EFE / El aeropuerto londinense de Heathrow, el de mayor tráfico en Europa, empezará a tomar la temperatura de los pasajeros de cara a establecer unos niveles internacionales de seguridad para evitar la propagación de la COVID-19.
El consejero delegado de Heathrow, John Holland-Kaye, indicó este miércoles que el objetivo es probar nueva tecnología que pueda servir para acordar a nivel internacional unos estándares de control del virus, a fin de que los pasajeros puedan volver a volar y reducir el riesgo de contagiarse del coronavirus.
Las pruebas, que empezarán en las próximas dos semanas, consistirán en el uso de cámaras especiales capaces de detectar la temperatura de las personas que estén en el aeropuerto.
En un principio, estas cámaras serán utilizadas en las salas de inmigración del aeropuerto pero posteriormente pueden ser desplegadas en las zonas de salidas y de conexiones áreas.
El control de la temperatura de pasajeros, para establecer si tienen fiebre o no -señal del contagio de coronavirus- ya se ha implementado en los aeropuertos de algunos países.
«La aviación es la piedra angular de la economía del Reino Unido y para volver a impulsar otra vez la economía, el Gobierno necesita ayudar a que la aviación vuelva a operar», agregó Holland-Kaye.
Según afirmó, llegar a establecer unos niveles internacionales de seguridad es la «clave para minimizar la transmisión de la COVID-19 entre las fronteras» y «la tecnología que estamos probando en Heathrow -concluyó- puede formar parte de esa solución»
El responsable alemán de Turismo no descarta vacaciones en Baleares
El comisionado de Turismo del Gobierno alemán, Thomas Bareiss, no descarta que los alemanes puedan pasar sus vacaciones en Baleares o en las islas griegas si la evolución de la pandemia lo permite.
«Creo que este verano no tendremos viajes a destinos lejanos», lo que no quiere decir que no se pueda viajar dentro de Alemania o a países vecinos en los que las cifras de contagio también se estén ralentizando, dijo Bareiss en una entrevista en el diario «Tagesspiegel».
Agregó, no obstante, que «no descartaría otras regiones en Europa como las Baleares o las islas griegas».
«Si apenas se registran nuevos contagios y la atención médica funciona, también se podría barajar unas vacaciones de verano allí», dijo. Recordó asimismo que a nivel europeo y con la Organización Mundial del Turismo (OMT) ya se está debatiendo qué estándares deberían cumplirse.
En lo que respecta a destinos en países vecinos a los que puede llegarse en coche, como Austria, Francia, Bélgica, Polonia y Holanda, ya se están manteniendo conversaciones con los respectivos gobiernos, señaló.
Se mostró convencido, en todo caso, de que será posible viajar dentro de Alemania y pernoctar en establecimientos turísticos tomando las medidas pertinentes y posiblemente con condiciones más estrictas para aquellas zonas con cifras de contagio mayores.
Por otra parte, subrayó que el sector del turismo necesita ayuda, no sólo a través de créditos, sino también con subvenciones estatales.
En ese sentido, anunció que se está trabajando en un nuevo paquete de ayudas adicional, no sólo para el turismo, sino para empresas en general que se van a ver afectadas a largo por la pandemia.
El objetivo es evitar una oleada de quiebras y tratar de ayudar a todas las empresas que antes de esta crisis se encontraban en una situación estable.
«Queremos mantener la estructura del sector turístico», dijo Bareiss, quien subrayó que Alemania constituye el mayor mercado de paquetes de viajes en Europa, con cuatro mil turoperadores, entre ellos numerosos especializados.
Las declaraciones de Bareiss siguen a las reiteradas advertencias del Gobierno de la canciller Angela Merkel asegurando que el próximo verano no podían esperarse unas vacaciones «normales.
El Ejecutivo federal prolongó la semana pasada hasta el 14 de junio, como mínimo, la recomendación a sus ciudadanos de no viajar a ningún país del mundo.
El ministro de Exteriores, Heiko Maas, ha asegurado que no habrá otra operación como la realizada en semanas pasadas, en las que se repatrió a 240.000 ciudadanos que quedaron varados en distintas partes del mundo por la pandemia.