@Laura F. Arambarri/ Bienvenidos a la fiesta. En el trailer francés de la película Ibiza, de Arnaud Lemort, solo se escuchan dos frases en castellano. Una sale de la megafonía del aeropuerto: “Bienvenidos a Ibiza. Bienvenidos a la fiesta”, mientras que la otra es de un dealer que le dice al protagonista “Caballero, ¿quiere un poquito de coca usted?
Como vemos la película promete. Promete poco, quiero decir.
Es falso que al llegar a Ibiza un señor de Aena te diga: ‘Bienvenidos a la fiesta’. Más que nada porque, como nos anuncian cada día cien veces, por la megafonía de este aeropuerto ya no se realizan llamadas de embarque. La megafonía solo sirve para decir que la megafonía ya no sirve para nada.
Es más creíble lo de que se te acerque un dealer. Pero, ¿es normal que te llame ‘caballero’ y te trate de ‘usted’?
Puede que sea así. En realidad no sé de lo que hablo. Nunca me han ofrecido droga. En dieciocho años en Ibiza nunca me han ofrecido droga. No es normal. Yo lo achaco a que se me ha quedado cara de exalumna del colegio Inmaculada Concepción de Marín, lo que actúa como repelente para cualquier camello. Exhalo catecismo por todos mis poros. Acercarse a mí a ofrecerme mandanga es como acercarse a una versión femenina y en carne y hueso de Ned Flanders.
Nunca me han ofrecido droga. En dieciocho años en Ibiza nunca me han ofrecido droga. No es normal.
Vivir dieciocho años Ibiza y no haber tomado ni una sola droga te convalida, por lo menos, primero de Carmelita Descalza. Por eso, en mi último día en la isla antes de mudarme a Málaga, me dije a mí misma: A ver, Laura, hoy es el día.
Como estaba en una fiesta no era complicado. Solo tuve que acercarme a alguien de confianza y decirle.
—Hola, perdona, mira, me gustaría probar eme-de-eme-a de ese.
La persona, que era una buena persona, tuvo la delicadeza de no reírse en mi cara y simplemente acceder a mi deseo de muchacha que en su día perteneció a las Juventudes Marianas Vicencianas y que todavía no se ha sacudido del todo de encima ni a las marianas ni a las vicencianas.
Yo soy como los poseídos pero al revés. Estoy poseída por la Virgen del Puerto, patrona de mi pueblo.
Media hora después estaba hecha un ovillo junto a la piscina de una casa que no era la mía con el cuerpo helado y tembloroso, blanca como una pared payesa. Yo soy como los poseídos pero al revés. Estoy poseída por la Virgen del Puerto, patrona de mi pueblo. Si la provoco bebiendo más de dos copazos o fumando algo que no salga de una máquina expendedora, por favor, llamen al padre Karras.
Mi primera experiencia con las drogas en mi último día en Ibiza se resumió en estupor, temblores y acabar metiéndome en una cama que no era la mía mientras en el piso de abajo la gente normal se lo pasaba muy bien.
Hoy me he despertado con la noticia de la uberización de la venta de drogas. Así que ya ni siquiera tengo que esperar a que el dealer se acerque a mí diciendo: “Señorita, ¿quiere un poquito de coca usted? Basta con que envíe un sms, ups, perdón un whatsapp con el texto: “Buenas tardes, mi nombre es Laura Ferrer, estaba interesada en probar la cocaína, ¿podría usted informarme?”.
Pero mejor no lo hago todavía. Antes tendré que ver cómo está la oferta de exorcistas en Málaga.