(EFE).- Una mujer de 50 años se enfrenta a una petición de 6 años de prisión y 18 años y medio de internamiento para recibir tratamiento psíquico por amenazar, lesionar y maltratar a sacerdotes y atentar contra los sentimientos religiosos en diversas iglesias de Palma, en diversos ataques a lo largo de más de 3 años.
El juicio por estos hechos se celebrará el próximo lunes a partir de las 9.30 horas ante el tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Palma. Además de los numerosos delitos contra los sentimientos de los religiosos, la Fiscalía también considera que es autora de un delito de robo con violencia e intimidación.
La mujer, de origen cubano, fue detenida por atacar a sacerdotes el 3 y 4 de octubre y el 8 de diciembre de 2021 y permanece en prisión provisional cautelar desde finales febrero de este año, tras haber sido detenida por cuarta vez por hechos similares.
La Fiscalía señala en su escrito que la acusada, «llevada en todos los casos por un evidente ánimo de menosprecio y postergación hacia los sacerdotes, párrocos, sacristanes o particulares» que prestan sus servicios religiosos o acuden a actos propios de la religión católica, ha cometido varias agresiones contra ellos desde 2018, así como actos vejatorios de todo tipo, la mayoría de ocasiones en el interior de las propias iglesias, alterando en ocasiones las ceremonias.
El escrito de acusación recopila 19 episodios protagonizados por la acusada, principalmente en distintas iglesias de Palma, entre noviembre de 2018 y diciembre de 2021. Distintas evaluaciones psiquiátricas a las que ha sido sometida han concluido que padece un trastorno psicótico.
En una de las ocasiones, en noviembre de 2018, la mujer acudió a la sede del Obispado de Mallorca, donde manifestó llamarse Bella Cruz e insistió en ser atendida por el vicario general. Tuvo que ser desalojada por la Policía y poco después regresó y dijo a la persona que estaba en la portería: “Puta, arderás en el infierno, estás condenada y te verá comer mierda en la puerta del Obispado”.
Después subió al primer piso del obispado y, tras golpear la puerta del despacho del vicario general, le gritó. Por estos hechos, se prohibió a la encausada acercarse al recinto.
Unas semanas después, la mujer acudió a la Iglesia de Nuestra Señora de Socorro, se dirigió a la zona en la que había carteles informativos sobre actos religiosos y trató de arrancarlos pero fue interrumpida por uno de los religiosos que atendía la citada iglesia.
Posteriormente volvió a entrar, rompió varios carteles, y se abalanzó contra el rector, a quien mordió en el brazo mientras profería amenazas. También dio un manotazo a uno de los sacristanes de este templo religioso.
En enero de 2019, de nuevo en la misma iglesia, lanzó improperios a un sacerdote y por la tarde acudió a la Iglesia de Santa María Magdalena, donde acosó y lanzó mensaje vejatorios a otro sacerdote.
Hizo lo mismo en julio de 2020 contra un sacerdote de la Iglesia de Santa Eulàlia de Palma, entre otras situaciones similares que ha protagonizado en otros centros religiosos de la ciudad.
La acusada tiene prohibido acercarse a menos de 300 metros de la Iglesia de Sant Sebastià de Palma, a menos de 150 metros de la de Sant Miquel, y a menos de 50 metros del Obispado de Mallorca y de la Iglesia de les Rafaeletes, también en la capital balear.
La Fiscalía sostiene que la mujer es autora de tres delitos de amenazas, diez delitos leves de maltrato, cuatro también leves de amenazas, dos delitos continuados de amenazas, dos de daños, seis delitos contra los sentimientos de los religiosos, uno de lesiones, un robo con violencia e intimidación y otro en grado de tentativa.
En total, la Fiscalía pide que sea condenada a penas que suman 6 años de prisión a 18 años y medio de internamiento para recibir tratamiento psiquiátrico y que pague multas por 800 euros. Pide además órdenes de alejamiento respecto a varios religiosos y distintas iglesias de Palma.
Para fijar las penas, la Fiscalía ha tenido en cuenta la agravante de discriminación por motivos religiosos y la atenuante de trastorno psíquico. EFE