@Noudiari / El empresario español afincado en México Jorge Cueto visita Ibiza del 22 al 26 de mayo para explicar por qué creó la Fundación Prison Art, una asociación que nació en 2013 y que tiene como objetivo ayudar los reclusos de las cárceles mexicanas. Cueto, financiero de profesión, fue detenido injustamente y en 2012 estuvo 11 meses recluido en el penal de Puente Grande de Jalisco, donde hay 12.000 reclusos.
Durante los meses que estuvo preso, vivió en sus propias carnes las dificultades que supone estar detenido en una cárcel de México. “Allí primero te detienen, te meten en la cárcel y luego te preguntan”, explica Cueto. En los centros penitenciarios de este país no hay oportunidades de rehabilitación y de luchar contra la estigmatización de haber pasado por la cárcel y, por tanto, alcanzar la reinserción. Por ello, marcado por su experiencia en prisión, Cueto creó un sistema de capacitación retribuido, a la vez rehabilitador y con el fin de reinsertar a los reclusos tras su paso por la penitenciaría.
Así nació la Fundación Prison Art, un sueño hecho realidad y que ofrece a las personas recluidas los elementos para trabajar en la elaboración artesana de productos de calidad enfocados al mundo de la moda. La asociación de Cueto ha ayudado desde su creación a 300 presos y proporciona a los presos herramientas y materiales para la elaboración en talleres complementos como bolsos, billeteros, juegos de mesa, portafolios, mochilas, carteras, tarjeteras, zapatos, camisetas, maletas, cazadoras y joyas.
Los motivos principales de cada creación se basan en los tatuajes sobre piel que dibujan los reclusos. Según la filosofía de la fundación, los reos que participan en el programa pueden dibujar lo que quieran evitando personajes que existen, familiares o motivos que exalten la violencia. Todo es un proceso de aprendizaje y los temas relacionados con la forma de ver la vida, animales salvajes o plantas suelen ser los más recurrentes. También cuentan historias como Alicia en el país de las maravillas, Caperucita Roja o Blancanieves y, sin duda, los diseños más representativos son motivos mexicanos relacionados con el arte del tatuaje como las catrinas y calaveras.
Los presos realizan todo el proceso, desde el corte de la piel al tatuado o cincelado, hasta el ensamble realizado totalmente a mano. La máquina de hacer tatuajes es el aparato empleado para tatuar el cuero. De esta forma, según explica Cueto, “se les da un uso distinto a estos objetos que normalmente utilizan los presos para tatuarse entre ellos” además de que “cada pieza es tatuada siguiendo el mismo método de tatuar el cuerpo humano”.
El paso por la cárcel le cambió la vida. Jorge Cueto recuerda que “estando en allí dentro me di cuenta de que muchos muchachos entraban por delitos muy menores, tenían que pagar por todo y cuando salían nadie les daba trabajo. Podían entrar por robar un pan y al salir acababan contratados por el cártel como sicarios”.
“Cuando estás dentro ves tantas cosas… Si no lo hubiera vivido no lo hubiera hecho pero me tocó. Diseñé un programa de autoempleo para capacitar a esos chicos en algo que les gustara y que estuviera bien pagado. El proyecto se basa en fomentar su autoestima, que crean en sí mismos y se sientan valiosos para que no vuelvan a delinquir”, concluye Cueto.