@V. Guerrero / La candidata del Partido Popular al Ayuntamiento de Ibiza, Virginia Marí, ha presentado su candidatura al consistorio arropada por más de un centenar de personas, que no faltaron al evento por motivos bien distintos.
De ese centenar de asistentes a cualquier acto político, sea del color que sea, hay un buen número de compañeros de partido, cargos públicos y militantes de la formación en cuestión. Luego están los que lo que llamamos simpatizantes, aquellos que “se dejan querer” cuando se acercan las elecciones y los que simplemente saben que habrá comida gratis al finalizar los discursos. Para estos últimos la capacidad de desconectar se vuelve una cualidad muy valiosa.
Luego existe un grupo de personas (normalmente los dedos de una mano son suficientes para contarlos) que están ahí “porque el candidato eres tú”, y entre ellas, en el caso que nos ocupa, ninguna persona más orgullosa que el padre de la actual alcaldesa, el histórico del PP Antoni Marí Calbet. Hay una expresión muy castellana para definir esa sensación que siente alguna vez todo padre: “necesitaba un cubo para recoger las babas”, y se notaba en su entusiasmo cuando tocaba aplaudir. Cualquiera puede sentirse identificado, ocurre cada Navidad cuando los niños representan una obra de teatro en el colegio.
Para Virginia Marí también fue una presentación emocionante. Al final consiguió contener las lágrimas cuando recordaba de la mano de quién llegó a la política y cómo su padre le había transmitido todos sus valores. Para esto no existe expresión pero todos los hijos lo hemos sentido alguna vez cuando estamos seguros de que estamos haciendo algo lo suficientemente bueno como para hacer que nuestros padres se sientan orgullosos. Cuando eres pequeño basta con un desayuno de domingo preparado con cariño, pero con el paso del tiempo va siendo más complicado agradar a un padre.
Y en resumen, y a lo que iba, hay un último grupo de personas en esas reuniones, una minoría, los periodistas. No tenemos la capacidad de desconectar, porque el titular puede estar ahí en cualquier momento, tampoco vamos por la comida gratis, porque habitualmente la agenda y los tiempos no lo permiten, ni lógicamente vamos a jalear o a agitar banderas (que pronto saldrán a la luz después de 4 años cogiendo polvo), así que lo que nos queda es apuntar los detalles y sin duda, cuando los ciudadanos casi hemos perdido toda confianza en la política, descubrimos que quienes nos gobiernan o aspiran a ello todavía no han perdido algo tan importante como la humanidad. Tampoco olvidemos, eso sí, que junto a las banderas, vamos a ver muchos padres e hijos orgullosos en los próximos 25 días, porque no son pocos los apellidos que le vienen a uno a la mente hablando de sagas familiares en política… Y para esto también hay un dicho popular: “Barrer para casa”.