Todo empezó en la playa des Pouet, en la bahía de Portmany. Allí nació La Sirena hace nada más y nada menos que 60 años. Seis décadas en las que la transformación y expansión de este negocio de sello ibicenco ha sido continua y transversal. Lo fundó Xicu Ramón Marí (Ibiza,1936-2016), nacido en Cala Llonga. Su formación como docente fue un pilar importante para la estructura de la empresa y su crecimiento, tal y como recoge El Pitiús 2018 en un artículo de Joan-Albert Ribas. Sobre todo si se tiene en cuenta que en aquella época no abundaban los conocimientos mercantiles ni había demasiados ejemplos de los que aprender en toda la isla.
Justo empezaba a despuntar el turismo, comenzaban a construirse los primeros hoteles cerca del mar y arrancaba un nuevo capítulo en la historia de Ibiza y de su población, que venía de ganarse la vida en el campo o en el mar, y poco más. Xicu, que era el menor de cinco hermanos, abrió un pequeño souvenir animado por un amigo, médico de profesión, Montserrat, que le proporcionó el local donde se ubicaría la primera tienda de las 24 La Sirena y Art que existen actualmente, todas en Ibiza salvo una que está en Palma de Mallorca. A Montserrat le hubiera gustado dedicarse a lo mismo, pero la tradición familiar le guió por otros derroteros. No obstante, estaba entusiasmado de ver cómo el negocio que él había soñado se hacía realidad y prosperaba de la mano de un colega.
La línea de negocio de hoy en día dista mucho de la de aquel primer establecimiento, en el que se vendía un poco de todo, todo lo que podía necesitar un turista, pero también cualquier residente. Era la única tienda que había en esa zona cuando abrió sus puertas en 1964, año en el que en esta parte de la bahía no existían más que tres o cuatro hostales y una treintena de casas o chalets diseminados en el campo y la línea de costa.
Desde bebida y comida a flotadores pasando por figuras de sevillanas convivían en el stock de una tienda de «conveniencia», que se adaptaba rápidamente a la demanda de los clientes, descartaba los productos que no tenían tanta salida y apostaba decididamente por los más solicitados, algo que sigue ocurriendo hoy en día, 60 años después, recalca Daniel Ramón Costa, uno de los cinco hijos de Xicu y quien, en cierta manera, ha tomado el relevo de su padre al frente de La Sirena junto a su hermana Maite, aunque esta última se encarga más de los establecimientos hoteleros del grupo.
En aquel entonces, la temporada turística era corta, de agosto a septiembre, de unos 40 días, no como ahora, que alcanza los seis meses, con lo que, en los primeros años, Xicu se veía en la obligación de compaginar su labor en la tienda con la de maestro. La ‘botiga’ tenía dos empleados, él y un amigo. Actualmente, entre los locales y las oficinas son 350 trabajadores, sin contar los que hay en otros sectores por los que la familia ha ido apostando con el paso de los años como un plan ‘B’, por si algún la línea de negocio inicial sufría un bache, principalmente hoteles y apartamentos turísticos, pero también la compra de terrenos, uno de ellos convertido en polígono industrial, el de ca na Palava, y donde se encuentra actualmente el corazón del conglomerado empresarial de esta marca, las oficinas y un almacén de grandes dimensiones desde donde se distribuye a las tiendas los productos de las diferentes marcas con los que trabaja.
La primera tienda, la des Pouet, ya llevaba el nombre de La Sirena, y Cala de Bou y los alrededores fueron la primera zona de expansión del negocio, puesto que al estar todo agrupado era más fácil de controlar, explica Daniel, puesto que la movilidad entre diferentes puntos de la isla no era la de hoy en día y desplazarse de un municipio a otro era mucho más complicado que ahora, sobre todo «en la Lambretta que conducía en aquella época», evoca su descendiente.
El negocio de los souvenirs siguió creciendo, en gran medida gracias a la capacidad de análisis, el espíritu innovador y las ganas de aprender y mejorar la oferta que tenía su fundador, a quien le gustaba viajar y ver el camino que seguían los negocios del mismo estilo en diferentes puntos del planeta y extrapolar a Ibiza las ideas que pensaba que podían funcionar. De hecho fue una de los primeros negocios que tuvieron un ordenador, compartido con otra empresa, debido al elevado coste de la máquina en aquella época, 1.200.000 pesetas, el equivalente a la compra de un piso en ese momento en la isla
Xicu Ramón se asoció con su hermano Pep para replicar el modelo de Cala de Bou en Santa Eulària bajo la firma Art, y después abrió tiendas de La Sirena en el centro de Sant Antoni y a principios de los años 70 en Vila, además de en es Canar y Platja d’en Bossa, entre otros núcleos turísticos. Actualmente, hay en proyecto la construcción y apertura de un nuevo centro al lado del paseo de Vara de Rey, en el solar donde se encontraba el edificio de los sindicatos, junto a la tienda de La Sirena que hay en Iganci Wallis y con la que convivirá.
