EFE/ El Teléfono de la Esperanza ha atendido en Baleares a 187 personas que llamaron por temática suicida entre y noviembre de este año, 12 de ellas con el acto suicida en curso, según datos de esta entidad, que destaca la importancia de que los afectados pidieran ayuda en una situación límite, porque implica «pedir otra oportunidad para afrontar un grave problema».
Las 12 personas que llamaron cuando acababan de atentar contra su vida son casi el doble que el año anterior, cuando hubo siete llamadas de este tipo hasta noviembre, casos en los que «es importante escuchar y empatizar con el llamante y actuar con rapidez para ofrecerle la ayuda adecuada», señala el Teléfono de la Esperanza en un comunicado.
La entidad recuerda que el 971 461 112 está disponible las 24 horas del día y todo el año, algo que «puede salvar vidas», y especialmente en estos días de celebraciones y fiestas familiares. El Teléfono de la Esperanza recalca: «La conducta suicida es evitable y se puede prevenir si utilizamos los recursos adecuados y comunicamos de forma responsable».
En total, entre enero y noviembre, 4.490 personas pidieron ayuda al Teléfono de la Esperanza. El 61 % son mujeres y un 68 % tiene entre 36 y 65 años. Más de la mitad de quienes llamaron (el 56 %) son solteras, viudas, separadas o divorciadas.
Si bien en años anteriores llegaron a equipararse el número de llamadas efectuadas por hombres y por mujeres, a partir de la pandemia llaman más las mujeres.
Otros motivos de las llamadas
La soledad e incomunicación (10,9 % de las llamadas) es un problema que afecta a todas las edades de quienes llaman. Los adolescentes lo padecen cuando sufren «bullying» o acoso escolar y los ancianos cuando tienen dificultades de movilidad.
La depresión (6,45 %), los trastornos de ansiedad (6,72 %), una crisis del proyecto vital del sentido de la vida (4,67 %), así como las crisis de la conducta suicida (4,16 %), son los problemas más frecuentes que verbalizan los llamantes cuando piden ayuda.
Al finalizar la llamada, el 76 % de las personas agradecen la información y las orientaciones que han recibido. «No se les dan recetas o consejos; simplemente se hace una escucha activa, atenta, acogedora y se les ayuda a que vean que cada uno cuenta con recursos y medios para afrontar sus problemas y la importancia de pedir ayuda profesional para hacer un cambio», explica la entidad solidaria.
La duración de las llamadas tiene una media de 14 minutos y, en los casos de crisis suicida, de 26 minutos.
Las llamadas de los adolescentes y jóvenes continúan en aumento, de forma que en los 11 primeros meses del año han sido 465, cuando el año anterior fueron 385 en el mismo período, con lo que se han incrementado un 20,7 %.
Los jóvenes llegan al Teléfono de la Esperanza sobre todo desde las redes sociales.
Acerca de otro de los colectivos de llamantes, el Teléfono de la Esperanza señala la preocupación creciente por los mayores de 75 años, «pues algunos no solo sufren la soledad, sino la incomunicación por las dificultades de movilidad».