En junio, el precio de un melón llegó a alcanzar los 13 euros, una cantidad que refleja el encarecimiento de los alimentos básicos y que pone de nuevo en el punto de mira la calidad de la nutrición en un momento en el que la inflación está en el 10,8 % debido a, entre otros, el encarecimiento de los alimentos.
En momentos de crisis, como ya pasó en la de 2008, la calidad de la nutrición puede verse resentida por el encarecimiento de los precios y, en especial, en los casos de personas con rentas más bajas.
Así lo explica en declaraciones a Efeagro el profesor de Nutrición en la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Román, quien añade que los periodos de «crisis y problemas económicos» coinciden con mayores tasas de obesidad infantil provocada por la malnutrición.
Los últimos datos publicados por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señalan que los precios de los alimentos han alcanzado su mayor nivel desde 1990 a nivel mundial.
En España, primero la pandemia provocada por la covid-19, después la escalada en el precio de la electricidad y los combustibles -que provocaron movilizaciones y paros en el sector agro- y, por último, la guerra en Ucrania, han agitado una situación que termina por afectar a las estanterías de los supermercado.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya alertaba en julio de una subida del 15,2 % en el precio de la cesta de la compra en un año.
Para Román, el punto crítico de cualquier dieta es cuando se produce un déficit de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, y precisamente estos son algunos de los alimentos que han alcanzado un precio más alto en los últimos meses.
Más allá de los 13 euros del melón, los datos que maneja la OCU apuntan a una subida del 52,6 % del aceite de oliva suave y un encarecimiento del 12,4 % de frutas y verduras.
Congelados
Jesús Román dibuja el camino hacia una nutrición de peor calidad a través de dos conceptos: la cuota de estómago y las «croquetas congeladas».
El primero se refiere, según el nutricionista, a las calorías que el cuerpo demanda consumir durante el día.
El aumento de los precios en los alimentos básicos puede terminar provocando que los consumidores tiendan a congelados como las croquetas, unos productos de «baja calidad, baratos y que pueden quitar el apetito».
Alerta de que las personas que tienen problemas económicos «se decantan por alimentos más baratos que suelen ser de más baja calidad, restringiendo aquellos que son más saludables».
Entre los problemas que puede conllevar una alimentación de peor calidad se encuentra, como ya adelantaba al comienzo el profesor, la obesidad.
En este sentido, el Informe sobre la obesidad infantil en España 2021/22 elaborado por Eroski confirma sus palabras al apuntar que la obesidad es «una forma de malnutrición por exceso que, en muchos casos se prolonga también en la edad adulta».
Falta de comida
Cuando Román habla de esa «cuota de estómago» puntualiza que esto se circunscribe a aquellas familias con rentas bajas y señala que no incluye a las que «no pueden echarse nada a la boca para comer».
Y es que los datos que publicó el pasado mayo la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) sostienen que este año acudirá a los bancos de alimentos un 20 % más de demandantes que en 2021 como consecuencia de la subida generalizada de precios y los efectos de la guerra en Ucrania.
Son familias que, bien sea por la falta de comida o la baja calidad de lo que consumen, experimentan en primera persona la subida de precios en los alimentos básicos.
EFE