@LauraFArambarri / La prestigiosa violinista ibicenca Lina Tur Bonet ha lanzado esta semana su nuevo disco La Bellezza (Pan Classics) grabado, además, en la ciudad de La Grande Bellezza de Sorrentino, Roma.
La fecha ya estaba programada mucho antes de que se desatase la pandemia del Covid-19, pero este trabajo discográfico no podría ser más indicado en este momento. Belleza en tiempos de incertidumbre y, además, en un disco centrado en la música del siglo XVII, que, como bien recuerda la violinista, fue una época de hambrunas y epidemias en la que, sin embargo, se alcanzaron logros culturales y científicos que la arrancaron de las sombras.
Las piezas, como destaca un crítico de El País, han sido «elegidas con excelente tino por Lina Tur Bonet» y son «un alarde de fantasía poética que nos transportan a pequeños paraísos imaginarios».
–El disco recopila música del siglo XVII, un siglo en el que, como usted misma explica en la presentación del álbum, hubo hambrunas, guerras y epidemias y que, a la vez, hizo florecer la belleza y el conocimiento. ¡Qué vigencia ha adquirido con la situación actual!
-Sí, desde luego. Es un disco que llevo preparando desde hace mucho tiempo. Tenía ganas de dedicar un disco a algo que a mí me salva: la belleza. La música del siglo XVII, olvidada durante siglos, fue redescubierta hace apenas 50 años.
En los últimos 15 o 20 años se ha comenzado a sacar muchísima obra del siglo XVII y personas como yo hemos comenzado a conocerlo, a trabajar con él, a tocarlo, a escucharlo y a flipar [ríe] con la creatividad que hay en esta época.
-Debe ser fascinante para un músico redescubrir la música de un todo un siglo, casi olvidada.
-Es un caramelo. Empecé a recopilar las músicas más bellas que conocía de esa época. Y también investigué la historia, qué ocurría entonces, y me encontré con la Guerra de los 30 años y con un montón de particularidades de la época que no son nada fáciles. Las épocas de crisis sacan lo mejor del ser humano, paradójicamente, pero no solo en la música sino en el arte y en la ciencia. Las calamidades no van unidas a una época pobre sino todo lo contrario. Es muy rica culturalmente y muy rica artísticamente. Y muy experimental.
Las épocas de crisis sacan lo mejor del ser humano, paradójicamente, pero no solo en la música sino en el arte y en la ciencia.
-Suele gustarle crear trabajos multidisciplinares. ¿Este también lo es?
-Cierto, me gusta hacer cosas con otras artes y, en esta ocasión, lo he hecho con la ciencia, con un profesor de Salamanca que es investigador en la Antártida [José Abel Flores, micropaleontólogo y científico polar] y que también es melómano. Se ha ofrecido a escribir parte de las notas del programa y en ellas habla sobre la belleza en la ciencia.
–El punto de partida de su disco es cómo la belleza nos puede salvar y cómo una época de crisis puede sacar lo mejor de nosotros mismos. Es interesante ver, en ese sentido, cómo la música está saliendo a los balcones y está llenando las redes sociales en estos días de confinamiento total…
-He publicado el disco en Spotify y, en 24 horas, ha tenido como 5.000 descargas. Ha sido brutal la fuerza con la que se está recibiendo este disco, de un estilo minoritario como es la música clásica barroca… Creo que la fuerza de la música radica en que es un lenguaje que va directo al corazón. Sucede como con los olores, es muy proustiano. Va hacia las emociones como un dardo. En un momento como este, en el que todos estamos en una situación emocionalmente difícil, la música nos está acompañando de todas las maneras. Tanto para poder expresar esa inseguridad y esa congoja como para también para decirnos a nosotros mismos: venga voy a cambiar el chip y a ponerme música alegre. Música para no pensar, para bailar. Estamos entendiendo todas esas emociones que la música nos hace sentir de 0 a 100 en un segundo. Puedes manipular tus emociones con la música.
–Y, en este sentido, ¿La Bellezza dónde se inscribe?
-El disco tiene piezas muy sentidas y muy bellas, por profundas, y otras muy bellas, por alegres y por bucólicas. Llamándose La Bellezza intenté que se expresara esa belleza de muchas formas distintas: puede ser algo pasional, algo bonito, alegre y luminoso y puede ser algo triste y sentido. Se puede expresar de muchísimas maneras.
