Antonio Martín / La intensidad del fenómeno atmosférico extremo de las danas (depresión aislada en niveles altos) se multiplica con un mar Mediterráneo cada vez más caliente, este otoño entre 2 y 2,5 grados por encima de la media de las últimas décadas.
Así lo ha advertido a EFE el director del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la Universitat Politècnica de València (UPV), el catedrático Manuel Pulido, experto en gestión de usos hídricos y cambio climático.
A partir de los datos históricos de que dispone Pulido, el Mediterráneo debería estar en torno a los 20 grados o incluso algo menos en las latitudes del sureste peninsular pero estas semanas de otoño se sitúa entre 2 y 2,5 grados más.
Estos valores anómalos llegan poco después de un verano con récord histórico de temperaturas con una máxima de 28,3 grados frente al litoral valenciano y con un octubre con más de 24 ºC.
Esa mayor temperatura de los océanos causa que el agua se dilate y expanda, ocupando un mayor volumen, lo que se traduce en una subida del nivel del mar. A esto se suma el aumento de los valores del termómetro en la atmósfera, que aceleran la fusión de los casquetes polares y, a su vez, elevan el mar.
Pulido ha alertado de que otro factor a tener en cuenta es que a mayor temperatura del mar y más absorción de carbono (los océanos son el gran sumidero del exceso de carbono que emitimos), más se acidifican los mares con un impacto negativo en los ecosistemas marinos y en la vida bajo la superficie acuática, donde se halla un importante porcentaje de los hábitats del planeta.
Esta anomalía de un mar más caliente forma parte del calentamiento global y, por tanto, se incluye entre las muchas y variadas consecuencias ligadas al cambio climático, ha relatado el experto, quien ha destacado que los mares y océanos son fundamentales en el equilibrio de los sistemas climáticos.
Esto es así porque actúan como regulador, una especie de «esponja» que modera el incremento de temperatura por el calentamiento global, además de tener un papel indispensable como sumidero en la absorción del dióxido de carbono (CO2) para, precisamente, mitigar el cambio climático.
«Un gran porcentaje del exceso de calor que produce la actividad humana», ha argumentado Pulido, «queda absorbido por los océanos en su función de sumidero de CO2» y este papel «es puesto en peligro» por los cambios en el ciclo de carbono de los océanos. Además, un mar más caliente reduce los hábitats marinos.
Estos valores anómalos son el caldo de cultivo para lluvias muy intensas cuando se produce un fenómeno atmosférico de dana, al generarse una atmósfera más húmeda y más propicia a precipitaciones torrenciales.
El mar caliente se erige en una intensa fuente de energía porque favorece una evaporación acelerada y cuando las corrientes de vientos arrastra esa bolsa húmeda hacia una orografía propicia y se enfría precipitadamente, originan estas precipitaciones extremas que antes se llamaban ‘gota fría’ y ahora son más conocidas como danas, con gran intensidad en una escasa duración de tiempo.
Para Pulido, todo apunta a que el cambio climático hace que las danas vayan a ser más devastadoras en el futuro porque «está claro que la intensidad del fenómeno se ve aumentada por las condiciones del calentamiento de la temperatura del Mediterráneo».
EFE