Uno de los patrones del ‘Cap de Barbaria’, Marcos Alemany Yern (Eivissa, 1982), explica en esta entrevista cómo ha sido la primera temporada del buque de pasajeros y mercancías que la compañía Baleària ha incorporado este año en la ruta marítima Formentera-Ibiza, un pionero ferry eléctrico que en las aproximaciones, las maniobras y la estancia en los puertos genera cero emisiones y elimina por completo la contaminación acústica. Licenciado en Náutica y Transporte Marítimo en la Facultad de Náutica de Barcelona, Alemany, capitán de la Marina Mercante, lleva navegando de forma profesional desde 2003. Se incorporó a la plantilla de la naviera Baleària en 2016, donde anteriormente estuvo como alumno en 2003 y 2004.
Ha sido la primera temporada del ‘Cap de Barbaria’ de Baleària en la ruta de Ibiza y Formentera. ¿Qué balance hace? ¿Como capitán, qué tiene que decir de las prestaciones de este nuevo barco?
El balance es muy positivo. Los comienzos de un nuevo barco no siempre son fáciles y menos cuando coinciden con la temporada estival, como en este caso, ya que empezamos a navegar a mediados de mayo. Siempre hay puntos para mejorar de cara al futuro, pero creo que, en líneas generales, las cosas se han hecho muy bien.
El barco está diseñado para esta ruta, para lograr la máxima agilidad operativa y el máximo confort de los pasajeros, y garantizar la conectividad todo el año, especialmente el suministro de productos esenciales a Formentera. El acceso es rápido, los espacios en el garaje son amplios y las cubiertas de pasaje están concebidas para que los pasajeros puedan disfrutar de la travesía. Este verano se han ofrecido servicios adicionales (comida y música, por ejemplo) para hacer aún más atractivo el viaje. Si además añadimos a todo esto que se trata de un buque de cero emisiones en las estancias y aproximaciones a puerto, la combinación es perfecta.
Está a los mandos de un buque eléctrico: ¿qué diferencias ha notado en la navegación con respecto a otros barcos, especialmente en las maniobras de aproximación, maniobra, amarre y estancia a puerto que son completamente eléctricas?
Cuando te aproximas a puerto, lo primero que te sorprende, con respecto a un buque convencional, es el silencio. Al principio, esa tranquilidad “intranquiliza”. En un buque, uno está acostumbrado a sentir las vibraciones y el ruido de la máquina; de hecho, no oírlo siempre implica problemas. Por esto, con el Cap de Barbaria, era una sensación inédita al principio y a la que nos hemos habituado.
Una vez metido en la maniobra, rápidamente te das cuenta de la gran capacidad que tiene. El buque, además de ser un double-ended que opera de igual forma por proa como popa, tiene un sistema de propulsión muy eficiente, y eso siempre es de agradecer en una ruta tan corta, ya que reduce al máximo las maniobras.
¿Cuántos años lleva cubriendo la ruta entre Eivissa y Formentera? Es una ruta corta, pero ¿la gran presión de tráfico conlleva muchos retos especialmente en verano?
Llevo en esta ruta unos seis años. Efectivamente es una ruta muy engañosa. De primeras puede parecer fácil porque es corta, pero nada más lejos de la realidad. Se juntan muchos factores: una costa muy complicada (especialmente por Es Freus), unos horarios comerciales muy exigentes, a veces condiciones meteorológicas adversas y, muy especialmente, una alta densidad de tráfico en verano, tanto de buques como de embarcaciones recreativas. La ruta te exige agudizar los sentidos durante todo el tiempo, sobre todo de noche, no te permite bajar la guardia. Cuando has acabado la jornada y te encuentras relajado, hay veces que realmente te sientes exhausto.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo? ¿Hay algo que mejoraría o cambiaría?
Me hice marino principalmente por vocación, es una idea que me atraía mucho desde muy pequeño. Por otra parte, quería evitar a toda costa encontrarme trabajando todos los días en una oficina. En resumidas cuentas, quería escapar de una vida rutinaria… Y creo que lo he conseguido y eso es lo que más me gusta de mi trabajo.
El principal problema que tiene este trabajo (como muchos otros) es encontrar un equilibrio entre la vida profesional y la personal. La ruta Eivissa-Formentera ofrece a los marinos unas posibilidades que no tiene otro tipo de navegación; pero, aun así, hay que seguir trabajando para mejorar la conciliación y ese equilibrio.
