@D.V./ El programa era el siguiente: a las 23 horas había un cocktail para la prensa en la terraza exterior de Amnesia, donde seríamos agasajados con champán, vino y delicias japonesas del restaurante B.For. Después, a la 1 de la madrugada, aparecería Paris Hilton en el photocall y atendería durante cinco minutos a los medios de comunicación. Una estrategia muy hábil: conociendo la debilidad de los periodistas por todo lo que comporte comer y beber gratis, la asistencia de los medios estaba asegurada. Además, Paris Hilton sigue siendo una celebridad aunque su actitud actual, más tranquila, más ‘adulta’, no genere titulares tan excitantes como los que protagonizaba cuando era una veinteañera ‘on fire’ que iba perdiendo el teléfono por esos mundos de dios.
Paris Hilton es un personaje divertido al que se le podrían hacer muchas preguntas, el problema es que antes hay que enviárselas por correo electrónico y que posteriormente estas preguntas pasan una criba y que, en consecuencia, todas las cuestiones picantes/comprometedoras/agudas/ingeniosas quedan orilladas. Para que nos quede claro: Paris Hilton ha venido aquí a hablar de su libro. Y su libro es su single ‘Come alive’ y la fiesta ‘Foam and Diamonds’ (Espuma y Diamantes) que la convertirá en la protagonista y disc-jockey de la sala principal de Amnesia durante los cuatro miércoles del mes de agosto.
Tras renunciar a las preguntas que habíamos preparado -‘¿cómo fue tu encuentro con Neymar el otro día?’, ‘¿con quien has encajado mejor? ¿con Neymar, con Balotelli o con Cristiano Ronaldo?’, ‘¿qué opinas del conflicto de Gaza?’ o ‘¿crees que Kiko Rivera es tan buen disc-jockey como tu?’- sólo quedaba esperar la rutilante aparición de la estrella, que se hizo carne ante los flashes de la cámaras a la 1 de la madrugada en un photocall situado junto a la entrada vip de Amnesia.
La Hilton apareció con un vestido muy favorecedor, blanco adornado con cristales creado específicamente para ella por el diseñador Roberto Diz, combinado con joyas de OhmyGOd y zapatos de brillantes de Carmen Steffens. La hedereda está especiamente guapa, lo que demuestra que no dar palo al agua es lo más saludable que le puede suceder a una persona. Allí, Paris hizo lo que mejor sabe hacer: posar. Se giró, miró de soslayo, marcó un escorzo, lanzó una mirada desafiante a las cámaras, realzó el perfil de los senos, se revolvió la melena rubia como si de una estrella de Hollywood se tratara, mostró el profundo escote por su espalda, volvió a girarse. Hay que reconocer que tiene una habilidad especial para estos menesteres.
Tras posar, Hilton parece que se retira hasta la limusina pero no, vuelve. Es en estos pequeños instantes entre el photocall y la limusina en que se genera un pequeño caos. En la zona el photocall se encuentra protegida por el marco de seguridad que dibujan sus fornidos guardaespaldas. La limusina es su carroza, su fortaleza. Pero el espacio intermedio, la calle, en definitiva, es un lugar donde podría suceer que alguien vulgar, procedente del mundo exterior, alguien feo, puede cruzarse con la diva, lo que provoca su lógica turbación. Los pocos pasos los realiza seria, concentrada, mirando al suelo, como si tuviera miedo al azar.
Finalmente, en el área de seguridad del photocall, aliviada, atiende a los periodistas con las preguntas pactadas. ¿Cómo es tu fiesta ‘Foam and Diamonds’? “Es sexy, divertida y está pensada para que el público no pare de bailar”. ¿Cuáles son tus principales proyectos? “Acabo de publicar un single que se llama ‘Come alive’ y que es una canción muy pegadiza y que seguro que gustará”. ¿Por qué te gusta Ibiza? “ Es una isla fantástica, me encanta volver cada año, está llena de rincones preciosos y no conozco un lugar más divertido”. Y tras las declaraciones de rigor y los gritos de unos doscientos muchachos que se han concentrado y que gritan ‘I love you Paris’ y que aullan de excitación pura, la Hilton desaparece camino del reservado dejando tras de sí el aroma de las niñas bien del Upper East Side.
Finalmente, a las tres de la madrugada, la heredera tomó los mandos de la cabina de música y pinchó una selección de house amable y bailable, con todos los éxitos de la electrónica actual. La fiesta registró un éxito de asistencia y la taquilla marcó un ‘sold out’. Y para terminar la fiesta, tal y como marca la tradición, una lluvia de espuma inundó la pista principal de la discoteca.