@Susana Prosper/ Todos somos ignorantes. A todos nos faltan datos o conocimientos en infinidad de temas. Muchos no sabemos nada, o bien poco, de física cuántica o de botánica o de cómo hacer un soufflé o cómo reparar un enchufe. La ignorancia es inevitable. Nunca nadie supo, ni sabrá, todo de todo. Ni siquiera un poco de todo. Aún así, aún teniendo en cuenta que el saber es infinito, a veces me entra la angustia al ver cómo voy haciéndome mayor y aún me queda todo un mundo por aprender. Ahí sí que noto la presión de la cuenta atrás del reloj.
Es maravilloso escuchar a un antropólogo, o a un agricultor, o a un fontanero, así como a un escritor o a un músico, contar cosas de su profesión con entusiasmo.
Nada me gusta más que escuchar hablar a quien sabe de algo, de lo que sea. Es maravilloso escuchar a un antropólogo, o a un agricultor, o a un fontanero, así como a un escritor o a un músico, contar cosas de su profesión con entusiasmo. Contagian la pasión sin darse cuenta y de pronto puedes encontrarte escuchando muy atenta cómo funciona, por ejemplo, el sifón de la cisterna del váter o cómo se dividen los compases en una sinfonía. Todo es interesante.
Gracias a internet tenemos casi toda la información a nuestro alcance. Nunca antes fue tan asequible. Es cierto que en en la red, como en la vida real, hay información veraz y hay mentiras absolutas. Pero igual que en la calle hay gente que engaña y gente que no. Sólo es cuestión de saber distinguir. Eso no es nuevo.
Tampoco es nueva la ignorancia, de hecho es un tema debatido y estudiado. De entre los diferentes tipos que hay, destaco tres: la ignorancia según la filosofía, la ignorancia en el derecho y la ignorancia supina.
En filosofía se llega a encontrar el lado positivo de la falta de conocimientos. Platón decía: “Lo poco que sé, se lo debo a mi ignorancia”. Es un pensamiento maravilloso y muy cierto. Darse cuenta de lo que uno no sabe le hace tener más ganas de aprender. Aunque eso haga a su vez que se percate de lo poco que sabe. Un círculo vicioso. Como la vida.
La ignorancia del derecho, es algo a tener muy en cuenta. Aquí se viene a decir que desconocer que algo es delito, no te hace inocente. Así que, en cuanto a leyes, más vale estar al tanto. No vale lo de “es que yo no sabía que…”
Por último está la ignorancia supina. Ésta sí que tiene delito. De ella se dice lo siguiente: se deriva de la negligencia de una persona en aprender o adquirir los conocimientos esenciales de aquello que debería o podría saber.
Es verdad que eso es muy ambiguo. ¿Qué se supone que uno debe saber? La respuesta es: lo imprescindible. Quien no sabe ni lo mínimo, no tiene disculpa. Y mucho menos hoy en día.
Lo que más me entristece es ver gente alardear de su ignorancia. No hablo de gente que por diversas circunstancias no haya tenido la educación que se merecen. Esos no alardean, esos hacen lo imposible por ser prudentes o por aprender. Hablo de gente que incluso sale en la tele y se vanagloria de no saber. Hablo de programas de televisión que, poco a poco, van haciendo que parezca normal tener un físico estudiado al milímetro y a su vez lucir una mente absolutamente vacía de estudios.
Lo que más me entristece es ver gente alardear de su ignorancia. No hablo de gente que por diversas circunstancias no haya tenido la educación que se merecen. Esos no alardean, esos hacen lo imposible por ser prudentes o por aprender.
Así como los pedantes siempre han estado mal vistos, este nuevo fenómeno, sin nombre todavía, espero que también lo esté. Afortunadamente, o así lo quiero creer, estos orgullosos analfabetos supinos, que lucen extensiones teñidas y musculitos torneados, no son muchos, pero en cambio abultan un montón. Alfonso X El Sabio, decía que los cántaros cuanto más vacíos, más ruido hacen. Estos hacen tanto ruido que hay gente que llega a pensar que ahora toda la juventud es así. Y eso no es verdad en absoluto. Y me duele que lo parezca.
Lo cierto es que me preocupan. ¿Cómo será el futuro de estos seres vacíos? No quiero ni imaginar cómo será su cuenta atrás. Apostar una vida por algo tan inevitablemente caduco como el físico, es apostar a caballo perdedor. Pobrecillos ¡Qué vejez les espera!
Ése fenómeno novedoso que describes tiene nombre, la rebelión de las masas.
Más bien, la rebelión de las mechas
El curioso, es hijo de la filosofía, el ignorante, lo es de la estupidez.
Ese, el de la estupidez, también es un tema interesante, y del cual merece hablar largo y tendido. Recomiendo leer «Las leyes fundamentales de la estupidez humana», de Carlo M. Cipolla.
http://www.economia.unam.mx/profesores/eloria/PDFs/Cursos/6-estupidez humana.p
Hablando de estupidez, no he cogido bien el enlace:
http://www.economia.unam.mx/profesores/eloria/PDFs/Cursos/6-estupidez%20humana.pdf
No lo he leído. le echaré un vistazo. Gracias!
Estoy de acuerdo contigo, que cabezas tan vacías por suerte no son la mayoría .
No lo son, sólo hacen mucho ruido
gracias por tu silencio.