Pienso que el Cap de Barbaria cambia el concepto del viaje Eivissa-Formentera, tanto para los residentes como para los pasajeros que se desplazan en sus vacaciones
Marcos Alemany Yern
¿Se puede volver monótono cubrir la misma línea o cada día en el mar siempre es diferente?
He navegado la mayor parte de mi vida profesional fuera de la isla. Llega un momento de mi vida en el que decido, como buen ibicenco (como se suele decir: “la cabra tira al monte”), incorporarme a la ruta y, he de admitir que temía que se me hiciera monótona. Pero lo cierto es que cada día se te presentan nuevos desafíos (cambios de atraques, de barco, condiciones meteorológicas adversas o imprevistos varios) que hacen que la misma ruta sea completamente diferente de un día para otro.
A lo largo de todos estos años, ¿ha experimentado alguna anécdota o contratiempo relatable? Por ejemplo, si ha tenido alguna evacuación, parto, boda, pedida de mano… algo que recuerde siempre.
La verdad es que, en este sentido, me siento bastante afortunado. He tenido mis problemas, pero nada del otro mundo. No he sufrido ninguna experiencia traumática.
En la ruta Eivissa-Formentera, de vez en cuando he tenido algún contratiempo, pero nada inusual: problemas técnicos o maniobras complicadas en condiciones meteorológicas adversas. Uno de los mayores miedos que tengo en un buque de pasaje es sufrir una emergencia médica; y lo cierto es que, nunca he tenido nada serio… ¡esperemos que dure!
Fuera de la isla… sí se puede decir que he tenido experiencias más “exóticas”: navegaciones por río, canales o esclusas; temporales muy duros, averías, conatos de incendio, evacuaciones médicas, navegación por zonas de piratería en Asia o África, visitar puertos complejos. Probablemente el viaje que más recuerdo fue navegar de Rotterdam a Vladivostok a través del Ártico. También recuerdo bien mi último viaje internacional, en él tuvimos que navegar por el Cuerno de África con escolta armada a bordo y en convoy con otros buques. Eso me ayudó a convencerme de cerrar esa etapa profesional y volver a Eivissa.
¿Cree que el futuro de la navegación entre islas camina hacia los barcos de cero emisiones?
Sí, sin ninguna duda. Eso ya está muy desarrollado en otros lugares como el norte de Europa. Pero para que ello se pueda llevar a cabo eficazmente hace falta mucha inversión en infraestructuras y una apuesta decidida entre todos los órganos de gobiernos y las compañías del sector naviero. Muy en contra de lo que la gente cree, uno de los problemas que plantea este tipo de cambios es que la evolución en tierra suele ser más lenta que en la mar. Así, por ejemplo, la normativa internacional para evitar la contaminación de los buques ya exigía hace mucho tiempo la segregación de la basura bordo o la reducción de los gases contaminantes a la atmósfera. Sin embargo, veías como en tierra muchos puertos no disponían de la infraestructura suficiente para recoger la basura de forma segregada o que los países no se ponían de acuerdo para firmar el Protocolo de Kioto. La mayor parte de la contaminación que se produce en el mar procede de tierra; sin embargo, la imagen que a veces se tiene de los buques mercantes es muy negativa. Es algo bastante injusto, porque la diferencia es abismal… los datos son muy claros. El barco es uno de los medios de transporte más ecoeficientes.
Desde luego que las emisiones cero son un atractivo, pero hay que subrayar que los usuarios han aplaudido especialmente la zona chill out de la cubierta, que para muchos ha sido una sorpresa. ¿Le han llegado comentarios también sobre la comodidad del barco?
Totalmente. Pienso que el Cap de Barbaria cambia el concepto del viaje Eivissa-Formentera, tanto para los residentes como para los pasajeros que se desplazan en sus vacaciones. Se pretende convertir ese “trámite” que supone el trayecto para convertirlo en una parte más del viaje; un recuerdo más, una experiencia más… Y creo que así lo ha entendido la gente.
Hace algo más de un mes una pareja de personas de cierta edad viajó con nosotros sólo para conocer el barco. Hizo la ida y la vuelta seguidas, como si de una excursión se tratase. La verdad es que nunca me había pasado, me sorprendió mucho.