EFE / Baleares, con un 22,8 % de los menores de 30 años viviendo fuera del hogar familiar, tiene una tasa de emancipación superior a la media española, que es del 19 %, pero esa cifra ha caído en las islas en casi un 36 % en una década.
Según un estudio del Consejo de la Juventud de España con datos del segundo semestre de 2018, desde 2008 hasta esa fecha la tasa de emancipación de la población de 16 a 29 años pasó en Baleares del 35,6 % al citado 22,8 %.
En seis comunidades autónomas (Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, el País Vasco y Cantabria), esta proporción no alcanzaba ni el 17 %, entre otras cosas porque para que un joven pueda alquilar en solitario tiene que destinar más del 90 % de su salario, que es de una media de 900 euros al mes.
En Baleares, al finalizar 2018 una persona joven tenía que aportar el 120,4 % de su salario neto para hacer frente a la renta de un alquiler.
En el conjunto del país, el alquiler ha perdido algo de terreno como fórmula mayoritaria entre los jóvenes emancipados (del 60,6 % en 2017 al 59,2 % en 2018), que no pueden dar el salto a la compra (sólo el 11,6 % con propiedad pagada y el 17,4 % con hipoteca) y que optan cada vez más por casas cedidas o a bajo precio (el 12 %).
Es una tendencia que va en aumento la de vivir en casas cedidas por las familias que disponen de una segunda residencia.
La proporción de jóvenes emancipados estuvo aumentado año tras año entre 2001 y 2008, pero a partir de ese último ha ido disminuyendo hasta regresar a cotas semejantes a las de mediados de la década de los noventa.
Pero actualmente, según el balance, no son sólo menos los jóvenes que pueden vivir fuera de casa de los padres, sino que cuando lo consiguen tienen más probabilidades de encontrarse en situación de vulnerabilidad económica y social.