El horario de verano que comenzó el pasado mes de marzo finaliza este fin de semana y a las 03:00 de la madrugada del próximo domingo 31 será necesario retrasar los relojes hasta las 02:00, en cumplimiento de la directiva europea vigente.
Este cambio ha generado polémica durante los últimos años ya que algunos expertos defienden su mantenimiento, fundamentalmente por razones de ahorro económico o de organización social, mientras que otros creen que en una sociedad digitalizada ya ha perdido la utilidad con la que fue ideado y aseguran además que no resulta beneficioso para la salud.
En 2018, la Comisión Europea organizó una consulta pública para conocer la opinión de los ciudadanos europeos, en la que el 80 % de los 4,6 millones de personas que participaron votó a favor de terminar con el cambio horario.
En España, se creó en septiembre de ese mismo año un comité de expertos que llegó a plantear el abandono del horario actual y la asunción para todo el territorio nacional de un único huso horario: el vigente en las islas Canarias, el mismo que rige en Portugal y Reino Unido.
Sin embargo, el Gobierno finalmente no tomó ninguna decisión concreta y, de hecho, todos los Estados miembros de la UE han decidido mantener de momento este cambio estacional dos veces al año: el último domingo de marzo y el último de octubre.
El doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla y profesor titular de su Departamento de Física, José María Martín Olalla, es uno de los defensores de esta medida que considera «útil» para acompasar la vida laboral de la sociedad a la luz diurna.
«Si mantuviéramos ahora el horario de verano, en dos meses más el amanecer se produciría hacia las 10 de la mañana en algunos lugares de España», ha afirmado a Efe y, de la misma forma, «si a partir de marzo mantuviéramos el horario de invierno, en otros dos meses más empezaría a amanecer a las 5 de la mañana en otros lugares», con lo que en un caso o en otro sería un desajuste que afectaría a los ciudadanos.
Por ello, ha explicado que el ahorro energético «no es la razón principal» para justificar la alteración de los relojes, aunque a menudo ésta «haya venido acompañada de crisis energéticas o incluso de guerras», sino porque «resulta útil para la vida.»
Según un estudio publicado por el propio Martín Olalla este mismo mes de octubre, el cambio de hora «ha ayudado a mantener la alineación del comienzo de la actividad con la salida del Sol durante todo el año» mientras que mantener la misma hora los doce meses «podría suponer un aumento de actividad durante la madrugada en los meses de invierno, pero con potenciales repercusiones en la salud humana».
En todo caso, según datos aportados por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el cambio «no supone necesariamente un ahorro energético o, al menos, no existen datos actualizados para demostrar ese ahorro».
Preguntado por la posibilidad de que las estaciones redujeran sus diferencias debido al esperado aumento medio de temperatura que puede provocar en el futuro el cambio climático, el físico ha reconocido a Efe que «si realmente se volvieran más homogéneas, el cambio de hora perdería su sentido» aunque ha recordado que tampoco existen «bases para afirmar la relación entre estos dos fenómenos desacoplados».
EFE.