@Ben Clark/ «Este camino se nos va y parece / que no termina nunca» dice el poeta y, claro, uno siente la tentación de interpretar que Vicente Valero (Ibiza, 1963) habla de la poesía. La fantasía de dejar de escribir poemas, de abandonar este camino que nunca termina, lleva persiguiéndome ya un tiempo y en una ocasión, hablando precisamente con Vicente Valero, llegamos a la conclusión de que lo más deseable era poder abandonar por tu propio pie la poesía antes de que, como inevitablemente debe suceder, ella te abandone a ti. Recordamos al gran poeta ibicenco Marià Villangómez, que dejó de escribir poesía propia en torno a los 50 años (vivió hasta los 89) y creo recordar que, en un momento dado, incluso llegamos a decir que con «dejar» un solo poema bueno ya podíamos darnos por satisfechos. (Me acabo de dar cuenta de que Villangómez dejó de escribir poesía propia el mismo año que nació Valero. No significa nada, pero estos datos extraños me encantan.) Mientras decíamos esto yo pensaba que a Valero no le costaba demasiado entretener una idea así, ya que yo creía que ya había escrito no uno, sino muchos poemas buenos. Un tiempo después, con Canción del distraído en las manos, he podido comprobar que no me equivocaba y que al camino de la poesía, de mi poesía, le queda un buen trecho hasta poder volver a repetir en público que me daría con un canto en los dientes, nunca mejor dicho, con dejar un poema bueno. No pretendo insinuar que Vicente Valero haya dejado de escribir poesía. En absoluto (¡eso espero!), pero sí que creo que esta «compilación y resumen de la poesía de Vicente Valero», como dice la nota de Vaso Roto Ediciones, que se pone a la venta hoy mismo, marca un momento importante en el proceso creativo de Vicente Valero, acaso un momento para que la poesía respire hasta que vuelva a querer hablar. Ojalá sea pronto.
Se trata de una reordenación (me atrevería a decir incluso una reinterpretación) de los poemas que integran los seis poemarios que Vicente Valero ha publicado hasta la fecha para crear un libro nuevo.
Habría que aclarar que el volumen no es una obra reunida, ni tampoco una antología. Se trata de una reordenación (me atrevería a decir incluso una reinterpretación) de los poemas que integran los seis poemarios que Vicente Valero ha publicado hasta la fecha para crear un libro nuevo (que cuenta con bastante material inédito) que, pese a conocer bien sus libros anteriores, he leído con la avidez de quien se asoma por primera vez, como dijo el maestro, a una obra poética. Canción del distraído es un libro nuevo, un libro sólido y necesario para volver a la poesía reflexiva que nos conmueve con símbolos universales y atemporales. La hondura metafísica de la que hablaba Octavio Paz al referirse a la poesía de Vicente Valero es la hondura que necesitamos ahora, más que nunca, en nuestras vidas apantalladas.
Estoy seguro de que, dentro de poco, Vicente Valero nos regalará nuevos poemas. Hasta entonces, la publicación de Canción del distraído es una excelente ocasión para volver a descubrir a uno de los poetas más clarividentes que tenemos en España, cuya voz honesta nos trae ahora, en febrero, coincidiendo con el almendro, un mensaje antiguo y mediterráneo con una palabra nueva.
Canción del distraído
Vicente Valero
Vaso Roto Ediciones, 2015
160 páginas
14 euros