Eva Tur (Ibiza, 1976) presenta este jueves 23 de mayo a las 20.15 horas en Can Pou Bar de Ibiza su poemario Kilimanjaro (Ed. Sloper), en edición en catalán y castellano. En una charla con Josep Sendra y Laura Ferrer hablará del proceso de creación de este libro, que siente muy vivo porque, de alguna manera, continúa escribiéndose. En él refleja un momento vital «que se remonta a sólo un año y medio atrás, hasta casi la actualidad»; un ascenso a una montaña personal, desde la oscuridad del valle hacia la luz de la cima, con una voz poética que ha calado entre las lectoras y los lectores desde la publicación de su primer poemario en 2021: Planeta Tigre (Ed. Sloper).
El poemario plantea la pregunta vital tal vez más importante: ¿quién soy yo, realmente? Una pregunta que a menudo solo nos hacemos tras una crisis vital profunda. Y trata de responder a esa cuestión en un diálogo constante entre dicotomías vitales que van desde un pozo de oscuridad y de silencio hacia la luz, el deseo y la voz propia recuperada. Lo hace en un viaje en tres partes bien diferenciadas en el poemario: Adaptacions a la profunditat; Leyla Farah. El desig és escrit y El retrocés de les glaceres i del foc
En la presentación contará, además, con Daniela Cugliandolo, artista audiovisual y realizadora experimental, que proyectará imágenes de cine pintado a mano, en un proyecto realizado junto a la ilustradora Sara Mutande; y con la música de Guillem Nadal, trompetista mallorquín de jazz y música moderna.
Kilimanjaro es un poemario que se siente vivo y que late. ¿Sigue escribiéndolo de algún modo en sus poemas más recientes?
Sigo escribiendo siguiendo ese hilo y en el mismo tono, pero, curiosamente, por encargo, porque me han pedido un poema de amor para la revista de Las Dalias y también surgieron otros poemas que me pidieron para la revista Enclave de Nueva York. En mi caso cada cosa que voy viviendo va surgiendo en la escritura de una manera muy natural. Me interesa mucho la obra de poetas inglesas de poesía confesional como Adrienne Rich, Mary Oliver, Sharon Olds…
Escribe en catalán pero usted misma realiza versiones de sus poemas en castellano. ¿Es diferente su voz en castellano y en catalán?
Sí, en castellano me sale una voz más irónica y más ingeniosa y, en catalán, siento otra intimidad diferente [se toca la zona del corazón]. Mi voz más auténtica, más yo, es en catalán. Me considero muy bilingüe, en el sentido de que hablo con algunas amigas íntimas en castellano y estudié Filología Hispánica y he leído muchísima literatura en castellano. Ahora he hecho algunas traducciones al inglés y, aunque es extraño, también lo siento muy mío. Cómo expresar tu esencia en otra lengua es algo que nunca me había planteado y que precisamente ahora es un tema que me interesa.
Cuando vive una experiencia o una situación, ¿siente el poema en ese instante como una revelación o es algo que aparece después?
Cuando lo estoy viviendo nunca soy consciente de que aquello podría ser un poema. Pero desde hace un tiempo me sucede una cosa extraña y es que me vienen como unas imágenes o visiones. Recuerdo ahora a la novelista Antònia Vicens que, cuando tenía más de 70 años comenzó a escribir poesía (y es Premio Nacional de Poesía). Ella cuenta que un día estaba en su casa tomando el sol en una hamaca y le comenzaron a llegar unas imágenes que fueron los versos de su primer libro de poesía que se llamaba Tots es cavalls, en el que habla de la muerte de su padre. Esos caballos, estos versos, le llegaron como una especie de alucinación… A veces sí te viene un verso o una imagen. Me ocurre mucho cuando voy conduciendo… y tengo que parar el coche. Hago una nota de voz o lo escribo, porque siempre llevo libretas conmigo.
La poesía confesional, ¿convierte los libros escritos en una especie de diario vital que podrá leerse así con el tiempo?
Como autoficción poética, puede ser. No lo había pensado así. Pero la poesía todo lo sublima. Poesía y realidad no son lo mismo.
¿Pero diría de su poesía que es sincera, a corazón abierto?
Solo puedo escribir así. Mi poesía parte de la verdad y tiene algo de terapéutica. La escritura es una manera autoconocimiento y de sanación… y todas esas cosas tópicas [ríe]. Pero para mí es así.
Empoderamiento es una palabra de la que se está abusando, pero ¿diría que el suyo es un poemario de empoderamiento femenino?
Para mí, sí. El poemario va siguiendo un proceso vital que ha sido así: empezó con una crisis sentimental, una ruptura con esa visión de desamor, y va evolucionando y haciendo unas reflexiones del deseo, de encontrarte a ti misma a través de la sensualidad, de la sexualidad y también hace una revisión de tus orígenes: de dónde vienes, de tu tribu y de lo que te da fuerza. De lo que te sirve y de lo que ya no te sirve… hay todo un proceso de crecimiento personal para mí que es de empoderamiento, sí.
El deseo femenino está muy presente… y cómo cuesta todavía visibilizarlo.
Hay tabúes, sí. Yo misma me he notado cohibida al leer en público algunos poemas. Me ha pasado delante de público muy joven, porque me he sentido mayor hablando del deseo [ríe], o del público más mayor, por esa idea absurda de que se van a sentir incómodos o molestos.
Aunque parece un poco tópico preguntarlo, muchos creadores se sienten algo presionados con el segundo libro cuando el primero ha sido muy bien acogido, como en su caso. ¿Ha sentido esa presión?
Sí, bastante. Siempre piensas que no podrás escribir nada más que guste. Pero luego -y aunque resulte arrogante decirlo- ahora que tengo más confianza en mi trabajo pienso en escritores como Ben Clark: cada poemario nuevo que saca es diferente pero siempre es bueno y ese pensamiento me calma.
¿La idea del éxito literario la tiene presente?
Me considero muy afortunada. Escribo poesía en catalán, aunque haya editado versiones bilingües, y estoy muy contenta de cómo se ha recibido lo que he publicado hasta ahora. De hecho no me esperaba recibir tantas buenas críticas y mucha gente que me envía mensajes; gente que no pensaba que fuera lectora de poesía que se han leído el libro y les ha gustado y me comenta cosas súper interesantes de tal poema y de tal otro. En ese sentido estoy súper contenta y feliz. Uno de los objetivos de las versiones en castellano es, obviamente, llegar a más gente… Claro que me interesa llegar a más gente. Y me hace especial ilusión cuando se me acercan lectoras y lectores jóvenes.
¿Le gusta estar al día de lo que se está cociendo entre la gente más joven en música, poesía, literatura el general…?
Sí, es así, me encanta. Creo que es mi espíritu adolescente [ríe] Pero no solo la gente joven. Cuanto más mayor me hago más me gusta la gente. Me parece muy interesante lo que la gente tiene que decir, creo que todo el mundo tiene cosas interesantes que contar.
¿Por eso ha puesto en marcha y coordina los ‘Vermuts Poètics’ en Can Tixedó [sesiones de micrófono abierto para leer poemas propios, ajenos… ]?
Claro, me gusta mucho saber qué hacen los demás, qué le interesa a la gente joven y a la gente no joven… Me encanta escuchar a la gente y me suele sorprender mucho.