El curso prematrimonial es lo mejor que me ha pasado en la vida. Nos juntábamos en un cuarto tres cuatro parejas con un cura y hala, a formarse para el matrimonio. El párroco traía cada día a uno o varios artistas invitados. Recuerdo con especial cariño a un matrimonio de los de cincuenta años juntos cuya charla se centró en explicarnos que la vida en pareja era fascinante y en asegurarnos que nos haría muy felices aunque tendríamos que aguantar esto y lo otro y lo de más allá, pero ojo, cero dramas siempre smile porque, con la ayuda de Dios, todo sería maravilloso. Si aguantábamos. Después de los artistas invitados, el cura se situaba en el centro de la sala y nos hablaba durante un rato de sus cosas de cura para, a continuación, pedirnos que expresásemos nuestras vivencias, sentimientos y emociones y todos nos moríamos de vergüenza y decíamos lo primero que se nos pasaba por la cabeza para pasar el mal trago cuanto antes. Para concluir, el capellán cedía la palabra a una anciana monologuista, una señora que estaba enfadada con el mundo y que dedicaba los últimos quince minutos a acusarnos de delitos que no habíamos cometido y a pedir dinero para la Iglesia, recordándonos siempre que “dinero” no eran 5.000 pesetas, que tenían que ser más de 10.000. Esa señora me daba tanto miedo que el último día de clase dejé un sobre cerrado con 12.000 pesetas y me fui corriendo, no fuera a parecerle poco.
Ayer leí que los obispos ya no se conforman con este cursillo para amateurs y ahora han organizado un máster, un postgrado y varios cursos de doctorado para acompañar a los novios que tienen vocación matrimonial. Me pareció una gran idea porque eso es justo lo que necesita la gente en su noviazgo: que les acompañe un obispo.
Esta nueva formación consiste en un itinerario de 12 temas y, como me gusta hacerme daño, me fui directa al tema 3, que se titula “Hombre y mujer los creó”. No me defraudaron. Empiezan admitiendo que tanto los hombres como las mujeres somos seres humanos y tenemos la misma dignidad, pero la insistencia en estas dos perogrulladas es tal que se lee en tensión, tratando de adivinar por dónde te van a dar la hostia.
Y la hostia llega por donde siempre: somos iguales, pero hay una serie de diferencias en las vivencias afectivas, las capacidades intelectuales, las formas comunicativas y de percepción de la realidad que, ya es casualidad, hacen que las mujeres seamos más charlatanas y empáticas, además de estar bastante chifladas, y ellos sean unos egoístas que se pasan el día entero pensando en el sexo.
A medida que iba avanzando en el temario, me iba convenciendo de que en un momento u otro y por el bien común, recomendarían a hombres y mujeres alejarse lo más posible los unos de las otras y las otras de los unos. Pues todo lo contrario: aseguran que el hombre y la mujer no solo se complementan sino que se necesitan. Claro que tienen que meter a Dios para que alguien se crea todo esto. Lo que me extraña es que no hayan metido también a los Reyes Magos.
Por Oti Corona