@Miguel Vidal / Yo le hablaba de Mallorca y él me hablaba de Ibiza. Alfredo Benito Guijarro tenía una especial fijación con esa isla, tanta que por aquél entonces yo no acertaba a comprender esta pasión por la Pitiusa mayor habiendo nacido en Madrid. Eran los años setenta del pasado siglo. Coincidíamos en muchos viajes profesionales. Él, como fotógrafo de “Marca” y yo como redactor del Diario AS. Nos llevábamos bien, sin malos rollos, con compañerismo. Es más: los que trabajábamos en AS, mucho más jóvenes, sentíamos admiración por aquellos veteranos como Antonio Valencia, Jesús Fragoso del Toro o el propio Alfredo, al que apodábamos “El Ibicenco”.
Tuve el privilegio de reencontrarme con él en Eivissa ciudad y dedicarle mi libro “Una vida de entrevistas”. Tomamos un refresco en la cafetería del Hipercentro de la carretera de Sant Antoni, en compañía de su esposa, su gran compañera de viaje por la vida. Volvimos a recordar anécdotas ya sabidas, pero que en boca de Alfredo, que acaba de cumplir 98 años, tenían un sabor especial.
Me contó sus inicios en “Marca” como auxiliar de fotografía en 1942, precisamente el año que yo nací, permaneciendo en aquella casa hasta su jubilación en 1984. Es decir: testigo de los grandes acontecimientos deportivos por espacio de cuarenta y dos años. No es de extrañar, pues, que le consideráramos un maestro.
Llegaron a “Marca” otros fotógrafos, entre ellos Jorge Fernández, para suplir la marcha de Alfredo. Cuando alguno de nosotros se interesaba por su situación, la respuesta siempre era la misma: “Alfredo ha cogido sus bártulos y se ha ido a vivir a Ibiza”, te decían. “Allí respira el aire del mar, que es lo que le gusta, y está tranquilo”, apostillaban.
En efecto, en 1984, el año de su jubilación como fotógrafo de “Marca”, se mudó a Eivissa, que era su sueño. Pero no dejó de trabajar. Siguió haciendo lo que más le gustaba en periódicos como La Prensa o el Diario de Ibiza. Si de mí dependiera, declararía a Alfredo Benito Guijarro, Hijo Adoptivo. O “Ibicenco de Corazón”. Vive como se sintió siempre: como un ibicenco más. Doy fe de ello.