@Susana Prosper/ Me gusta, al menos una vez al día, leer algún artículo que me deje buen sabor de boca. Me parece sano desconectar un poco de tanta información, tanta opinión política y tanta mala noticia. A veces, si no encuentro una noticia más o menos agradable, me leo un artículo sobre plantas, huertos o recetas de cocina. Sé que ahí no me hablarán del FMI ni de la Troika. Tomando el café de la mañana encontré un artículo que me llamó la atención.
En él contaban cómo dos amigos, Thierry Blancpain y Pieter Pelgrims, se propusieron pasar un mes entero sin quejarse de nada. Eligieron el mes de febrero, por eso de que es el mes más corto del año. Imagino que no las tenían todas consigo y prefirieron empezar por un mes de veintiocho días, en vez de uno de treinta y uno. Tres días menos, son tres días menos. El caso es que les fue tan bien y se sintieron tan felices que decidieron repetir la experiencia. Animaron a algunos amigos a sumarse al reto y abrieron una página web para dar a conocer su idea. Pensaban que se apuntarían unos cuantos, pero su sorpresa fue que en poco tiempo había cerca de dos mil personas inscritas, dispuestas a pasar un mes sin quejarse. También cuentan en el artículo, que una vez que empezaron el reto, se dieron cuenta de la cantidad de quejicas que había a su alrededor. Dicen que les sirvió para hacer una especie de criba de amigos.
El reto consiste en no quejarse de cosas tontas, es decir, cosas como el calor, el frío, la lluvia… En fin, quejas gratuitas que al final sólo hacen que tu día a día parezca peor de lo que es. Si te roban el coche o si se inunda tu casa, por supuesto que puedes quejarte. Es más, en casos extremos creo que es sanísimo tener un momento de gloria, decir burradas, patalear y una vez desahogado ponerse manos a la obra. Pero lo cierto es que pequeñas quejas tontas van afeando poco a poco nuestra vida sin que nos demos cuenta. “¡Qué caliente está el café!”, “Qué día más gris…”, “Qué calor. No hay quien salga” “Otra vez macarrones..” o “Qué asco de tráfico” son pequeñas quejas que sin darnos cuenta nos predisponen a estar mal. Realmente, si el café está muy caliente, lo normal es que en un rato se enfríe. Que esté el día nublado o que haga demasiado calor, no hay forma de cambiarlo, así que no queda más remedio que adaptarse. Con lo de los macarrones, me viene a la cabeza lo que decía mi madre, muy gallega ella, “Ay, hijiña, pues no los comas…” pero, por supuesto, no te proponía otro menú, así que casi mejor comerlos y disfrutarlos. Y en cuanto a lo del tráfico, no deja de tener su gracia porque, para los demás coches, tú eres parte de ese tráfico tan molesto.
«¡Qué caliente está el café!”, “Qué día más gris…”, “Qué calor. No hay quien salga” “Otra vez macarrones..” o “Qué asco de tráfico” son pequeñas quejas que sin darnos cuenta nos predisponen a estar mal.
La verdad es que no soy muy de quejarme, ni siquiera cuando las cosas vienen mal dadas, pero sí que a veces tengo el día tiquismiquis y caigo en el error de la queja barata. Así que yo también me propongo el reto de estos dos señores, pero creo me lo voy a proponer cada mañana. A ver qué tal.
Con este artículo, además, me pasó algo que me hizo mucha ilusión y es que aprendí una nueva palabra. Cosa que me encanta. Quizás es muy conocida, pero yo no la había escuchado ni leído nunca. Es el verbo “ayear”. La R.A.E. dice lo siguiente:
Ayear: Repetir ayes en manifestación de algún sentimiento, pena o dolor.
Así que busqué “Ayes” y dice así:
Ayes: Ay.
1. interj. U. para expresar muchos y muy diversos movimientos del ánimo, y más ordinariamente aflicción o dolor.
2. interj. Seguida de la partícula de y un nombre o pronombre, denota pena, temor, conmiseración o amenaza. ¡Ay de mí! ¡Ay del que me ofenda!
3. m. Suspiro, quejido. Tiernos ayes. Estar en un ay.
Así que les animo a dejar de ayear. Por probar que no quede. Yo pensaba estrenarme mañana, pero creo que le voy a dar la vuelta al “Ay” y voy a empezar el reto a partir de «¡Ya!».
Susana, yo también me voy a apuntar ahora mismo. Me propongo no quejarme ni de palabra ni de pensamiento. Estoy seguro de que esta técnica funciona y los resultados serán sorprendentes.
Llevo todo el día sin quejarme. Ni siquiera del calor 🙂
Ánimo Jose