@Noudiari / El Eivissa Jazz 2014 cerró las puertas este sábado hasta el año que viene con la que, sin duda, fue la noche más mágica de las tres jornadas programadas en esta vigesimosexta edición del festival.
Threejay Trío, el guitarrista cubano afincado en la Isla Norberto Rodríguez y el saxofonista valenciano Perico Sambeat representan tres estilos diferentes y están en diferentes puntos de su carrera musical, desde los que prácticamente están empezando a los ya consagrados, pero supieron conectar a la perfección con el númeroso público que, en esta ocasión, abarrotaba el baluarte de Santa Llucía.
Threejay Trío, formado por el pianista Joan Solana, el bajista Pep Colls y el batería ibicenco Joan Carles Marí, están de estreno y acaban de publicar su primer trabajo, que se llama simplemente Threejay. Los tres músicos tocaron gran parte de las composiciones del disco y demostraron que la juventud no está reñida con el buen jazz.
Después fue el turno de Noberto Rodríguez Quartet, integrado por el guitarrista cubano, el pianista Tamas Szasz, el batería Lukmil Perez y el bajista Bruno Schorp. Rodríguez, que durante muchos años ha colaborado con el grupo Juan Perro, dirigido por Santiago Auserón, es un auténtico virtuoso de las seis cuerdas y puso en pie a los espectadores con sus ritmos que van del jazz al blues y el rock.
El encargado de despedir el festival era el cuarteto de Perico Sambeat, músico que regresaba a Ibiza, en esta ocasión acompañado por el pianista Moisés Sánchez, el contrabajista Ignasi González y el bateria Esteve Pi. El saxofonista, que está considerado uno de los más grandes del jazz español, con más de 20 años de trayectoria, era el plato fuerte del festival, en el que entró casi de rebote tras anunciarse la cancelación del saxofonista estadounidense Benny Gloson.
El cuarteto, con gran parte del protagonismo para el saxofón alto de Perico Sambeat, cumplió con las expectativas y ofreció un gran concierto, con diferentes composiciones vinculadas al jazz contemporáneo y que se prolongó hasta casi las dos y media de la madrugada. Era el colofón a un festival que, pese a no contar con artistas internacionales de renombre, supo mantener el tipo y dejar un buen sabor de boca a los aficionados al jazz.