Está ahí, en un segundo plano, casi siempre vestido de negro, con un ojo puesto en el actor o actriz que cruza la alfombra roja en ese momento y con el otro al tanto de todo lo que enmarca esa escena. Su camino de baldosas amarillas son los kilómetros y kilómetros de suelos enmoquetados que lleva recorriendo desde hace casi 25 años. Pero su trabajo va mucho más allá.
Hablamos de Piti Alonso, artífice, junto a David Sánchez, de DYP, la agencia de comunicación que se ocupa de toda la atención a medios de comunicación y alfombras rojas de citas tan importantes como la entrega de los Premios Goya o el Festival de Málaga, y que también gestiona la comunicación y marketing de series, películas y obras de teatro. Su omnipresencia en los eventos más mediáticos del cine español lo ha convertido en casi tan famoso como los famosos que acompaña y hasta le pudimos ver haciendo de sí mismo en la serie Paquita Salas de Los Javis.
Carismático, con el don de la ubicuidad, y con una extraña mezcla de extroversión explosiva y absoluta discreción. Así es Jose María (Piti) Alonso, uno de esos gallegos universales que estos días ha visitado Ibiza para participar en el Festival de Cine Ibicine.
—Usted, que está tan curtido en festivales, ¿cómo ve desde fuera el Festival de cine de Ibiza Ibicine?
—El trato es espectacular, lo llevan con muchísimo cariño. Es pequeño todavía, pero esto va a crecer y tiene mucho sentido, porque es un festival bien planteado, con un programa interesante y con una cercanía que da la posibilidad de hablar directamente con guionistas, por ejemplo.
—¿Se imagina en un futuro organizando la alfombra roja de Ibicine?
—Uf, eso depende de Helher [Escribano, la directora del certamen]. Yo me veo en cualquier parte que me llamen.
—Para quien no le conozca, ¿quién es Piti Alonso?
—Soy periodista y trabajé en El Mundo, pero la experiencia en su momento no me mató. Después de trabajar en una agencia, monté DYP comunicación. Llevamos trabajando desde el año 2000 y nos dedicamos, por un lado, a relaciones con los medios y marketing de películas, series de televisión y obras de teatro y, por otro, a la organización de eventos de todo tipo. No solo alfombras rojas de cine, pero sí la mayor parte relacionadas con el entretenimiento, la moda… El último evento que hemos hecho ha sido el concierto de aniversario de Isabel Pantoja en el Wizink Center de Madrid… Eso fue… Si me dicen hace cinco años que lo iba a hacer hubiera dicho: ¡vamos, anda! La alfombra roja, la prensa dentro del concierto… Todo lo que Isabel conlleva, que es muy fuerte.
—Una de las películas de las que lleva la comunicación es Disco Ibiza, Locomía.
—Así es, ahora estamos de promo con series y rodajes, de los que no puedo avanzar mucho, y con el lanzamiento inminente de dos películas: Historias, de Paco Sepúlveda y Locomía, de Kike Maíllo. Locomía refleja una época de Ibiza con luces y con sombras pero, sobre todo, muestra que en Ibiza se respiraba y se respira libertad. La libertad, a veces, conlleva riesgos pero hay que asumirlos. Ibiza era y es famosa por ser un lugar amable, donde todo el mundo se siente bien acogido, sea quien sea. Tenga la orientación de género que sea, aquí va a estar bien y con un entorno natural que hay que cuidar mucho. [Aquí insiste] Mucho, mucho, porque es el mayor valor que tiene y donde más hay que poner el foco: en que no se vaya de madre y esto siga siendo lo que de verdad tiene que ser: un paraíso.
—¿Qué opina de que se cuestionen las ayudas al cine…?
—… Cuidado con la palabra ‘ayuda’ porque, en realidad, es como explicó Pedro Almodóvar en los Goya: No recibimos ayudas. Lo devolvemos todo a nivel fiscal; todo se devuelve multiplicado. Es una industria que genera empleo y beneficios y hay que pagar por todo. Lo que se nos da se nos pide de vuelta, con intereses. La cultura es la cara visible de un país y el cine es cultura y todo lo que sea mostrar la cara visible, tanto de puertas para dentro como de puertas para fuera, es una inversión en el país. Y en las ciudades, y en las comunidades… Hay que apostar por ello.
—Volviendo a sus trabajos más mediáticos: ¿Con cuánta antelación se organiza la alfombra roja de los Goya?
—Hablas de la alfombra, pero es que nosotros llevamos mucho más: toda la atención a los medios, desde la lectura de las nominaciones a todos los eventos que se hacen con los nominados, finalizando luego con la gala: la alfombra roja y atención a los medios de los ganadores. Ese día trabajamos hasta las cuatro de la madrugada. Hay 500 periodistas allí y hay que atenderles.
—De modo que, cuando acaba todo, ¿ya comienzan a organizar la del próximo año?
—En los Goya, sí. Ya pronto visitaremos los espacios de Granada, donde se hará la gala de 2025.
—¿Hay un certamen que disfrute más que otros?
—Le tengo especial cariño al Festival de Málaga, porque llevamos 18 años allí y son como casa. Los Goya también son maravillosos. Dan mucho trabajo pero reconforta mucho y los resultados son buenos. También me encanta ir a San Sebastián o Venecia, a donde acudimos para hacer prensa con la agencia, para presentar las películas que nos seleccionen… Donde haya cine me gusta estar.
