NouDiari / La Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB) ha hecho público el informe de coyuntura “Evolución Económica” correspondiente al cuarto trimestre de 2020, en el que señala que la COVID-19 ha generado una crisis global, no comparable con las anteriores crisis, que ha tenido una gran repercusión en todo el archipiélago, sumiendo a la economía balear en una crisis sin precedentes, con las Pitiusas como las más afectadas.
La estimación del crecimiento correspondiente al cuarto trimestre muestra una contracción del 27,3% (vs -29,7%, 3º trim.), que no ha hecho sino confirmar que la actividad económica no ha conseguido recuperar el vigor, a pesar de la relajación parcial de las restricciones. De hecho, el balance anual del archipiélago, con un retroceso del 24,3%, contrasta con la evolución del resto de economías del mundo, que no han alcanzado en ningún caso la profundidad de Baleares.
Ibiza y Formentera anotan, de nuevo, la peor marca y Menorca la menos negativa
Tal y como ha ocurrido a lo largo del ejercicio, Ibiza y Formentera han anotado en la recta final del año una contracción del PIB -VAB no agrario- superior a la del resto de islas. Concretamente, el marcador de crecimiento ha retrocedido en el último trimestre un 27,8% (vs -33,6%, 3º trim.), tasa que supera en 3,1 puntos porcentuales la contracción de Menorca (-24,7% vs -28,8%, 3º trim.) y en 0,3 la de Mallorca (-27,5% vs -29,1%, 3º trim.). Con todo, el ejercicio se ha saldado con retrocesos históricos en todas las islas, en una horquilla negativa que oscila el 26,6% de Pitiüses y el 23,5% de Menorca. A lo largo del año la destrucción de empleo ha sido en Ibiza y Formentera de mayor envergadura (-15,1% vs -8,7%, Menorca) y, aunque esta se ha suavizado en la recta final del ejercicio en todas las islas, han seguido liderando el ranking (-6,8% vs -3,1%, Menorca).
Y es que, en términos particulares, por el lado de la oferta, la destrucción de afiliación en el sector servicios ha sido a lo largo del año mayor que en el resto de ramas de actividad (-17,6%, Pitiüses; -10,4%, Menorca), una tónica que se ha mantenido en el cuarto trimestre (-7,5%, Pitiüses; -2,9%, Menorca), especialmente en lo que a las ramas vinculadas al turismo se refiere (-17%, Pitiüses; -9,3%, Menorca). Por su parte, el sector de la construcción menorquín ha conseguido mantener el signo positivo que recuperó el trimestre anterior (0,6% vs 1%, 3º trim.), una circunstancia que no se ha producido en Ibiza y Formentera (-4,3% vs 5,2%, 3º trim.). En cambio, la afiliación industrial ha retrocedido en mayor medida en Menorca, tanto en el cuarto trimestre (-9,4% vs -4,7%, Pitiüses) como en el conjunto del año (-8,1% vs -5,7%, Pitiüses).
Por el lado de la demanda, la fuerte afectación que ha sufrido el mercado laboral ha desencadenado en descensos significativos en el consumo de forma más intensa en Ibiza y Formentera, tal y como ha puesto de manifiesto el incremento en el número de parados registrados (50% vs 35,3%, Menorca). Finalmente, en términos de inversión, la elevada incertidumbre que ha imperado a lo largo del ejercicio ha conllevado una destrucción de tejido empresarial que ha avanzado a mayor ritmo en Pitiüses (-10,8% vs -8,5%, Menorca).
El sector servicios demora en la recta final del año su particular proceso de recuperación
Desde el punto de vista de la oferta, el informe destaca que los servicios se han erigido como el sector más afectado por la crisis de la COVID-19 y se han convertido también en el principal factor explicativo de la sima vertical en que se encuentra sumida la economía balear. Pues, aquellos servicios más dependientes del contacto cara a cara (hostelería y restauración, turismo, transporte, ocio, centros comerciales…) han sufrido, en esta ocasión, con mayor fuerza. De hecho, la tasa de crecimiento del último trimestre se ha saldado con un retroceso interanual del 29,6% (vs -32,7%, 3º trim.), y la magnitud de la caída de la actividad para el conjunto del ejercicio se ha cifrado en un 26,2%.
Y es que, así lo pone en relieve la negativa evolución de los índices de cifra de negocios y de ocupación del sector, tanto el último cuarto del año (-29,8% y -16,3%, respectivamente) como en el conjunto del ejercicio (-37,8% y -14,7%, respectivamente), por encima del agregado nacional. Así mismo, la llegada de turistas ha anotado un mínimo histórico (-81,3% vs -0,7%, 2019) con apenas 3,1 millones de turistas (vs 16,4 millones, 2019), por lo que las ramas más directamente vinculadas a la cadena turística de valor han sufrido fuertes retrocesos de afiliación (-21,5% vs 1,1%, 2019).
La industria aminora el ritmo de avance y consolida el negativo
El ritmo de avance observado en los meses posteriores al segundo trimestre no solo no ha sido suficiente para sacar a la industria balear del terreno negativo, sino que se ha ralentizado a finales de año, así, el sector ha despedido el último trimestre del año con un retroceso del 11,3% (vs -14,7%, 3º trim.) y ha anotado una contracción del 13,2% en el balance anual. Y es que, las interrupciones en las cadenas globales de suministros y las restricciones más o menos generalizadas de la actividad económica derivadas de la crisis de la COVID-19 han lastrado la actividad, tal y cómo han manifestado el índice de producción industrial (-13,9% vs -21%, 3º trim.), el indicador de la cifra de negocios (-14,3% vs -16,2%, 3º trim.) y la afiliación (-4,3% vs -4,6%, 3º trim.).
