Casi nadie se atreve a abrir sus establecimientos en el casco histórico de Vila y los pocos que lo hacen se encuentran con que les fuerzan el negocio para entrar a robar cada dos por tres, con especial incidencia por las fechas navideñas. Como muestra, la escalofriante media que padece el sushi bar Sushiya Aoyama, en la plaza de sa Drassaneta: tercer intento de robo en un mes. Y lo peor: el presunto ladrón, interceptado, pero queda libre al no haber pruebas.
En esta ocasión han sido arrancadas las rejas y el cemento de una ventana de 40×40 centímetros que accede al almacén, al que han forzado su puerta de hierro sin éxito, dejándola inutilizada. Tres días antes, la víctima fue el restaurante italiano que hay debajo del Sushiya Aoyama.
«Lo que más rabia da es que se sabe quién ha sido», lamenta la propietara Elena Sánchez. «La Policía lo cazó anoche, en la mochila llevaba todos los utensilios pero como no estaba con las manos en la masa, no se puede hacer nada. Impotencia», se resigna Sánchez.