos fundamentales para dormir bien. Una necesidad fisiológica que no duda en afirmar que tiene más importancia que la alimentación.
La creencia popular nos dice que los menores de 12 años deben dormir 12 horas diarias, teniendo en cuenta que las de antes de medianoche cuentan por dos. ¿Es cierto o cuántas horas debe dormir realmente un niño según su edad?
El sueño es un taller de reparación y restauración de todo lo que gastamos durante el día. En función de la edad, necesitamos diferentes horas. Los menores de un año aprenden continuamente y se mueven mucho, por tanto, su taller de sueño necesita trabajar -como mínimo- unas once horas al día. En cambio, en la adolescencia sólo necesitan unas nueve horas de sueño para estar bien al día siguiente. Los adultos, que somos más sedentarios y aprendemos menos cosas, necesitamos unas ocho horas diarias de descanso. A partir de los sesenta y cinco años, es suficiente dormir unas seis horas siempre que hagamos una pequeña siesta durante el día.
También se suele decir que es más importante el dormir que el comer…
Es completamente cierto. Mientras dormimos fabricamos una hormona (la del crecimiento) que hace crecer a los niños. Es fundamental que los niños duerman las horas necesarias para poder reparar su desgaste diurno y también para aprender, ya que es durante las horas de sueño cuando se consolidan los aprendizajes que hemos hecho despiertos. Como dice el refrán “lección dormida, lección aprendida”. Los adultos seguimos fabricando la hormona de crecimiento durante el sueño. En este caso nos sirve para reparar tejidos. Esto explica la aparición de ‘ojeras’ en los adultos que no duermen bien.
¿Entonces los niños crecen mientras duermen?
Por supuesto. Cuando un niño se pone malito y hace una semana de cama, al reponerse, todos comentamos cómo ha crecido. Eso se explica porqué la fiebre nos hace dormir más y, por lo tanto, segregar más hormona de crecimiento. Los estirones de los niños después de una gripe son reales y se deben al incremento de las horas de sueño.
La desesperación de los padres por dormir a su bebé les lleva -en muchísimas ocasiones- a conductas como salir a dar vueltas en coche en plena noche o poner música de madrugada con tal de que el pequeño concilie el sueño. ¿Qué conductas deberíamos evitar para enseñar a dormir bien a nuestro hijo? ¿Qué hábitos debemos seguir?
El sueño es un hábito que se aprende con unos elementos asociados. Por eso es importante que este hábito se aprenda solo. Si enseñamos a un niño a dormir paseando, cantando o balanceándose, por ejemplo, cuando se despierte nos reclamará estos elementos que asocia a conciliar el sueño. Dormirse solo es el modo más natural para un niño. Así, si se despierta a medianoche, será capaz de volver a dormirse sin necesidad de elementos externos asociados.
¿Cuándo debemos preocuparnos si nuestro bebé no duerme de un tirón?
Un niño nunca duerme de un tirón. Siempre tiene pequeños despertares y lo normal es que aprenda a volver a dormirse solo. Sólo debemos preocuparnos cuando un niño se despierta muchas veces durante la noche y requiere nuestra presencia para enseñarle a dormir. Eso es señal de que algo no estamos haciendo bien.
Son contadas las familias que no han tenido un ejemplar de ‘Duérmete, niño’ en las manos. Pero cada lector se queda con algún aspecto puntual del libro. ¿Cuáles son las claves del ‘método Estivill’ para enseñar a dormir al bebé?
El método Estivill no existe, no es un invento mio. Es sólo la forma cariñosa con la que las familias se refieren a unas normas dictadas por la Sociedad Americana de Sueño y la Sociedad Americana de Pediatría. Se trata de poner orden y sentido común al sueño y entender que el dormir es un hábito que, como todos, se aprende a base de repetición. Se trata de enseñar al niño a dormirse solo que es la forma natural en nuestro ambiente cultural.
¿Qué tipo de siesta nos aconseja, la de Dalí -con un pincel en la mano que le despertaba de la siesta al caer al suelo porque se había dormido- o la de Camilo José Cela -de pijama, padrenuestro y orinal-?
Ni uno ni otro tenían razón. La siesta es necesaria, es un complemento del sueño. En nuestro cerebro existe un pequeño grupo de células que son nuestro reloj fisiológico. Este reloj determina que durmamos de noche y estemos despiertos de día. Unas ocho horas después de despertarnos, nuestro cerebro experimenta una pequeña necesidad de sueño. La siesta responde a esta necesidad de nuestro cerebro. Debe ser de unos 15 o 20 minutos, lo que se llama sueño superficial. Así complementamos las necesidades de nuestro día. Debemos saber que la siesta no suple un sueño insuficiente. No vale dormir seis horas y después hacer siesta. Lo ideal es dormir ocho y una siesta de 15 o 20 minutos.
Hi ha alguns punts on discrepo amb aquest home. Però no em resulta el més preocupant.
Deu meu, el seu llibre no té cap base científica, és un manual de tortura a infants i l’han desmuntat metges com la Ibone Olza, psiquiatra, el Dr Adolfo Gómez-Papí, pediatra i la Rosa Jové, psicóloga. Desmuntant-lo es clar, amb fonts científiques. Fonts de les que ell manca. Aquest home (em nego a dir-li metge), no té ni empatia cap als infants ni vergonya.
Deu meu, el seu llibre no té cap base científica, és un manual de tortura a infants i l’han desmuntat metges com la Ibone Olza, psiquiatra, el Dr Adolfo Gómez-Papí, pediatra i la Rosa Jové, psicóloga. Desmuntant-lo es clar, amb fonts científiques. Fonts de les que ell manca. Aquest home (em nego a dir-li metge), no té ni empatia cap als infants ni vergonya.