La construcción acusa el fin de la inercia afectada por una incertidumbre imperante
La estimación de crecimiento del sector de la construcción balear arroja una contracción del 15,1%, tasa que amplia en 5,9 puntos porcentuales el retroceso experimentado el trimestre anterior (-9,2%) y pone freno a la aceleración observada en el tercer trimestre (11,7 puntos porcentuales). En esta misma línea, balance anual lega una contracción del 12,8%, que supera ampliamente los retrocesos observados durante la Gran Recesión (-4,9% en 2009) o la crisis de la deuda soberana (-3,1% en 2012). A ello ha contribuido la evolución de las certificaciones de fin de obra, que han retrocedido en el último trimestre (-9,8% vs 12,5%, 3º trim.), así como la destrucción de ocupación, que ha sido visible tanto el último cuarto del año (-1,7% vs 1,8%, 3º trim.) como en el conjunto del ejercicio (-1,9% vs 4,4%, 2019).
El freno económico global pesa sobre los niveles de demanda de consumo e inversión
Desde el punto de vista de la demanda, el consumo privado ha sufrido una contracción del 25,4% en el acumulado del año, que supera con creces la experimentada a lo largo de la última recesión (-2,9%, 2009) y duplica la observada a nivel nacional (-12,6%). Y es que, los intentos de aceleración no han conseguido afianzarse, como consecuencia de los nuevos rebrotes y de la entrada en vigor nuevas restricciones a la actividad y movilidad, que han situado el último cuarto del año la contracción estimada del consumo en el 28,5% (vs -31,3%, 3º trim.). Esta situación se explica por los cambios en los patrones de consumo de los hogares –descenso de las ventas minoristas (-6,4% vs -15,9%, 3º trim.) e incremento del desempleo (44,6% vs 90,5%, 3º trim.)– y la muy escasa, por no decir nula, afluencia turística (-91,8% vs -82,4%, 3º trim.), que ha lastrado la exportación de servicios turísticos, pues no ha alcanzado en el conjunto del 2020 el equivalente a 20 días del verano del 2019 (-87,6% vs 0,6%, 2019).
Por otro lado, a pesar de los esfuerzos de las políticas monetarias, los bajos niveles de actividad, junto con la incertidumbre imperante, han alimentado a finales de año el tono bajista de las expectativas empresariales (-58,5 puntos). Así mismo, a pesar de la desaceleración de la destrucción de tejido empresarial (-7,1% vs -10,1%, 3º trim.) el balance anual se ha saldado con una pérdida de 3.810 unidades empresariales (-8,5% vs -5,8%, 2009). Adicionalmente, la reducción de la compra de vehículos de carga, que ha cerrado el ejercicio con el peor dato de la serie estadística (-53,4% vs -23,5%, España), así como también la inversión en construcción, en lo que a presupuestados de visados de obra se refiere (-29,2% vs 6,2%, 2019), hacen sino sugerir que los impactos derivados de la COVID serán de larga digestión. Todo esto, ha conducido a la formación bruta de capital a ampliar la contracción del trimestre anterior (-14,4%) hasta situarla en el 20,9%, una tasa que se suma a una trayectoria trimestral que ha encadenado negativos hasta legar un retroceso anual del 16,4%, superior al estimado para la media española (-12,4%).
El 2021 arranca débil y con una necesidad imperante de transformación
Los resultados del primer semestre del año se verán seriamente condicionados como consecuencia del incremento en las infecciones y confinamientos más restrictivos, no obstante, las perspectivas de recuperación para el segundo siguen siendo más positivas gracias a la vacunación, ayudas gubernamentales y a los impulsos de los fondos europeos Next Generation EU.
En este sentido, Carmen Planas ha mostrado su “preocupación” sobre la evolución económica de las Islas destacando que “el tropiezo que ha sufrido la inversión en la recta final de 2020 condiciona las perspectivas de recuperación de la economía balear”.
Planas ha señalado que “es pronto para hacer pronósticos sobre cómo evolucionará la economía de Balears porque depende de múltiples condicionantes, siendo el primero de ellos el control de la crisis sanitaria y la capacidad de las empresas para invertir, porque si no hay inversión no habrá una recuperación rápida”.
“Esperamos, no obstante, un crecimiento positivo porque se mantiene la política monetaria de bajos tipos y, en materia de política fiscal, por las ayudas directas y la financiación europea de proyectos Next Generation EU”. Además, ha apuntado Planas, “es esperable que la economía balear pueda empezar a ofrecer resultados positivos a medida que avance el ejercicio 2021 pero no debemos olvidar que los datos resultarán de su comparación con los registrados en 2020, año en el que la caída de la economía balear ha sido inédita e histórica, duplicando la media nacional”.
Con todo, la presidenta de CAEB ha destacado que “se considera fundamental realizar una transformación hacia una economía más digital, sostenible e inclusiva, con la capacidad de aglutinar proyectos con potencial transformador capaces de unir el triple objetivo de crecimiento, bienestar inclusivo y sostenibilidad”.