Recuerdo este lugar por sus bellos juegos de luz:
ese violeta de la tarde
sobre el rojo de los campos;
otra vez naranja sobre verde,
trigueño ya;
y también por lo que allí ocurrió.
***
Vino del arco iris,
con palabras que golpearon lo más íntimo
de nuestro refugio, el más hermoso del mundo,
y habló de una ciudad que no conocíamos,
de luces como soles y hermosas mujeres,
del vivir cada día y del buen morir.
***
Como si fuera nuestro maestro,
escuchamos sus palabras al fuego de la noche,
y descubrimos los primeros miedos,
las primeras esperanzas.