@Noudiari/ Un estudio realizado por el biólogo formenterés Manu San Félix, Lluís Cardona e Irene Álvarez de Quevedo del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de Biodiversidad de la Universidad de Barcelona, ha detectado que el 40% de las tortugas bobas (caretta caretta) que son liberadas después de quedar atrapadas en las redes de los pescadores muere a las pocas semanas, y que la principal causa de su muerte no son los anzuelos, sino el hilo de pescar. Son las conclusiones de un estudio publicado por la Universidad de Barcelona y se trata, además, del primer estudio científico basado en un seguimiento con emisores para telemetría vía satélite de un grupo de tortugas bobas liberadas al mar tras ser capturadas por barcos palangreros en el litoral español.
El Mediterráneo, un túnel sin salida
La tortuga boba es la tortuga marina más abundante en la cuenca mediterránea, y una de las más amenazadas en todo el mundo. Cerca de 10.000 tortugas son capturadas cada año por la flota palangrera española del Mediterráneo. Más del 95%, sin embargo, están todavía vivas cuando se recogen los palangres. En busca de alimento, las tortugas muerden los cebos y quedan atrapadas. Los pescadores suelen cortar el hilo de pesca para soltarla en mar abierto y el animal vuelve al medio marino con un anzuelo clavado en el cuerpo —en la boca o el aparato digestivo— que lleva enganchado un trozo de hilo de pescar.
El 40% de las tortugas liberadas por los pescadores muere durante los tres meses posteriores. El problema no es el anzuelo, sino el hilo de pesca que está enganchado a él. Como alerta el profesor Lluís Cardona, miembro del Grupo de Investigación de Grandes Vertebrados Marinos de la UB, «la tortuga se traga el hilo, que circula por el tubo digestivo y puede ulcerar los órganos internos, y es esto lo que causa la muerte de los animales». «En el caso de las capturas accidentales —añade el experto—, lo que habría que hacer es subir a bordo las tortugas enganchadas al palangre y cortar el hilo de pesca justo a raíz del anzuelo: la mortalidad por lesiones se reduciría a la mitad y el impacto poblacional sería aceptable».
¿Cómo evitar las capturas accidentales?
Entre un 10 y un 20% de tortugas mueren cada año por la destrucción de nidos, la pesca accidental, las colisiones con embarcaciones, etc. Calar a más profundidad, no emplear cefalópodos como cebo y modificar el diseño de los anzuelos son cambios operativos para evitar las capturas accidentales con palangre de superficie. «Como es una especie de vida larga —apunta Irene Álvarez de Quevedo—, una mínima diferencia en las tasas de mortalidad tendría un impacto muy significativo en las poblaciones».
Como afirma Lluís Cardona, «las soluciones existen: solo hay que aplicarlas, y esto tiene un coste económico». En este sentido, el experto refiere la utilidad del observador que garantiza la sostenibilidad de la explotación pesquera, figura cada vez más frecuente en flotas de todo el mundo. Y concluye: «Si queremos que la pesca de palangre de superficie sea efectiva y más sostenible, habrá que ir introduciendo una serie de cambios con un coste añadido».