Joan Miquel Perpinyà / Podemos presumir de tener la Administración insular más defensora de la fauna —aunque sea invasora y dañina para la flora endémica— e impulsora del sector ganadero de toda Balears. Proteger la existencia de la cabaña caprina de los vedraners, para que ellos se den el gustazo de capturarlas salvajemente con el “ancestral” procedimiento de despeñarlas por los escarpados riscos del islote de es Vedrà, es una extraordinaria medida proteccionista de los animales que, lejos de ser criticada, debe ser aplaudida y encomiada. Aunque pueda parecer que la figura de la catalogación como Bien de Interés Cultural Inmaterial (BICI) pueda ser usada en este caso de forma exagerada y poco rigurosa, tal apreciación no es correcta porque hasta ahora los ibicencos en general eran poco conscientes de tener BICIs en su territorio.
La decisión de equiparar la “ancestral” captura de las cabras con fines recreativos y eventualmente gastronómicos, con el ball pagès, el procedimiento tradicional de la pedra en sec, los Passos de San Miquel de Dijous Sant o las Caramelles de Nadal, por citar algunos ejemplos, supone el escarnio que necesita —y que seguramente merece— la sociedad ibicenca. No solo pasamos olímpicamente de nuestro patrimonio cultural, material e inmaterial, sino que ahora, además, lo degradamos a niveles nunca vistos antes.
No solo pasamos olímpicamente de nuestro patrimonio cultural, material e inmaterial, sino que ahora, además, lo degradamos a niveles nunca vistos antes.
Corremos el riesgo de acabar declarando BICI salir a coger caracoles o llevar el coche al lavadero tras una lluvia de barro. Si aún se plantease proteger ses matances, que estas sí que están en verdadero peligro, aún se comprendería. Pero declarar BICI el pasatiempo macabro de unos cuantos vecinos en sus fincas, algo que solo a ellos beneficia… ¿qué quieren que les diga?
Pero declarar BICI el pasatiempo macabro de unos cuantos vecinos en sus fincas, algo que solo a ellos beneficia… ¿qué quieren que les diga?
Tras la protección de la cacería debería organizarse al estilo de la Fira des Gerret o la Fira de sa Sípia, la Feria de la Cabra capturada del modo “ancestral”. Ya veo la foto del presidente del Consell, Vicent Marí, acompañado por el alcalde ‘Agustinet’, saboreando las creaciones culinarias en Cala d’Hort.
Confiemos que el PP se comporte como un partido responsable y no haga realidad las ocurrencias de los vedraners. A nadie le han importado nunca las cabras de es Vedrà. En Mallorca liquidan unas 8.000 al año y aquí a una veintena de ejemplares las declararemos Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, poco menos. Estamos locos como una cabra.
El PP tiene que devolver el favor a los propietarios de fincas de Sant Josep, que su apoyo en la campaña electoral. Vicent Mari protegerá las cabras de los vedraners aunque haga el ridículo.