A mediados de los 80, La Sirena empezó a especializarse en lo que es hoy en día, una tienda de ropa casual y deportiva, con infinidad de marcas y a buen precio. De hecho, esta es una de las claves de su éxito, el poder acceder en la isla a productos más baratos que fuera, algo que ocurre más bien poco. El secreto, trabajar con márgenes de beneficio pequeños y tener por mano la distribución, además de estar al tanto y traer a Ibiza firmas que están despuntando a nivel internacional pero que a veces son poco conocidas en ese momento no solo en Ibiza, sino en Baleares e incluso en el resto del país. Adelantarse al mercado, en definitiva, así como conocer las tendencias y lo que puede funcionar en el complejo mercado insular, que no solo atiende a clientes locales, sino a personas venidas de todas las
partes del mundo durante los meses de verano.
Daniel Ramón Costa explica que el sector en el que trabaja es complejo, puesto que hay marcas que han funcionado muy bien durante muchos años y, de golpe, dejan de hacerlo, hasta prácticamente desaparecer del mapa. Es el caso de Mistral, por poner un ejemplo, que eran referencia en Ibiza en los 80, de la que actualmente no se oye hablar. La moda, dice, es muy cambiante y varía de un año a otro, con lo que entran en juego muchos factores.
La Sirena es hoy en día un negocio único en Baleares, puesto que en todo el archipiélago no existe ninguna cadena de moda de estas características, con 24 tiendas. En 2017 abrió en Palma, donde su actual gestor, Daniel Ramón, explica que hay mercado para abrir dos o tres más puntos de venta, al igual que en Ibiza ciudad, subraya. Y es que en el caso de los zapatos, es necesario disponer de mucho espacio de almacenaje, ya que hay entre 200 y 600 modelos, según el establecimiento, con los que trabajan a diario, y de cada uno de ellos se precisan entre diez y doce tallas diferentes con sus respectivas cajas.
Precios y anécdotas
Tantos años de negocio dan para muchas anécdotas, pero una de las más significativas, y que tiene que ver con los precios que maneja La Sirena, vienen de parte de los turistas, que al encontrar el mismo calzado que en su país hasta un 30 por ciento más barato, preguntan si los productos son realmente auténticos, o de imitación, ríe Daniel cuando explica este comentario, habitual entre los visitantes y clientes que recibe de fuera, sobre todo los de centro Europa, precisa. «De todas formas, si hablamos con la persona encargada de cualquiera de las tiendas, anécdotas hay como mínimo una por día», desvela.
Ramón Costa, como otros muchos empresarios de la isla, está preocupado por las dificultades con las que topan algunos de sus trabajadores para encontrar vivienda en la isla todo el año. «Es algo complicado. Lo que ha roto el mercado es el alquiler turístico ilegal. Pero también hay circunstancias distintas, y gente que ha alquilado su piso y no solo no ha cobrado sino que, además, se lo han destrozado y no hay dónde reclamar. Hasta que no cambie la ley de arrendamientos urbanos y le den más protección al propietario, tiene una mala solución. Son cosas básicas, y no se entiende la falta de protección que hay para los dueños de las viviendas que salen al mercado de alquiler. Mientras exista esta descompensación entre el arrendador y el arrendatario y se sigan usando pisos de forma turística, los precios seguirán muy tensionados».
«Desde Pimeef se ha pedido que los pisos que se alquilan turísticamente sean considerados como actividad comercial, lo que serviría para precintarlos, algo que también reclama el Consell de Eivissa y que podría suponer un antes y un después», explica Ramón Costa, que es directivo también de la agrupación empresarial mayoritaria en Ibiza y forma parte de la segunda generación, junto a sus hermanos y primos, de La Sirena y Art, quienes aseguran un futuro próspero al negocio que su padre empezó hace 60 años en un pequeño local junto a una coqueta playa del Oeste de la isla de Ibiza, es Pouet.
Una errata: ‘una coqueta playa del (O)Este de la isla de Ibiza, es Pouet.
Per la resta, enhorabona a La Sirena pel seu èxit comercial i saber cuidar dels seus treballadors.