–En este disco está de nuevo rodeada por la formación musical que dirige, MUSIca ALcheMIca, y lo han grabado en una iglesia…
-Lo grabamos en una iglesia en Roma [Sant’Eligio dei Ferrari] en septiembre del año pasado. Tuve la gran suerte de poder grabar La Bellezza en la ciudad más bella del mundo, seguramente, después de Ibiza [ríe]. En ella han participado muchos músicos italianos y, una vez más, he podido contar con músicos de primera fila mundial.
Como pasa a menudo con un proyecto que implica a tanta gente y tantos desplazamientos, tuvimos todos los problemas técnicos que te puedas imaginar previos a la grabación. Pero, el momento de grabar, fue de las cosas más mágicas que he sentido en mi vida. Estoy en contacto casi diario con los compañeros italianos para ver cómo están ellos con la crisis en su país.
Grabar La Bellezza ha sido una de las cosas más mágicas que he sentido en mi vida
–La Bellezza acaba de salir al mercado, en plena pandemia, y me imagino que la gira de conciertos o presentaciones está pospuesta.
-A día de hoy tengo ya cancelados o pospuestos dos meses de trabajo. Más de ocho actuaciones canceladas… y tiene pinta de que puede prolongarse incluso cuatro meses. Incluso hay voces que dicen que hasta después del verano no retomaremos. No lo sabemos. No tengo ni idea. Lo que sí es una certeza es que esto es una catástrofe económica absoluta, una debacle. Cero ingresos y todos los gastos que siempre se avanzan para los proyectos…
A día de hoy tengo ya cancelados o pospuestos dos meses de trabajo. Más de ocho actuaciones canceladas… y tiene pinta de que puede prolongarse incluso cuatro meses.
Pero veo que todo el mundo está igual y, sobre todo, que ahora la emergencia sanitaria es muchísimo más importante que el dinero. Aunque el dinero sea importante también porque es esencial… Estoy intentando llevarlo con resignación, intentando sacar tiempo para estudiar. Por suerte tengo mis violines conmigo y eso a mí me acompaña mucho y me hace seguir.
La esperanza es que, en un futuro, se pueda compensar esto de alguna manera porque todos estaremos deseosos de escuchar música y de ir a conciertos. Es lo único que se puede pedir al público: que nos escuche en Spotify, que compren el disco, que hagan lo que puedan para apoyar a un sector que está muy fastidiado. Hablar en primera persona no tiene mucho sentido. Estamos todos en el mismo barco. Me compensa pensar que puedo poner un pequeño granito de arena para que la gente pase mejor los días de confinamiento o simplemente aportar algo cultural al mundo. El arte y la música son, ahora, más valiosas que nunca. Siempre lo han sido pero ahora vemos más su valor.
-Volviendo al disco, ¿qué define el Stylus Phantasticus que encontramos en varias piezas, realmente modernas, que aparecen en él?
-El Stylus Phantasticus se inscribe en el siglo XVII y coincide con el momento en el que la música se emancipa de su carácter de acompañamiento del canto o la danza. Los instrumentos eran acompañantes y, de repente, vuelan solos. Tiene mucho que ver con los violines que se estaban haciendo en esa época en Cremona, Italia: florece la construcción de instrumentos, florece la composición, los instrumentistas empiezan a desarrollar un virtuosismo y ¿qué hacen? pues lo mismo que hicieron los guitarristas con el rock: experimentar con ese instrumento nuevo, buscar sonidos y buscar composiciones. Es una época que comparo con la música experimental de los años 70, con el rock sinfónico… Se llama Phantasticus porque la fantasía es la que rige. Fantastía y belleza, con toda la relación que tienen ambas…
-¿Cómo ha elegido las piezas?
-Me ha costado mucho porque tengo una selección que da para varios discos. Este es un disco caramelo, de perlitas, al menos para mi gusto, y creo que también para muchos melómanos por el feed back que está recibiendo. La pieza de Uccellini hay que ponérsela cuando da el bajón y la de Falconieri da mucha fuerza; la pieza de Nicola Matteis jr es muy mágica o la obra de Weichlein, casi desconocido, que fue alumno de Biber… Hay un poco de todo y termino con un hidden track, que es una sorpresa, que he tocado con la viola d’amore, que es un instrumento muy bonito y muy raro. Es una sorpresa final que no está en los créditos.
· Aquí el enlace con Spotify para escuchar el disco.
· En La Bellezza, editada por la discográfica Pan Classics, han intervenido los músicos Valerio Losito, Pietro Meldolesi, Teresa Ceccato, Marco Ceccato, Andrew Ackerman, Rodney Prada, Giangiacomo Pinardi, Marta Graziolino y Dani Espasa. Lina Tur es la directora, y toca el violín y la viola d’amore.