Paquito D’Rivera ha perdido la cuenta de las veces que le ha dado la vuelta al globo. El saxofón y el clarinete son, desde finales de los sesenta, un pasaporte para saltar de país en país, conocer culturas distintas, maravillarse todavía a sus setenta y seis años. Ahora anda retocando las notas de un cuaderno que escribió cuando vino a Europa por primera vez y visitó varias repúblicas al otro lado del Telón de Acero apenas unos meses antes de la Primavera de Praga: era 1968, tenía veinte años, y formaba parte de una comitiva impresionante: la Orquesta Aragón, Carlos Puebla, Chucho Valdés.
Le gustaría que aquel diario se convirtiera en un libro porque hace tiempo, explica, fue consciente de la importancia que tiene empaparse de lo diferente para, después, componer e interpretar. En parte, fue gracias a una charla con Yo-Yo Ma. De virtuoso a virtuoso, el violoncellista de padres chinos que nació en Francia y se crió en Estados Unidos le preguntó a este cubano que fijó su residencia en Nueva York a principios de los ochenta:
–¿Tú sabes lo que más me gusta a mí hacer?
–Tocar el violoncello.
–No, qué va: viajar para conversar con la gente.
“Yo-Yo Ma tiene mucha razón en lo que me dijo. De cada viaje uno aprende muchas cosas que luego se lleva a la música. Por eso tengo muchas ganas de conocer Ibiza”, dice Paquito D’Rivera. “He oído hablar desde hace rato de la belleza de la isla, de su cultura y de su historia. Creo que va a ser un concierto especial porque, aunque he estado miles de veces en España, nunca tuve la oportunidad de ir a la isla”.
El 7 de septiembre, a partir de las 21h, conocerá al público ibicenco. Lo hará acompañado del pianista Pepe Rivero, el vibrafonista Sebastián Laverde, el batería Georvis Pico y el contrabajista Reinier Elizarde, un quinteto que tendrá como guinda la voz de Ángela Cervantes. Para la ibicenca será uno de los conciertos más importantes de su vida.
“He actuado varias veces en el Eivissa Jazz; con la Eivissa Jazz Experience y otras formaciones de Abe Rábade, y como solista presenté mi álbum debut, En esta orilla de Drexler. Todos han sido muy especiales, porque cantar en casa es dar sentido a la razón por la cual salí de la isla en 1999, a todos los viajes y aprendizajes que he hecho fuera. Ante los tuyos quieres dar tu mejor versión. Poder ver al fondo, mientras canto, la bahía de Talamanca, donde me crié, me emociona muchísimo. Y esta vez, sin desmerecer a las anteriores, subo al escenario invitada por una leyenda, y eso es un regalo inmenso que me hace muy feliz compartir con los míos… Me sigo considerando una aprendiz y me siento muy afortunada de poder trabajar con músicos tan inmensos como Pepe Rivero, que ya es como familia, además de ser un compositor, arreglista y un pianista increíble, con el que tengo la fortuna de colaborar en varios proyectos; Sebastián Laverde, a quien he conocido gracias a este combo y es un músico excelente; y la base que ponen Georvis Pico y Reinier Elizarde: son los reyes del ritmo, brindan una sensación de estabilidad y gozadera únicas. Y luego está Paquito… Este hombre reúne tantos talentos, que pienso le faltan condecoraciones y premios”.
Dice la cantante que hay una manera muy sencilla para comprobar por qué “el maestro es una leyenda”. No se refiere (solamente) a los dieciséis premios Grammy, o su contribución a la música y al grupo Irakere, del que fue fundador junto a Chucho Valdés, o al infinito caudal clásico que acumula y que ha influido en el saxofón y el clarinete en Latinoamérica y en el mundo entero. “Paquito siempre te habla mirándote a los ojos. Para mí es una persona muy especial y única, por su larga e interesantísima trayectoria, por sus ansías de aprender y por su generosidad. Él dice que si genios como Dizzy Gillespie fueron tan generosos con él cuando se estableció en Estados Unidos, él tiene que serlo con sus músicos y los artistas con los que actúa. Conversar con él es muy enriquecedor y divertidísimo, y además te hace sentir muy cómoda sobre el escenario, y eso, siendo quien es, se agradece muchísimo”.
D’Rivera se subió por primera vez a un escenario cuando tenía seis años. Fue en la Cuba prerrevolucionaria y, por la tele, los niños de su generación lo vieron tocar entre los zapatones de los payasos Gabi, Miliki y Fofó. Hijo (y alumno) de otro talento del saxo, Tito D’Rivera, recibió pronto un consejo que repite siete décadas después: “Mi papá solía decir que en la confianza está el peligro; yo, al ser masoquista, trabajo bien bajo presión. Siempre estoy pendiente de lo que hago. Como dicen los americanos, vivo en high alert, pero, como también soy géminis y no me gusta comer lo mismo todos los días, me va bien esa necesidad de cambio. Creo que se traslada a mi manera de entender la música”.
¿Viene de ahí la fusión que pusieron en práctica muchos de los jóvenes que, a finales de los sesenta y principios de los setenta, integraron la Orquesta Cubana de Música Moderna, que él fundó junto a Chucho Valdés? “Nosotros siempre partimos del clasicismo cubano –es la base de nuestra educación–, pero lo mezclamos con las músicas que hemos ido descubriendo alrededor del mundo. Parece fácil, pero no lo es. Para que salga bien hay que tener una comprensión muy grande de otras culturas que no son la tuya. La clave es rodearse de la gente indicada. Toco con músicos muy profesionales y, con Pepe Rivero, he añadido a otro grande a mi colección de pianistas: Michel Camilo, Hilton Ruiz, Bebo y Chucho Valdés. Desde niño me acostumbré a tener cerca a pianistas muy buenos, quizás por eso nunca pedí tocar el piano”.
El concierto del Eivissa Jazz será un ejemplo de la variedad con el que le gusta vestir su repertorio a Paquito D’Rivera. Curiosamente, la actuación en el Baluard de Santa Llúcia representa una parada más en el tour “más ecléctico” de su dilatada carrera: “Hemos tocado con orquestas como la de Ljubljana, en Eslovenia, y con la de Alicante le hicimos un homenaje sinfónico a Chick Corea. Ha habido muchos conciertos a dúo, con trío, cuarteto y quinteto. Contar con Ángela en varios recitales está siendo un lujo. Su gracia es que es muy versátil. Puede asimilar inclusive piezas que no tienen letra, y empieza a actuar como un instrumento más. Tener una cantante con ese deseo, y con la posibilidad de hacer estilos diferentes, es ideal para nosotros, que hacemos música improvisada. Es muy divertido trabajar con una artista así. Para mí, que estoy acostumbrado a tocar temas instrumentales es como cambiarme la ropa”.
Ángela Cervantes recoge el guante y avisa. Además de actuar vestida por una diseñadora insular, “en el repertorio del Eivissa Jazz habrá un guiño ibicenco” que irrumpirá en medio de un concierto “muy especial”, como añade D’Rivera: “Tendríamos que irnos a los tiempos en los que Peggy Lee trabajaba con Benny Goodman y Lionel Hampton para escuchar esa mezcla de vibráfono, voz, piano y clarinete, es una sonoridad muy atípica, pero que resulta fantástica. Estoy seguro de que ustedes la van a disfrutar”.
Las entradas para el concierto del Paquito D’Rivera Quinteto Featuring Ángela Cervantes están a la venta en www.eivissajazz.com.