—Una agenda siempre echando humo y un móvil que debe ser un objeto codiciado por los contactos que contiene. ¿Su mayor disgusto sería perderlo?
—No, no, tengo mucho equipo detrás… [ríe] Los contactos los tengo guardados en el móvil con otros nombres y muchas veces se me olvidan los nombres que les he puesto [ríe] Ya me lo robaron una vez y fue un drama.
—¿Cuál diría que es la clave para triunfar en una profesión como la suya?
—Yo creo que hay que tener profesionalidad y que las cosas estén muy claritas. Tener claro que estamos para facilitar la vida a la gente. Piensa que les organizamos la agenda desde que llegan a un sitio hasta que se van. La gente te lo agradece porque nos preocupamos por ellos las 24 horas. Muchas veces no es obligatorio pero lo hacemos, vamos a los detalles y cuidamos a la gente.
—Se le ha visto sujetando bolsos en la alfombra roja más de una vez…
—¡Y lo que haga falta! Yo soy un perchero, directamente: cuélgame todo lo que encuentres, que yo no tengo ningún problema y no se me cae ningún anillo por eso.
—Hay famosos que llegan a la alfombra y le saludan con enorme cariño.
—Y es mutuo. Tengo ya muchos amigos dentro de la profesión; pero amigos de los que quedamos fuera del trabajo, que vienen a casa y les cocino. Porque cocino como los ángeles [ríe].
—No estamos hablando de trabajar en la mina ni de picar piedra, pero usted sabe lo mal que lo pasan muchos actores y actrices por la enorme exposición a la que se enfrentan.
—Yo creo que la exposición, en general, es muy dura… yo no sé si valdría. Hay niveles y niveles pero hay gente que tiene una exposición publica muy fuerte. Es complicado salir a la calle y no poder dar dos pasos sin que te pidan una foto. Sonreír aunque te acabes de levantar o te duela la cabeza o, por lo que sea, estés de mal humor… Si no pones buena cara… cuidadito, porque dirán que eres un borde. Son personas y, como tales, tienen momentos mejores y peores. Tienen todo el derecho del mundo a tener mal humor.
—¿Se paga más cara hoy la fama por la omnipresencia de los teléfonos móviles?
—Sí, antes era un poco más sencillo. Ahora, si estás discutiendo con tu pareja en la calle sobre si vas a poner una estantería aquí o allí, el titular del día siguiente será: La relación de tal se ha roto. Aunque va con el sueldo, todos tenemos derecho a una vida privada y lo cierto es que hay gente que tiene que ir al terapeuta porque lo lleva fatal.
—Es importante tener empatía con el famoso, pero usted habrá sufrido también egos y mala educación…
—También, también, hay gente muy borde, como la hay en la clínica dental, en el supermercado y en los mostradores de los ambulatorios, donde también hay gente maravillosa. Hay de todo, como en botica.
—Esto me sirve para introducir la siguiente pregunta, que sé, por anticipado, que no me va a responder: ¿con quién es una delicia trabajar y con quién una tortura?
—¡Jamás! Nunca en la vida responderé a esta pregunta.
—Pero ¿ni siquiera en lo positivo?
—No, prefiero que no, y nos quedamos más tranquilos [ríe].
—Se ha convertido casi en un personaje más y le hemos visto incluso haciendo de sí mismo en Paquita Salas. ¿Habrá más incursiones de Piti Alonso al otro lado de la cámara?
—Mmmm. Pues próximamente habrá cositas, pero no puedo decir más. Estoy en ello y con los ensayos.
—¿Los Javis?
—No vas mal… ¡pero no puedo decir más! Pronto se podrá saber.
—Por las entrevistas que he leído y por sus publicaciones en redes, usted se declara rotundamente feminista.
—Totalmente.
—Y odia las clasificaciones de belleza y rankings de ‘mejores vestidas’ en las alfombras rojas. ¿Por qué?
—No lo soporto. No lo aguanto. Si quiero salir con un cuerno en la frente, ande yo caliente y ríase la gente. Entiendo que es un escaparate y que la gente lo va a comentar, pero me parece muy poco respetuoso hacer un ranking de las peor vestidas pero nunca de los peor vestidos. Entiendo que los medios son así, que es algo que funciona y que a la gente le encanta criticar. Obviamente yo veo cosas en la alfombra a veces y me digo: anda, que te has quedado a gusto, pero esa opinión me la quedo para mí. No voy a un periódico y la escribo. Lo hacen desde su casita viendo la tele. ¡Ven aquí y dímelo a la cara! Me parece muy cómodo y muy cobarde ponerse a hacer listas y decidir que le das el número cuatro a esa porque «mira cómo va». Esa mujer se ve en esas listas al día siguiente y se hunde. No me hagas un ranking solo de mujeres, porque no hay derecho.
—Habitualmente los primeros puestos de las mejor vestidas los ocupan personas con cuerpos delgados, ‘perfectos’…
—Sí, y de repente meten un cuerpo no normativo para quedar bien pero eso es hipócrita, muy hipócrita, y una cosa que detesto es la hipocresía. Este discurso no te lo compro.
Y si hablais de cine? Cuanto postureo