@Susana Prosper/ Ya no están las golondrinas. Me senté a ver la puesta de sol. Mis perros y gatos se tumbaron a mi lado como cada tarde. Estaban todos, pero notaba que me faltaba algo. Algo era diferente a los demás atardeceres del verano. De pronto caí en la cuenta de que faltaban ellas, las golondrinas. Ya no están. Ya se han ido.
Por la mañana me he fijado en que Los Passer, la familia de gorriones que anida cada año en la salida de humos del calentador de la cocina, tampoco están. Este verano, como cada año, nacieron sus bebés, alborotaron las mañanas con sus juegos, aprendieron a volar con las lecciones diarias de sus padres y ahora veo que también se han ido. Los veranos son así, se inauguran con llegadas e ilusión y finalizan con un “hasta pronto” que significa un año.
Algo era diferente a los demás atardeceres del verano. De pronto caí en la cuenta de que faltaban ellas, las golondrinas.
Todavía hace calor, pero la luz hace días que es diferente. El sol ya entra en el porche, señal de que está más bajo. Poco a poco irá bajando más y para cuando entre en el salón, habrá que ir encendiendo la chimenea. Si los astros son favorables, pronto lloverá y empezaré a recoger agua en el pozo. Agua que hace tiempo que no viene. No tuve ocasión de despedirme de ella con al menos un “hasta pronto” de los que significan “vuelve lo antes posible”.
Ya se recolectó la uva, veo que empiezan a recoger algarrobas y enseguida empezarán con la almendra. Ya se ve por los campos, debajo de algún árbol, una tela verde extendida. Varean las ramas con cañas largas y en la tela van cayendo los frutos. A veces, cuando varean en varios árboles a la vez, desde casa se escucha como un repicar de castañuelas. Es el sonido de la llegada del otoño.
Y sí, el otoño es más melancólico que la primavera. Quizás por haber nacido en abril, en primavera es cuando mejor me siento. Esa sensación de vida nueva, de florecer, de brotar, de luz brillante y brisa suave, me llega al alma. El otoño es algo así como una primavera al revés. Una vuelta atrás. Un regreso. La primavera es hacia afuera y el otoño es hacia dentro. Con la llegada del frío, sin darnos cuenta, nos envolvemos en nosotros mismos. Empieza la hibernación.
En la hibernación, todos estamos más tiempo dentro de casa. Nos acurrucamos con una mantita a leer, a ver una película, a pasar la tarde con una taza de algo bien caliente. En la hibernación cerramos puertas y ventanas, encendemos estufas y chimeneas, nos ponemos abrigos y bufandas. Los días son cortos y más oscuros, las noches son largas y frías. Algunas veces hay truenos y relámpagos, pero también días claros y más limpios que nunca, con cielos maravillosos y nubes que dibujan formas inimaginables. Noches de estrellas brillantes. Si la temperatura baja mucho, la luna aprovecha para engalanarse con un aura blanca y majestuosa.
El otoño es algo así como una primavera al revés. Una vuelta atrás. Un regreso. La primavera es hacia afuera y el otoño es hacia dentro.
La verdad es que ahora que lo pienso, apetece también todo eso. Apetece el olor a leña quemada, a hierba húmeda, a tierra mojada. Apetece hacer guisos a fuego lento y comer un buen plato humeante. La sensación de taparse con el edredón y escuchar el viento fuera. Imaginar el frío a la intemperie y saberse a cobijo en casa.
Y así van pasando los días y, a la que te descuidas, es Navidad y Año Nuevo. Y en enero, para Sant Antoni, ya se empiezan a hacer los días más largos y en nada es primavera. Y una tarde, de pronto, te das cuenta de que hay algo más en el atardecer, y es que han vuelto ellas, las golondrinas. Y ahí es donde entiendes que al final lo que importa no es el paso del tiempo, lo que importa realmente es saberlo disfrutar. Y despides el invierno con un “hasta pronto” que realmente significa “hasta siempre”.
Bienvenida guapa ya te añoraba, estoy de acuerdo contigo se nos va el verano , yo prefiero los días largos , pero que vamos hacer aguantar .
Gracias Puri! Yo también echaba de menos venir por aquí de vez en cuando
A mí me encanta el otoño, casi tanto como el verano y la primavera. El encanto de la chimenea y ver la lluvia es único. ¡Qué suerte tenemos de poder disfrutar de estos placeres de la vida!
Un beso,
Teresa
Sí que tenemos suerte.
Un beso, Teresa
Me ha embargado la alegría al ver tu nuevo artículo después de un tiempo de pausa.
Hablas de saber disfrutar el paso del tiempo. Yo lo hago leyendo este tipo de textos(entre otras cosas, claro). Gracias y felicidades por esta delicia de artículo.
Saludos.
Jose.
Muchas gracias. Jose. A mí también me ha dado alegría volver a leer un comentario tuyo.
Nunca me iría a vivir a un sitio donde no se distinguieran claramente las estaciones del año.