La cómica, presentadora y actriz Silvia Abril ha protagonizado uno de los programas más hilarantes del famoso podcast La Ruina, gracias a una anécdota que ha relatado durante el show en directo del programa en A Coruña.
Hay que recordar que Abril es visitante habitual de Ibiza y Formentera, islas que ha frecuentado junto a amigos y junto a su pareja Andreu Buenafuente durante años.
@laruinashow 🚢🏖️LA RUINA con @ignasitf, @cap0 y @silviabril metiendo en líos a su mánager
En La Ruina ha relatado una anécdota que le sucedió en Formentera en un mes de septiembre con Carlos Ramos, su amigo y representante, cuando se bañaban en cueros en una cala recóndita.
Todo comenzó cuando ella le sugirió a él ir a la citada calita para poder bañarse desnudos sin que nadie la reconociera. Él no estaba muy convencido, porque debe velar por su imagen, pero accedió porque ella le aseguró que no había nadie y solo una casa habitada por los alrededores.
Pasaron previamente por Comestibles Verdera, a cuyos propietarios Abril les manda un saludo cariñoso desde el podcast, porque siempre compra allí. Se llevaron unas botellas de vino, dejaron el coche aparcado y bajaron por un acantilado hasta la calita de rocas sobre las que dejaron la ropa y todas sus pertenencias.
Se metieron en el mar muy contentos por los vinitos y ni se dieron cuenta de que un ferry, «de Trasmapi o Baleària» estaba pasando por el horizonte.
El paso del barco generó el típico oleaje que acaba llegando a la costa. Cogieron las olitas con alegría y alborozo, hasta que Carlos se dio cuenta de que había algo flotando a su lado: su propia zapatilla. Lo que había pasado es que el oleaje, al llegar a la costa, «se lo había llevado todo, incluyendo toda la ropa, las llaves del coche, todo» tras alcanzar las rocas.
Así que allí estaban Silvia Abril y Carlos Ramos, completamente desnudos, sin coche y ya con la luz justa como para salir de allí.
Decidieron que Carlos se acercaría a pedir auxilio a la casa, habitada por una pareja de alemanes, mientras ella se escondía detrás del coche de alquiler.
Finalmente los alemanes les dieron unos pareos «aunque les costó», bromea, y consiguieron que el mal rato se quedase en una anécdota divertida.
Aquí el programa completo, con la anécdota íntegra a partir del minuto 7.40: