Juan Antonio Torres Planells
El día 19 de marzo, se celebra todos los años la festividad católica de San José, esposo de la Virgen María. Con motivo de las fiestas patronales de este pueblo, vamos a hablar de las tierras del municipio de Sant Josep de sa Talaia, o tierras talayeras.
El municipio de Sant Josep de sa Talaia es el más extenso de la isla de Ibiza y tiene una fuerte presencia de la industria turística por las innumerables playas que lo bordean en sus 84 km. de costa, ya que va desde es Port des Torrent, compartiendo límite con el municipio de Sant Antoni de Portmany, hasta la Platja d’en Bossa, limítrofe con el municipio de la ciudad de Eivissa. Entre y entre tenemos Cala Bassa, Cala y Playas de Comte, Cala Corral, Cala Tarida, Cala Molí, Cala Vedella, Cala Carbó, Cada d’Hort, Cala Llentrisca, Cala Jondal, sa Caleta, Salinas, es Cavallet y es Codolar, con innumerables pequeños rincones de playa, sin olvidarnos de los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell, frente a Cala d’Hort, monumentos naturales indiscutibles. Además, en sus tierras está el aeropuerto de la isla, conocido también como aeropuerto de es Codolar, inaugurado en 1958; el monte más alto de la isla, sa Talaia, de 475 metros de altura, y ses Salines de Ibiza, la industria más antigua de la isla. Para añadirle el toque que nos falta, deciros que la gente de este municipio es de los que conservaron las tradiciones folklóricas más arraigadas, pues nuestras danzas y nuestras músicas tuvieron ahí cuidado especial, como veremos más adelante.
En tierras de sa Caleta de este municipio, al sur de la isla, existe una península entre el monte de es Jondal y la playa de es Codolar donde existen los primeros restos arqueológicos fenicios de nuestra isla, datados entre el siglo VIII y el VI antes de Cristo. En ese lugar se establecieron los primeros pobladores urbanitas de nuestra historia isleña, lugar que abandonaron entrado el siglo VI a.C. para instalarse en la cima del monte que conocemos hoy como Dalt Vila, en la ciudad de Eivissa. De la importancia del yacimiento arqueológico de Sa Caleta se ha dado cumplida cuenta en numerosas publicaciones, siendo considerada su importancia de primera magnitud dentro de los restos urbanos fenicios de la península Ibérica. La UNESCO declaró en 1999 estos restos urbanos fenicios ibicencos como Bien Patrimonio de la Humanidad, juntamente con los restos de la Necrópolis Púnica del Puig des Molins de la ciudad de Eivissa, sus murallas renacentistas y las praderas de posidonia entre las islas de Ibiza y Formentera.
En tiempo de los árabes, la extensa zona que comprende el municipio actual de Sant Josep de sa Talaia estaba integrada dentro de los distritos de Portumany y de Algarb. Pero la nueva división de la isla por los tres conseñores feudales quedó establecida en cuatro partidas que, años después, se les denominó ‘cuartones’, equivalentes en valor, quedando la zona donde existe ahora el pueblo de San José dentro del dominio del cuartón de Portmany. Con la actualización de nombres en Eivissa, a partir de 1979, este pueblo adoptó el nombre de Sant Josep de sa Talaia, pues el monte más alto de la isla, cercano al pueblo, bien merecía que se le reconociera.
El cuidado espiritual de los habitantes de esta zona de la isla tuvo sus centros en la iglesia de San Antonio Abad, en el pueblo de la bahía de Portus Magnus, o en la iglesia de San Jorge, en el llano de las Salinas. No fue hasta 1732, que esas gentes tuvieron iglesia propia dedicada al Patriarca San José. El historiador Juan Marí Cardona lo cuenta en su libro “Santa Maria d’Eivissa”. Fueron Francisco Ribas, de es Vedrà des Ribes, y Jerónimo Tur, de es Vedrà des Marins, entre otros, los que pidieron iglesias nuevas al arzobispo de Tarragona, Manuel de Samaniego, en su visita a Ibiza, en 1726, ya que las de San Antonio, Santa Eulalia y San Miguel eran pocas para las necesidades de la población. La respuesta del arzobispo fue:
“(…) Y deseando vivamente que los pobres y sinceros habitadores de dichos quartones sean asistidos para el bien de sus almas aun con mayor abundancia y comodidad, los exortamos a ellos mismos y encargamos a los rectores de dichos quartones los alienten para que fabriquen dos iglesias nuevas, la una a la subida de la Britxa, que es del quarton de Santa Eulalia, y la otra en el Coll de Cala Vedella, que es en el quarton de Portmany o de San Antonio (…) Dado en la visita de nuestra Ysla de Ybiça a nueve de octubre de 1726 (…)”.
La construcción de una iglesia propia en el Collado de Cala Vedella, hoy núcleo urbano de San José, haría que no se tuviera que ir a misa a San Antonio y, por ello, se movilizó enseguida la gente para construir el templo en aquel lugar. La edificación se realizó entre 1730 y 1732, con la ayuda de todos los hombres del pueblo, dirigidos por el maestro de obras Pere Ferro, siendo ayudados por las mujeres que llevaba el agua necesaria desde la fuente des Verger para hacer la argamasa. Según nos relata Juan Marí Tur en su estudio “Llibre del Roser”, de 1986, los materiales que se utilizaron para hacer la iglesia fueron extraídos de la Colina d’en Cardona y del Collado des Guix, y las baldosas se hicieron y cocieron en la cueva de ca na Pujola. Marí Tur también nos relata un suceso durante la construcción: “(…) Un accidente laboral del mismo Pere Ferro fue determinante para que el templo se dedicara al Patriarca San José (…)”.
La unión territorial de San José y San Antonio continuó aún durante muchos años, ya que, el año 1746, con motivo de las fiestas de proclamación del rey Fernando VI, obtenemos algunos datos sobre aquel extenso ‘Cuartón de Portmany’ que nos lo confirman: tenia 450 casas y 2.100 habitantes en una extensión de cuatro leguas, además de tener dos iglesias, la de San Antonio y la de San José, y una compañía de milicias de 350 hombres, mandada por el capitán Pedro de Bardaxí.
Sea como fuera, la creación del obispado de Ibiza, el 1782, hizo que el primer obispo, Manuel Abad y Lasierra, creara las parroquias de la ciudad y de los pueblos de la isla, entre ellas la de San José, con lo que se inició la configuración de San José como una entidad territorial diferenciada del resto de las divisiones de la isla, aunque solo fuera a nivel religioso. No obstante esto, la personalidad política propia aún debería esperar. Fue el año 1822, cuando la Diputación Provincial de Baleares decretó la creación de los Ayuntamientos rurales y, desde aquel momento, la independencia política y económica fue ampliándose cada vez más.
Gentes de San José destacaron también en sus ideas liberales, pues no en balde el sacerdote José Ribas Ribas, natural de ese municipio, fue elegido, el 28 de agosto de 1810, como diputado a las Cortes Constituyentes de Cádiz para la redacción de una constitución que rigiera el reino de España y cambiar el antiguo régimen absolutista y la imposición napoleónica. Pero también las gentes de San José fueron los que preservaban con gran interés nuestras tradiciones folklóricas, a pesar que el alcalde de ese pueblo prohibió, el abril de 1904, que mujeres vestidas de payesas asistieran a recibir al rey Alfonso XIII cuando vino a inaugurar el monumento al general Vara de Rey, prohibición motivada porque, a su parecer, daba una imagen de incultura, lo cual fue muy criticado porque los campesinos mallorquines fueron a recibir al rey con mucho orgullo a su llegada a Palma.
No sabemos si fue por un motivo de pundonor o por el interés en preservar nuestras tradiciones, lo cierto es que un grupo de campesinos de San José, encabezados por Pedro Marí, participaron en un concurso de antigüedades organizado por la Sociedad Arqueológica Ebusitana, dentro de los actos de la colocación de la primera piedra del monumento a los corsarios ibicencos con motivo del centenario, el 1º de junio de 1906, del apresamiento del pirata gibraltareño apodado El Papa por el corsario ibicenco Antonio Riquer Arabí, el 1º de junio de 1806. El grupo de San José fue esperado con gran expectación a su llegada a la ciudad, donde se juntaría con representantes de otros pueblos para participar en el programa oficial de dicha homenaje a nuestros corsarios. El Diario de Ibiza del 1º de junio de 1906 daba a conocer el desarrollo de los actos del Centenario, destacando que: “Una sorpresa que no se podía esperar ha sido el número de esta mañana, consistente en la entrada a la ciudad para dirigirse a la Arqueológica Ebusitana, después de recorrer varias calles, de una Cabalgata del pueblo de San José y de las subcomisiones del Centenario, pertenecientes a los distintos pueblos de la isla, incluso Formentera. Todas las citadas comisiones llevaban al frente su respectiva bandera; y la cabalgata, formada por individuos de ambos sexos y vistiendo los diferentes trajes clásicos del país, alguno de ellos desconocido ya por lo antiguo de la época de su uso, iba, parte de ella, montada en mulas, y el resto ocupando una carroza al efecto y con mucho gusto adornada”. El Diario de Ibiza del día siguiente dio a conocer que el Primer Premio del concurso de antigüedades fue para la comitiva de San José, que se embolsó las cien pesetas del premio, un dineral para la época. Ese entusiasmo folklórico debió perdurar en el tiempo pues, el año 1962, Pedro Planells Marí creó en el pueblo de San José la primera agrupación folklórica estable de la isla, Agrupación Folklórica Aires de sa Talaia, que aún perdura.
Antes de que estas últimas décadas nos hayan llevado el turismo a nuestra isla y las playas de ese municipio sean de las más cotizadas; antes que se inventaran los aviones y se construyera en Ibiza un aeropuerto para tráfico de pasajeros, en la zona de es Cubells del municipio de San José apareció, el año 1854, un fraile carmelita que consiguió que aquella zona se convirtiera en un lugar de espiritualidad y peregrinación. El Padre Francisco Palau y Quer, conocido como el Padre Palau y hoy día proclamado beato por la Iglesia Católica (el 7 de noviembre es su festividad), permaneció varios años entre nosotros. Durante su estancia promovió la devoción a la Virgen del Carmen, fundó la ermita de es Cubells, tuvo largos retiros y arrebatos místicos, hizo misiones en la ciudad y los pueblos de la isla y dejó un recuerdo que aún perdura. De aquel paso por la isla y del misticismo de ese lugar, hizo que se convirtiera en lugar de peregrinación de devotos ibicencos de este santo varón y que el obispo de Ibiza, Antonio Cardona Riera, construyera, durante la década de 1950, un seminario de vacaciones que, con los años, se ha convertido en un centro de espiritualidad. Con todo ello, vemos que el municipio de San Josep de sa Talaia tiene un poco y un mucho de todo, a modo de compendio de toda la isla.